Este martes la ciudad de Córdoba Córdoba amaneció con la noticia de que un bebé de nueve meses había sido fuertemente agredido en lo que se investiga como un hecho de violencia familiar.
Este tipo de noticias conmocionan por la vulnerabilidad de las víctimas y la situación general del maltrato infantil preocupa a organismos e instituciones que trabajan en niñez y adolescencia.
En lo que va del año en los Servicio de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (SPD) -presentes en 12 de los 14 CPC- asistieron a 486 niños y niñas con derechos vulnerados. De ellos, 131 niños y niñas vieron afectados el Derecho a la dignidad e integridad personal, que a su vez se distribuyen en estas subcategorias: negligencia en cuidado personales, 75; maltrato, 31; exposición a situaciones de violencia familiar, 9; exposición a contextos sexualizados inadecuados, 4; abuso sexual o sospecha, 3; exposición a situaciones de violencia comunitaria, 1 y otro derecho, 8.
“El tema del maltrato infantil es de alta preocupación para el gobierno municipal y sus equipos técnicos en tanto deja secuelas físicas y psíquicas muy importantes en nuestras infancias. Entendemos que el maltrato es una de las múltiples causas, pero muy importante, que derivan en la adultez de esos niños y niñas en el flagelo de las violencias hacia quienes se considera en inferioridad de condiciones, llámese las violencias hacia las mujeres, hacia las disidencias, hacia quien posee una discapacidad, etcétera”, explicó Liliana Montero, subsecretaria de Planificación y Gestión de la Secretaría de Políticas Sociales, Inclusión y Convivencia.
Para Montero, que también es psicóloga, el maltrato “es la naturalización del uso de la fuerza por parte de quien desde una posición de poder controla y somete al otro”. “Ese modelo vincular se reproduce y genera comunidades que hacen de la violencia el modo habitual de relacionarse”, advirtió.
Al ser consultada sobre la relación entre el maltrato a niños y el consumo de drogas en sus padres o familiares, Montero indicó: “Si bien puede existir una causalidad entre el acto violento y el consumo de sustancias que alteran el equilibrio neurológico, no puede atribuirse la violencia exclusivamente a ese hecho”.
De esta manera, la funcionaria hizo hincapié en que quien es violento lo será con o sin consumo. “No obstante, el consumo de sustancias, llámese alcohol u otras drogas, disminuye los frenos inhibitorios y produce un acto violento que de no mediar esas sustancias puede que no se desarrolle”, aclaró.