Tras la tercera ola de Covid-19, las autoridades sanitarias cambiaron la estrategia para enfrentar la pandemia. Se dejaron de lado las medidas estatales, desde el confinamiento hasta la obligación de usar el barbijo.
Con la alta cobertura de vacunación lograda en todo el país, algunas de esas definiciones suenan lógicas a la hora de poner en la balanza sus impactos sanitarios, pero también los efectos de índole económica, social y hasta emocional en la población.
La otra cara de esa moneda es la apelación que ahora se realiza a la responsabilidad individual. Sin medidas para restringir la circulación de personas (y con ella, la del coronavirus) por parte del Estado, ahora depende sólo de nosotros usar o no el barbijo y participar o no de un evento masivo, por ejemplo.
Pero para “empoderar” al ciudadano en la gestión de la pandemia, también hay que darles herramientas con las que pueda tomar decisiones. Por ejemplo, contar con información epidemiológica clara y actualizada.
El monitoreo del Sars-Cov-2 en aguas residuales puede ofrecer un pronóstico sobre cómo evolucionará pandemia.
Además de predictivo, es un dato independiente de la capacidad de testeo que tiene el sistema de salud y de la voluntad de hisoparse que haya en la población.
Nunca arrojará un subregistro, como ocurre ahora con el informe de casos.
Junto con otras mediciones que realiza el Ministerio de Salud de la Provincia, este análisis podría funcionar como un semáforo epidemiológico que le sirva a la gente para anticipar medidas de cuidado y así protegerse ellos, a sus familiares y amigos que están en grupos de riesgo, y también para contribuir al descenso de casos en la comunidad.
Es saludable que el Gobierno de Córdoba haya decidido realizar este análisis en aguas residuales, como ocurre en otros países de Europa y en regiones de EE.UU. Sin dudas debe servir de insumo para que las autoridades sanitarias tomen decisiones.
Pero en esta etapa de pandemia, quizá también sería conveniente que esa información llegue a tiempo y de forma clara a las personas, sobre cuyas espaldas recae ahora buena parte de la responsabilidad de lidiar con la pandemia.