“No sé qué puede llegar a hacer”, dice Luna Giardina, con la voz entrecortada, en un audio que envió a una amiga a mediados de septiembre pasado.
La amiga lo había recibido pocos días antes de que Luna sea asesinada junto a su madre, en Córdoba.
En el mensaje Luna describía una situación de hostigamiento y manipulación por parte de su expareja, Pablo Laurta, padre de su hijo y hoy principal acusado del doble femicidio.
El crimen conmocionó a Córdoba: madre e hija fueron encontradas muertas en su vivienda de un barrio de la zona norte de la ciudad de Córdoba, el 11 de octubre.
El hombre, que se fugó con el hijo de ambos, fue detenido en Eentre Ríos tras una intensa búsqueda y está imputado por doble femicidio y sustracción del niño.
“No quiero llorar, solo pensarlo me da angustia”
En el audio, de poco más de dos minutos al que tuvo acceso La Voz, Luna relata la propuesta que recibió por parte de una supuesta mediadora, una licenciada en comunicación llamada Francesca Ríos, quien decía actuar en nombre de Laurta.
El mensaje detallaba una “propuesta para el cumpleaños de Pedro”, el hijo de ambos, con un nivel de planificación y control minucioso: invitados seleccionados, exclusiones explícitas y hasta el detalle de la habitación en la que dormiría la madre si aceptaba viajar.
“Me llegó un mensaje de una mediadora, una licenciada en comunicación, que mandó como mediadora porque él estaba organizando un cumpleaños en Uruguay, que si yo quería ir con mi hijo él me iba a mandar un remis para que viajemos los dos desde acá...”, contaba Luna.
“Las personas excluidas al cumpleaños eran mi mamá y su tía... la única familia paterna con la que yo hablo es la tía de él, y está destruida”, decía.
La joven se detuvo al describir lo que más la perturbó: la posibilidad de que el padre del niño intentara separarla de su hijo.
“Uno de sus abuelos paternos iba a venir acá a Córdoba para llevarlo a otro país y separarlo de mí. No quiero llorar, solo pensarlo me da angustia”.
Un mensaje “desconcertante” y una rutina de miedo
Luna había derivado esa comunicación a sus abogadas para resguardarse. En el audio menciona que las profesionales le recomendaron responder por escrito, pero el momento en que recibió el mensaje la dejó paralizada: “Todo esto encima un viernes a la tarde, cuando ya los asesores no trabajan... estaba terminando un chanequito de bebé, necesitaba cobrar la plata, no podía volverme a contestar eso... Pero la verdad es que fue desconcertante. No sé qué puede llegar a hacer”.
La propuesta que le había llegado, redactada con tono formal y lenguaje administrativo, incluía una lista de invitados excluidos, la promesa de un viaje “en remise hasta Uruguay”, una “habitación con baño en suite” y la aclaración de que “los permisos de viaje necesarios serían gestionados por el padre”.
La aparente cordialidad del mensaje encubría una lógica de manipulación y control que Luna ya había denunciado en distintas instancias judiciales.
Violencia de género
Luna y su madre suman un total de 11 víctimas de femicidio en la provincia de Córdoba.
La violencia de género no se limita a los golpes ni a los hechos visibles. Comprende todas las formas de violencia física, psicológica, sexual, económica, simbólica y política ejercidas contra una persona por su identidad o expresión de género, con el fin de mantener o reforzar relaciones desiguales de poder.
Así lo define la Ley 26.485 de Protección Integral en Argentina, que reconoce el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencias en todos los ámbitos.
Este tipo de violencia puede manifestarse a través del control, el hostigamiento, la manipulación emocional o la persecución digital, como ocurrió en el caso de Luna.
Las amenazas veladas, los intentos de aislamiento y la descalificación constante son señales de alerta que muchas veces anteceden los femicidios. Los especialistas insisten en que el femicidio es el último eslabón de una cadena de violencias que el Estado y la sociedad deben detectar y detener mucho antes.
