Investigadores del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (Cimcyc) de la Universidad de Granada desarrollan un método pionero que une neurociencia y tecnología para mejorar los hábitos alimentarios.
Se trata de una combinación entre estimulación magnética transcraneal (TMS) y un entrenamiento digital para el control inhibitorio, centrado en reducir el impulso de consumir alimentos ultraprocesados o ricos en azúcar y grasas.
Estas técnicas buscan activar el pensamiento reflexivo frente al sistema impulsivo, que suele dominar en personas con sobrepeso o trastornos como el atracón. “Muchas veces la decisión de comer algo no saludable es automática. Nuestro objetivo es interrumpir ese automatismo y devolver el control a la persona”, explicó Alfonso Caracuel, uno de los investigadores principales.
Así funciona la intervención cerebral y digital
El equipo de Granada probó estas herramientas dentro de dos proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Consejería de Salud de Andalucía. La estimulación magnética se aplica en áreas específicas del cerebro asociadas al autocontrol, mientras que la app FoodTrainer refuerza ese control a través de juegos y ejercicios interactivos.
“Modificamos patrones automáticos vinculados a la recompensa cerebral. Ayudamos a que la atención no se dirija siempre a los alimentos más calóricos, sino a opciones más saludables”, detalló Caracuel.
El desafío de sostener una dieta sana a largo plazo
Según los investigadores, muchas personas conocen los principios básicos de una alimentación saludable, pero no logran sostenerlos. Esto no siempre se debe a falta de voluntad, sino a la forma en que el cerebro responde a estímulos del entorno. Las decisiones alimentarias están mediadas por redes cerebrales que, en algunos casos, priorizan la gratificación inmediata por sobre los objetivos a largo plazo.
“Vivimos rodeados de estímulos visuales, sociales y emocionales que promueven el consumo. Nuestro trabajo busca fortalecer los mecanismos internos que permiten resistir esas tentaciones”, indicó Raquel Vilar, también integrante del equipo.
En los estudios clínicos recientes, las personas con sobrepeso que utilizaron la combinación de técnicas mostraron mejoras en parámetros como el índice de masa corporal, la composición corporal y el control de impulsos alimentarios. Además, se observó una disminución de sesgos cognitivos y cambios en las imágenes cerebrales vinculadas al circuito de recompensa.
“Las personas aprendieron a redirigir su atención, aumentar su autocontrol y tomar decisiones alineadas con sus metas de salud”, explicó Vilar.
Personalización y neurociencia al servicio del bienestar
Los investigadores destacan que el peso corporal es el resultado de múltiples factores: genéticos, endocrinos, emocionales y cognitivos. Por eso, sus intervenciones apuntan a ser personalizadas y multidimensionales. Se están analizando incluso marcadores fisiológicos y genéticos para adaptar los tratamientos de forma más precisa.
“Queremos que estas herramientas no sólo ayuden a bajar de peso, sino a mejorar la relación con la comida y a sostener hábitos saludables en el tiempo”, concluyó Caracuel.
Este equipo de la UGR lleva más de una década trabajando con colegas del Reino Unido y Australia en proyectos que aplican la neuropsicología a la obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria. La actual línea de investigación marca un paso adelante en el desarrollo de estrategias accesibles, científicamente validadas y adaptadas a las necesidades de cada persona.
