–¿De chica querías ser guardaparque?
–Siempre. De chica, ya tenía en el imaginario, en mis pensamientos, ser guardaparque. En cuanto pude estudiar la carrera, lo hice en la Universidad Nacional de Misiones, son tres años, y el título que tengo es el de técnico universitario en Guardaparque. Estuve trabajando por varias provincias y hace seis años que estoy en Córdoba, y me quiero quedar acá.
–Y en tu imaginario, ¿qué pensabas cuando te imaginabas guardaparque?
–En la interacción con la biodiversidad: la flora, la fauna; y en poder extender lo que nosotros llamamos “valores de conservación hacia la sociedad”. Se dice que no se cuida lo que no se conoce; y es muy importante que todos nos sintamos parte de las áreas naturales protegidas. Si bien los guardaparques somos los que tenemos jurisdicción dentro de las áreas naturales protegidas y los que operamos en ellas, es muy importante hacer partícipe a la gente, trabajar con la comunidad, con los chicos, con los pobladores, con la gente del campo.
–Porque muchas veces las reservas vienen después de que la gente está instalada y hay que buscar la convivencia.
–Exactamente. Sí, hay que hacer esa convivencia y, siempre a través del diálogo, poder trabajar con ellos.
–Vivías en el conurbano bonaerense. ¿En qué momento dijiste “Me voy a Misiones”?
–Tenía alrededor de 26 años. Ni bien terminé el secundario, no me pude ir a estudiar la carrera de guardaparque, entonces me busqué una carrera un poco más accesible y estudié la carrera de maestra jardinera. Trabajé cuatro años de eso, junté plata y me fui a estudiar a Misiones, que era lo que realmente quería.
–Lo tenías bien decidido.
–Sí, por suerte, porque también uno se va armando su camino y la experiencia te da la posibilidad del día de mañana poder elegir en dónde trabajar. Y bueno, quedé seleccionada en el Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas de Córdoba y estoy asignada hace dos años en la Reserva Provincial de Usos Múltiples Bañado del Río Dulce o Petri, dice la ley, y la Laguna Mar Chiquita o Mar de Ansenuza.
–¿El guardaparque puede elegir dónde quiere trabajar? ¿Cómo funciona eso? ¿Hay una lista de mérito, concurso?
–Sí, en el concurso en el cual yo fui seleccionada hubo varias instancias de selección y viendo tu historial, tu currículum, tu experiencia, el comité que selecciona te asigna un área. Es flexible, se pregunta dónde te gustaría trabajar y ahí se tiene en cuenta, según tus aptitudes, el área protegida en la cual una va a trabajar.

–Suponete que estás en Nahuel Huapi, ¿vos podés decidir quedarte toda tu carrera laboral ahí o tenés que ir rotando?
–Nahuel Huapi es jurisdicción nacional, pero en líneas generales los guardaparques, seas nacional, provincial, municipal o privado, cumplimos la misma función, solamente que cambia la jurisdicción. Pero si uno se siente cómodo en un área, se puede quedar hoy por hoy. Si uno en algún momento decide pedir un traslado, se evalúa y es bastante flexible en ese sentido, así que trabajamos bastante cómodos.
–Porque imagino que también estará el apetito de conocer otros lugares, ¿no?
–Sí. Igual, hoy me gusta Miramar y me gusta el lugar en donde estoy asignada, trabajando con mucha fuerza, con muchas ganas y entusiasmados.
–Llegaste a la laguna hace dos años. ¿Qué sabías de Miramar y qué te sorprendió?
–En la carrera de guardaparque tenemos una cátedra que se llama Biología de la Conservación. Y me acuerdo que estaba en Misiones y cuando veíamos humedales de importancia internacional, lo primero que veíamos era la Mar Chiquita. Y soñaba: “Lo que debe ser ese lugar, debe ser el paraíso de las aves”. Y bueno, agradecida a la vida que me lo dio, con el tiempo me llegó, y yo por eso estoy trabajando ahí.
–¿Es el paraíso de las aves?
–Sí. Tenemos registradas más de 380 especies de aves, tanto en aves acuáticas, playeras migratorias y residentes, de transición (porque no son aves que están en la playa ni en el agua, sino en la transición entre el arbustal y el bosque) y aves de bosque. Y el emblema es el flamenco austral. Tenemos registrada la mayor colonia de flamenco austral sudamericana. Eso no es poca cosa: observadores de aves de todo el mundo vienen a ver a los flamencos australes y también tenemos la suerte de tener a las parinas grandes y las parinas chicas en determinada época del año, conocidas como “flamencos andinos” o “pariguanas”. Las parinas son migratorias, pero el flamenco austral es residente y está todo el año. Todo el año tenemos la suerte de poder observarlos y disfrutarlos.
–Vamos por las migratorias, ¿cuáles son las más comunes?
–Por lo general, las parinas grandes. Igualmente, la cantidad no es tan abundante como el flamenco austral, porque son de otros ambientes, más del norte, del sistema de lagunas del norte, de la laguna de los Pozuelos y demás. Si bien hay registros de parinas, no son tan abundantes como el flamenco austral.
–Las aves que migran, ¿vienen del norte a esta parte y vuelven? ¿En qué momento del año vienen?
–La mayoría viene en primavera y son las aves playeras migratorias. Algunas vienen volando desde Canadá, como son los falaropos, por Estados Unidos pasan y terminan en la Mar Chiquita. Los falaropos tienen una gran densidad poblacional, que es alrededor de la mitad de la población mundial, dentro las aves migratorias.
–¿Y qué buscan de la laguna? ¿Por qué las atrae?
–El flamenco austral es un ave acuática, es residente, está todo el año y allí realiza todas sus actividades: nidifica, se reproduce, se aparea, se alimenta. Los falaropos, que son, por ejemplo, el emblema de estas aves playeras migratorias, lo que hacen es descansar y alimentarse. No es sitio reproductivo, sino que a la Mar Chiquita vienen, descansan, se alimentan, recobran fuerzas para después volver a cumplir el ciclo. Vienen de septiembre a abril, cuando se vuelven de nuevo para Estados Unidos. Son esas nubes que le decimos de “aves danzantes que vuelan”. Además de aves, tenemos una gran diversidad de mamíferos: el emblema es el aguará guazú, que es el mayor cánido sudamericano. Los cánidos son los zorros, los lobos y los perros, y este no encaja en ninguno de los tres porque es más grande que un zorro, pero más chico que un lobo, y tiene comportamiento de perro. Es solitario, caminador, y tenemos la suerte de tener varios registros en toda el área y en la zona de amortiguación. Se está trabajando fuertemente con esta especie para lograr disminuir sus amenazas.
–¿Qué la amenaza?
–La principal amenaza es el atropellamiento. Por eso está trabajando fuertemente en conjunto con la Provincia, el Ministerio de Ambiente, Vialidad y la ONG Natura en la colocación de carteles preventivos que indiquen la reducción de la velocidad, porque la fauna pasa por ahí. Es un lugar de paso de la fauna.
–La ruta vino después.
–Exactamente. Pero lo bueno es que hay registros de que está y, como siempre decimos, estamos trabajando muy fuerte con esta especie en particular, además de otras, como falaropos y flamencos.
–Vuelvo al flamenco: leía que, además de ser emblema de la laguna, de las seis especies que hay en el mundo, tres están en la laguna.
–Exactamente. Una es residente: el flamenco austral, la mayor colonia de flamenco austral sudamericana. Y después, las parinas grandes y las parinas chicas, que vienen en determinada época del año, pero lo importante es que a las tres tenemos la suerte de tenerlas aquí y en nuestra provincia.
–¿Y por qué les gusta? ¿De qué se alimentan?
–Se alimentan de la artemia salina, un crustáceo que vive en la laguna que les da justamente ese color rosado característico alrededor de los seis años de vida. Cuando ellos nacen, son grises, blancos y negros. Comen la artemia y bueno, a los seis años de vida logran ese color rosado característico y que tanto nos llama la atención.
–¿Cuánto viven los flamencos?
–Se estima que son bastante longevos. Igualmente se está estudiando, pero investigadores me han dicho que se estima que viven más de 40 años. Son, dentro de todo, longevos.
–¿Y van monitoreando la población? ¿Se controla?
–Se está trabajando en un censo de flamencos, también en un censo de falaropos. Muchos referentes estamos trabajando en la región de Ansenuza, como la llamamos, porque es una gran región que incluye la jurisdicción provincial, la jurisdicción nacional y a los municipios que rodean a la región que están muy involucrados también, así como las ONG Natura, Aves Argentinas y Fundación Líderes de Ansenuza. Estamos trabajando fuertemente para conservar este lugar a largo plazo y los guardaparques, además del control y la vigilancia del área, cumplimos también un perfil de asistencia a la investigación y la educación ambiental, que es la extensión del área, para justamente trabajar con la gente y que se conozcan estas áreas naturales protegidas.
–¿Es compatible la conservación con el turismo o el ideal sería que no estuviera la presencia humana?
–El turismo bien planificado, como nosotros lo llamamos, “ecoturismo”, es una de las actividades que van de la mano con la conservación de la biodiversidad y de los recursos naturales. Permite a la gente vivenciar estos sitios naturales con esa riqueza tan palpable y que lo puedan comprender, que se sientan parte.
–¿Qué se entiende por ecoturismo?
–Actividades de bajo impacto como trekking, avistaje de aves, fotografía, cicloturismo. Actividades que también ayudan a conservar estos sitios, por ahí la categoría de reserva de uso múltiple a veces nos hace ruido, porque significa que se pueden realizar ciertas actividades, compatibles con los objetivos de conservación del área. Son todas actividades que ayudan a la conservación de la biodiversidad y de los recursos naturales y a extenderlas también, porque es un patrimonio que es de todos.
–En la medida en que se cuide, puede ser una fuente de ingresos genuina, porque todo eso seguramente tendrá un costo alto de mantenimiento y los recursos siempre son escasos, ¿no?
–Exactamente, se trabaja con la gente. Las zonas naturales protegidas tienen diferentes categorías de manejo, que es lo que nos permite identificar cuáles son las actividades que se pueden realizar que son compatibles y cuáles no.
–Acá conviven Reserva Nacional, Parque Nacional y Reserva Provincial. ¿Diferencia entre las tres?
–Básicamente, el tipo de actividades que pueden realizarse y el dominio y la jurisdicción del territorio.
–Siempre se habla de la laguna como el mar interno, el mar propio que tiene Córdoba. Contame de la laguna.
–Son un fenómeno bastante inusual estas lagunas endorreicas. La riqueza que tiene el área, justamente, tiene que ver con el espejo de agua y el gradiente de vegetación, cómo convergen los diferentes ambientes. A veces nos sentimos que estamos en un mar en tierra porque es una cuenca endorreica, pero nosotros al alejarnos del espejo de agua y ascender en el terreno empezamos a observar cómo afloran los diferentes ambientes desde las playas barrosas: el salitral, el matorral de talófitos, el arbustal de transición y, por último, el bosque chaqueño con gran presencia de quebrachos blancos, algarrobos blancos y algarrobos negros. En el noroeste de la reserva provincial tenemos registrado unos relictos forestales de Itín. El Itín es un árbol de la familia de los prosoposis, como los algarrobos, como el tintitaco. Tenemos la suerte de tener esos relictos todavía dentro de la reserva provincial en la zona noroeste. Es bueno que se sepa y que sepamos la importancia del gradiente de vegetación como valor de conservación.
–La laguna es de una gran biodiversidad. ¿Qué hay? El pejerrey está a veces…
–Sí, está solamente en algún momento, en función de la cantidad de sal. Ahora, por ejemplo, no hay peces por el nivel de salinidad que tiene la laguna. Pero mis compañeros me cuentan que hace varios años había bastante presencia de pejerrey. Sí están presentes las comunidades de peces en lo que es el río Dulce, el Primero y el Xanaes, que son los principales afluentes que alimentan a la laguna.
–Y la laguna no se va a ningún lado. Todo lo que viene de los tres ríos queda en la laguna.
–Claro, pero peces, hoy por hoy, no. La laguna está en un período de bajante, pero ha hecho algunos saltos con estas lluvias, unos pequeños aumentos, pero sí está en un período de bajante. Son ciclos normales, la laguna tiene que subir y bajar. Eso es cómo fluctúa el ambiente en general.
–¿Qué superficie ocupa hoy la laguna?
–Toda el área en sí, jurisdicción provincial y jurisdicción nacional tiene 1.600.000 hectáreas; casi 400 mil de jurisdicción provincial y 600 mil aproximadamente de jurisdicción nacional.
–Cuando viste en persona por primera vez a la laguna, ¿qué te impactó?
–Más allá de lo que es el espejo de agua, los atardeceres. Mucha gente se queda contemplando los atardeceres y va exclusivamente a eso, no sólo a mirar a Miramar, hay otras localidades que también tienen acceso a la laguna y también se ve el atardecer o el amanecer. Esa puesta de sol o salida del sol es como un clásico, digamos.
–Ves el infinito como si estuvieras realmente en el mar.
–Exactamente. Estoy muy contenta, estoy ahí y me gustaría seguir quedándome ahí.
–Tenés una hija, ¿también adoptó la laguna?
–Sí. Le encanta, se adaptó enseguida a Miramar. La gente en Miramar es muy buena, es muy tranquilo, se adaptó a la escuela. Tiene 9 años y le impacta, porque todos nos metemos en la laguna, que es supersalada, salís toda blanca, pero te enjuagás. Nos metemos porque también tiene propiedades que favorecen a la piel o al descanso. En el verano, por ejemplo, en temporada alta, muchos turistas van allí y disfrutan de la laguna.

–En el año ‘78 hubo una enorme inundación que arrasó con la población de Miramar. Imagino que habrá gente que aún recuerda esa tragedia y te cuenta.
–Sí, me han contado. Y ahora que la laguna está en un período de bajante, han aflorado restos de las construcciones edilicias. Incluso a veces se pueden encontrar algunos materiales que han quedado. Esa inundación causó grandes daños en cuanto a lo que es infraestructura, pero la cota máxima fue en 2003. Son esas dos grandes inundaciones que por ahí resuenan y se mantienen en la memoria. Después del 2003, se construyó una contención que hizo de freno, en el 2015 también tuvo un nivel bastante alto, pero ya estaba construida esta contención que frenó.
–Muchos recuerdan el hotel Viena, quedó bajo el agua y de hecho hoy se puede mirar lo que fue alguna vez.
–Recorrer el hotel Viena y lo que tiene que ver con todas las historias que hay es lo que más buscan los turistas. En Miramar tenemos nuestro destacamento y centro de interpretación provincial de Guardaparques. Allí recibimos a familias y muchos colegios, muchas instituciones educativas nos visitan y es un servicio totalmente gratuito que brindamos desde la Reserva Provincial, hacemos una recorrida por los paneles informativos del área que tenemos ahí y, después, un avistaje de aves con monoculares. Y si son chicos chiquitos, por ahí hacemos algún juego o demás.
–El hotel Viena, construido por los alemanes allá en el ’40-‘45, atraía turistas que buscaban las propiedades del barro. ¿Qué tiene el barro?
–El barro tiene una propiedad antiséptica y una propiedad que mejora la piel y las enfermedades de la piel. Pero lo que realmente es beneficioso es el combo de meterte en el agua salada, con el sol y cubrirte de barro por varios días. Agua salada, sol y barro ahí en el lugar. Esas fotos características en blanco y negro es de gente que buscaba justamente esto, ¿no? Además de disfrutar del lugar, poder sanar.
–¿Hoy hay gente que hace eso?
–La gente viene más que nada a disfrutar de la laguna. Es el mar cordobés. Mucha gente, chicos, familias, turistas vienen con la reposera y pasan el día, ven el atardecer. En enero realmente la afluencia de turismo es muy grande. Nadar ahí, uno tiende a flotar por la salinidad del agua. ¡Está bueno!
–Y en los bañados, ¿qué riqueza de diversidad hay?
–Flora y fauna asociada a los cursos de agua dulce. Hay peces, moncholos, carpas, además del capibara o carpincho, que tan en boca de todos está. Tenemos varios registros en el área. Además del aguará guazú, destacamos al carpincho.
–¿Y los chicos con qué se maravillan?
–Con los flamencos. Es un imperdible y además está asegurado que los vas a ver, porque los flamencos se dispersan alrededor de toda la laguna y en las playas barrosas. Ellos con el pico filtran, barren el suelo, como quien dice, además de estar dentro del agua. Siempre vas a ver algún flamenco o un pichón, un juvenil, o un adulto; siempre vas a ver una colonia. Nosotros enfrente del destacamento tenemos asegurada una colonia de flamencos, que debe tener unos 20 individuos, pero te vas a la desembocadura del Xanaes y hay muchísima más abundancia. Te vas a Playa Grande y hay muchísima más abundancia. A Campomare, a La Para, a Bahía Ansenuza… están en el norte, en el noroeste. Siempre están los flamencos porque se agrupan en colonias que están dispersas por toda la laguna.
–Y cuando ves un gran número de flamencos, ¿hay varias colonias o puede haber una colonia muy numerosa?
–Puede ser una colonia muy numerosa o varias colonias.
–¿Cuántos huevos pone la hembra?
–Uno, raramente dos.
–¿Y sobrevive la cría sin riesgos?
–Los flamencos se organizan en guarderías. Nidifican sobre un cono de barro de más o menos de un metro. Los pichones, a los días, ya se organizan en guarderías que están a cargo de uno o dos adultos. Igualmente, ese sector donde nidifican es un sector que se resguarda y que no decimos dónde está. Los pichones, cuando salen de las guarderías, junto con los adultos y los juveniles, están dispersos por toda la laguna, alimentándose, descansando, barrando el piso, el suelo. Pero el lugar donde nidifican no lo damos a conocer porque justamente hay que resguardarlos.
–¿Has visto romper un huevo?
–Ay, todavía no. Debe ser una cosa también muy maravillosa el momento del nacimiento.
–¿Y cómo es eso de la guardería?
–Apenas rompen el huevo, se quedan unos días con los adultos y van a las guarderías donde se organizan y quedan a cargo de unos pocos adultos. Después ya emprenden la vida independiente. Así es la dinámica de la población.
–La visión del turista, del cordobés, de quien viene de otras provincias respecto de la laguna, ¿creés que cambió, que se fue haciendo más carne esto de la conservación? ¿Hay más respeto que años atrás?
–Sí, hay más respeto, pero también a veces renegamos un poco con la gente.
–¿Por qué?
–Y… hay actividades que están muy arraigadas y que estamos trabajando fuerte para disminuirlas y a mediano largo plazo erradicarlas, como por ejemplo, la circulación con vehículos motorizados en las playas barrosas. No es una actividad compatible. Además, en las playas barrosas nidifican varias especies de aves, como el chorlito doble collar. Son especies que nidifican de una forma muy rudimentaria, están muy expuestos los huevos. Además, la circulación de vehículos motorizados en la playa barrosa no es compatible por el impacto que genera, por la destrucción del suelo y porque la idea es disfrutar del lugar de forma armónica. Estamos trabajando fuerte para que se deje de una vez por todas de circular con motorizados por las playas barrosas.
–¿Los municipios ayudan?
–Sí, ayudan. Somos muchos los que estamos trabajando para conservar este sitio. Los que estamos en territorio nos damos una mano mutuamente, somos nosotros los que estamos ahí y los que trabajamos para que nuestros hijos y nuestros nietos tengan el mismo derecho que nosotros de conocer estos ambientes tan invaluables y con tanta riqueza.
–¿Qué otra cosa más hace el turista que no sería compatible con una reserva?
–El tema de los perros. Si están con perro, tiene que ser con correa, no andar con el perro suelto por las playas barrosas. Los perros son especies exóticas, no son especies nativas. Han sido introducidas por el humano, que las adoptó como mascotas, pero no son un componente natural de los ambientes. El ambiente natural es el ambiente de las aves, de los mamíferos, de los anfibios, ¿sí? La fauna nativa y los perros también son una problemática que también venimos trabajando fuertemente para que cada ciudadano tenga una actitud responsable y cuide a su mascota sin perjudicar a las especies nativas.
Ficha picante
María Inés tiene 44 años y desde chica quería ser guardaparque. Ahorró para irse a Misiones a estudiar la carrera. Hace dos años está asignada a la Reserva Provincial de Uso Múltiple Bañado del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita, como indica el nombre oficial. Llegó con su hija Liwen y se maravillaron. La laguna no tiene salida al mar, aunque antes los tres ríos llegaban al Paraná. Una falla geológica hace 50 mil años elevó el terreno sobre sus bordes este y sur, generando un gran dique natural.