Son las 21 y una médica de 30 años llega a su casa después de trabajar en uno de sus dos trabajos extras, que suma a su rol como residente concurrente. Trabaja en el área de Oftalmología del Hospital de Clínicas ocho horas por día, con guardias de 12 o 24 horas, sin remuneración.
Los concurrentes cumplen la misma función que un residente, pero sin pago, ni ART, ni obra social. Son menos que los residentes, pero se suman al sistema.
La concurrencia es un sistema de capacitación en servicio. Es decir, un profesional matriculado que se forma mientras trabaja en el sistema público de salud para realizar la especialización de su disciplina.
Para el testimonio de este caso, que prefiere no identificarse, “la situación es insostenible”, ya que para cumplir con sus obligaciones económicas debe trabajar en otros espacios privados con horarios flexibles para poder cumplir con las guardias y los días laborales.
Explicó que las concurrencias se rinden por concurso y que según la especialización pueden llegar a durar hasta tres o cuatro años. “Luchamos por tener condiciones básicas de trabajo, porque nosotros mientras tanto pagamos la matrícula, el seguro de mala praxis, y otros”, destacó.
“Los concurrentes básicamente somos residentes: hacemos el mismo trabajo pero sin goce de sueldo”, explicó otra médica que hace la especialización en Dermatología. “No quieren formar más especialistas en dermatología. Año a año hay sólo uno o dos cargos rentados de residentes para la especialidad en algún servicio; si no entras podés hacerlo como concurrente, con años de trabajo gratis”, agregó.
“Le pedimos al Ministerio de Salud que nos reconozca. Pedimos algo tan básico y humano como cobrar por trabajar, que abran los ojos y lo dimensionen como acto humano y como inversión; al fin de cuentas, se trata de formar y sostener los especialistas del futuro”, apuntó.
Otro testimonio suma una joven psicomotricista de 25 años. En su caso es residente de un servicio de salud mental infanto-juvenil. “Los residentes somos un grupo bastante heterogéneo, ya que dependemos de diferentes entidades y somos de diferentes disciplinas”, explicó.
Precisó que reclaman una recomposición salarial (cobran de 60 a 90 mil pesos de básico, según estimó) y un resto en bonos. Pero también piden por la regularización de los concurrentes, que no cobran. Por fuera de lo salarial, piden el cumplimiento del criterio de que las residencias deben ser para la formación y prácticas supervisadas. “No se respeta eso”, apuntó.
