A una semana del veredicto, algunos de los exfuncionarios imputados en el juicio por los ataques a 13 recién nacidos en el Hospital Materno Neonatal de Córdoba usaron su derecho a la última palabra. Entre pedidos de justicia y críticas al proceso, aseguraron no haber cometido omisiones ni encubrimientos.
En general, todos agradecieron el respeto en el juicio y se refirieron al dolor que les causó en sus vidas atravesar por este proceso.
Alicia Ariza, exjefa de Enfermería del hospital, aseguró: “Hace tres años que vivo esta pesadilla. Vine con la verdad desde el inicio”. Con más de tres décadas de trabajo en el sistema de salud, afirmó que no comprende por qué está imputada. “Una condena ejemplificadora no se hará culpando a inocentes”, sostuvo. Ariza pidió “que Dios los ilumine para llegar a la verdad”.
Liliana Asís, exdirectora del Neonatal y detenida hace dos años, también defendió su accionar: “No omití nada. Lo que no se dijo fue porque no se conocía”. Dijo haber vivido este proceso “aislada” y con gran dolor personal. “No escondimos nada. No hubo encubrimiento ni destrucción de pruebas. Todo lo que se pidió, se entregó”, afirmó, y pidió una justicia “objetiva, no sólo emocional”.
Diego Cardozo, exministro de Salud de la Provincia, insistió en que las medidas que tomó desde el 7 de junio de 2022 evitaron más muertes. “Es contradictorio que se me acuse de encubrimiento cuando fui quien pidió sumarios, separó personal y pidió que se investigue”, dijo. “Vinimos a buscar verdad y justicia. Que se absuelva a los inocentes y se castigue a quien deba ser castigado”, cerró.
Pablo Carvajal, exsecretario de Salud, hizo la alocución más breve y aseguró que actuó de inmediato ante la información recibida: “No encubrí a nadie. Cumplí las órdenes que transmitió el ministro. La denuncia se hizo y sólo faltaba implementarla”. Reiteró que nunca intentó ocultar lo ocurrido.
Alejandro Escudero Salama, exsubdirector administrativo del hospital, se mostró conmovido: “No oculté nada, no omití nada”, dijo, y aseguró que cada vez que estuvo frente a una situación en que le tocó decidir, lo hizo sin dudar y “sin miedo a nada”. “Promoví denuncias; no pedí permiso para hacerlo. No soy médico; sólo tenía la información que las médicas me brindaban”. Luego hizo una crítica contundente: “El Estado debería haber pedido perdón a las familias”.
Marta Gómez Flores, exjefa de Neonatología, se definió como una profesional que dedicó su vida al cuidado de bebés: “No tengo hijos; cuidé hijos ajenos. ¿Ustedes creen que podría cambiar toda una vida para hacer daño? Es absurdo”. Aseguró que nunca encubrió nada y que jamás habría permitido algo así: “Ni en la peor pesadilla imaginé estar sentada acá”.
Alejandra Luján, médica de guardia, explicó que no sabía lo que ocurría en otras áreas del hospital. “No era jefa de unidad ni funcionaria. Me enteré de todo acá, en este juicio. Lo único que deseo es poder abrazar a los papás de Francisco. Lo intenté siempre”, dijo entre lágrimas. Contó que debió dejar el trabajo que amaba por este proceso judicial: “No merecía dejar de trabajar por algo que no hice”.
Adriana Moralez, del Comité de Seguridad del Paciente, relató que colaboró desde el inicio con la investigación: “He dicho la verdad; lo juro por mis hijos. Nunca oculté nada”. Recordó que pidió una autopsia forense cuando no se encontraba una explicación médica. “Nos cayó una bomba. ¿Quién podría pensar que alguien estaba dañando bebés en un hospital?”, reflexionó. Dijo que este proceso destruyó su vida profesional y familiar. “Soy inocente. Sólo les ruego que se haga justicia basada en hechos y no en suposiciones”.
Quedará para el próximo 18 de junio la última palabra de la exjefa de Tocoginecología, Claudia Ringelgheim, y luego el jurado pasará a deliberar.
El abrazo entre una mamá y un acusado
Hacia el final de la audiencia, con la conmoción propia luego de haber escuchado las últimas palabras, se vivió un gesto único en el pasillo. Una mamá se acercó a uno de los imputados, Escudero Salama, y le dijo: “No quería dejar de decirte que yo te creo”. Ambos se abrazaron y se alejaron llorando.
Ante el gesto, este diario consultó a la mamá, quien refirió que fue un gesto que necesitaba hacer porque así lo sintió, y prefirió resguardar su identidad porque no está segura si en lo estrictamente procesal se permite ese contacto.