En Argentina hay un 73% de adultos viviendo con un índice de masa corporal (IMC) alto y un 39% padeciendo obesidad, de acuerdo con datos del World Obesity Atlas 2025, publicado este lunes. Esta situación se traducirá, para 2030, en más de 26,32 millones de personas con un IMC elevado, con un aumento en el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT), tales como diabetes tipo 2, patologías cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Los cambios en el estilo de vida, que incluyen alimentación, ejercicio físico y acompañamiento profesional, son el pilar del tratamiento de la obesidad y deben estar presentes a lo largo de todo el proceso asistencial del paciente.
Así destaca la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en el decálogo sobre los principales aspectos que se deben tener en cuenta en el abordaje de la obesidad elaborado con motivo del Día Mundial de esta enfermedad.
Obesidad: los cambios en el estilo de vida son el pilar del tratamiento
La sociedad científica expresó que la obesidad es una enfermedad metabólica crónica, heterogénea y de origen multifactorial, por lo que conocer sus determinantes genéticos, ambientales, psicosociales, así como sus complicaciones asociadas, es esencial para implementar un tratamiento adecuado en función de las manifestaciones clínicas y el beneficio esperado en la salud del paciente.
Por eso hace hincapié en la importancia de que, tras evaluar las características del paciente, se establezcan unos objetivos claros, individualizados y realistas, así como un plan de seguimiento a largo plazo para garantizar su cumplimiento, asegurar el mantenimiento del peso y la mejora de las comorbilidades.
Actividad física, un hábito
En el marco de los aspectos relacionados con el estilo de vida, los endocrinólogos señalaron que las personas con obesidad deben incorporar la actividad física a su rutina. Así, aconsejaron realizar al principio 150 minutos de ejercicio físico aeróbico moderado cada semana, que podrán incrementarse en tiempo e intensidad, junto con dos o tres sesiones semanales de ejercicio de resistencia a fuerza, orientados a preservar la masa muscular.
El ejercicio físico se debe adaptar a las enfermedades o limitaciones funcionales y también a las preferencias de cada persona, aspectos que son clave para garantizar el mantenimiento de los logros alcanzados a largo plazo.
En relación a la alimentación, los expertos abogaron por implementar un plan alimentario individualizado, que se adapte a la cultura y estilo de vida del paciente y, a través del consumo de proteínas de alta calidad biológica, minimice la pérdida de masa muscular. Es recomendable también una dieta con vigilancia especial en la calidad y cantidad de proteínas.