Tradicionalmente, octubre es el mes en el que aquellas familias que pueden comienzan a definir qué harán en sus vacaciones de verano. A esta altura del año, por lo general ya se sabe con cuánto dinero se contará para gastar, y en función de ello se elige el destino y se calculan los días de descanso. En ese marco, entre ganas y posibilidades, sólo queda hacer las consultas correspondientes y empezar a planificar el viaje.
Pero este año la cosa no viene tan fácil. La crisis económica y la enorme incertidumbre electoral de cara a las presidenciales de fin de mes conforman un escenario demasiado complejo como para tomar la decisión. A esto se suma la devaluación del dólar, que en su escalada no permite a las agencias de turismo emisivo tener ofertas claras para los potenciales viajeros que evalúan cruzar la frontera para vacacionar.
¿Costa argentina; el sur o el nordeste de Brasil; Caribe? ¿Sólo una semana o nos estiramos hasta dos? ¿Contratamos un paquete o nos vamos, por la propia, en auto? ¿Pagamos en pesos o usamos los dólares ahorrados? Preguntas que muchos se hacen por estos días y que no tienen respuestas fáciles.
Los propios operadores turísticos no saben muy bien qué hacer. ¿Vender o esperar? ¿Con qué tarifas? ¿Financiamos o contado furioso? “Está todo muy complicado. Demanda hay; la gente quiere tomarse vacaciones, aun en medio de este lío. Pero entre que los clientes no terminan de decidirse, otros que no tienen plata y nosotros que no sabemos qué y cómo vender, todo se hace difícil”, confiaba esta semana el dueño de una agencia con años en el mercado.
Según las agencias de viaje, hoy el mercado está dividido. Por un lado, quienes tratan de asegurarse las vacaciones comprando vuelos o paquetes turísticos antes de las elecciones. Por otro, quienes prefieren esperar a que el panorama político y económico se aclare. Para los primeros, el problema es que la oferta disponible es bien escasa, y lo poco que hay sólo se contrata en dólares o en pesos en un pago. Para los segundos, el riesgo es que en apenas un mes todo esté mucho más caro que hoy.
“Este año no hay cuotas, ni promociones, ni ofertas de última hora. A esta altura del año, ni siquiera tenemos tarifas”, lamentó otro operador local que trabaja fuerte desde hace años en el turismo emisivo, al tiempo que aseguró que también tienen problemas para girar divisas al exterior para pagar los servicios que contratan.
Hoy, el tradicional paquete en bus al sur de Brasil, para enero de 2024, no baja de $ 350 mil por persona. Para una familia de cuatro, hay que hablar de $ 1,5 milloes, más lo que se gaste allá. A Río de Janeiro, con aéreo, cuesta casi $ 1 millón por viajero. Y al Caribe, desde $ 1,5 millones per capita con régimen all inclusive. No hay mucho, y lo que se cotiza hoy se paga completo en el mismo momento.
Los destinos nacionales de playa son una opción, pero ante la dificultad para vacacionar afuera, se han puesto muy caros, incluso por arriba de lo que costaría ir a Florianópolis o a Camboriú. Además, casi todo ya está contratado.
Tostar la panza al sol este verano no será fácil. Hay que tener plata, hacer los cálculos muy finos, elegir sin tantas pretensiones y tratar de definir cuanto antes. Después de todo un año de laburo, quizá vale la pena hacer un esfuerzo extra, aun con tanta incertidumbre por delante. Este país siempre nos depara sorpresas, pero igual ya estamos acostumbrados.
