A raíz de una denuncia por abuso sexual en reiteradas oportunidades, el fiscal Juan Ávila Echenique solicitó la elevación a juicio de la causa que instruye contra el pastor evangélico Jorge Samuel Abdenur (78).
Se trata del titular de un reconocido templo evangélico ubicado en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, conocido como Alianza Pastoral Cristiana.
Dicha sede está ubicada en calle Francisco Zelada 1025 de barrio Colonia Lola, pero la iglesia que preside Abdenur tiene 10 filiales en al menos cinco provincias.
Se calcula que cuenta con más de 1.500 fieles que adscriben a este culto. El pastor predica y enseña todo lo atinente a la consejería de la palabra de Dios, según define él mismo durante sus presentaciones.
Pero según fuentes de la investigación, en el despacho del fiscal se apila una gran cantidad de documental sobre presuntos delitos de índole sexual que habría cometido el pastor en contra de una joven denunciante de 38 años (se reserva su identidad), quien luego de ingresar a la iglesia fue convocada a cumplir tareas de secretaria para el pastor.
De acuerdo a las denuncias que abonan el expediente, el acusado habría tocado y besado a la joven sin su consentimiento, en ocasiones reiteradas, lo que provocó una profunda sensación de temor e incertidumbre en la víctima.
Según fuentes allegadas a la investigación, los hechos comenzaron a registrarse a finales de septiembre de 2023 y se extendieron hasta noviembre del mismo año, cuando la mujer decidió abandonar para siempre el templo.
Tras la investigación, Ávila Echenique imputó a Abdenur por el supuesto delito de “abuso sexual continuado, agravado por ser ministro de un culto reconocido”.
Esta figura supone que el sospechoso habría cometido ataques insistentes, de índole sexual, contra su víctima. Y el agravante está relacionado con que el presunto agresor reviste la figura de pastor evangélico, en quien la denunciante confiaba con fe ciega.
Los hechos deben ser probados, por lo cual el pastor es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Por estos días, el hombre permanece en su domicilio de barrio Acosta y el fiscal –quien mantiene un estricto silencio sobre sus actuaciones– evitó dictaminar una detención en su contra.
El jueves pasado, Abdenur negó los hechos y se abstuvo de seguir declarando. Su abogado defensor, Agustín Goldszer, dijo que se vieron sorprendidos por la celeridad con la que se elevó la causa a juicio y adelantó que solicitará la nulidad de esta decisión.
En caso de que el fiscal no anule su decisión y mantenga el pedido de elevación a juicio, Goldszer acudirá ante el juzgado de control para oponerse a la medida.
Según el entorno de Abdenur, hay gran cantidad de testimonios y pruebas que aún no fueron incorporadas a la causa.
“Hubo poco tiempo entre la indagación al pastor y la elevación a juicio. Aún hay mucha prueba dirimente que debe ser analizada. El pastor es un hombre de 80 años que nunca debió afrontar una denuncia ni un señalamiento de este calibre y no va a cambiar su conducta a esta altura de su vida”, dijo el abogado.
Desde el entorno del pastor, señalaron que “más de 500 fieles avalan su inocencia”.
En la otra vereda, el querellante Carlos Nayi destacó la conducta de su representada: “Es una mujer valiente, quien se animó a acudir a la Justicia para que nadie más pasara por lo que ella tuvo que soportar, aun cuando debió ir en contra de todo lo que ella creía, porque nadie niega la voluntad de Dios. En este caso, ella veía representada esa voluntad en el hombre que la atacó”.
Nayi confía en que la causa avanzará y destacó la labor del fiscal: “Hay que destacar la celeridad de la fiscalía, que en un tiempo considerable llevó a cabo una sólida investigación y concluyó la etapa de instrucción, lo que abre paso al juicio”.
En caso de que se sostenga la elevación, la instancia de juicio será oral y a puertas cerradas, como suele ocurrir en estos casos donde se dirime la responsabilidad en un delito de índole privada.
La denuncia
La joven denunciante, que accedió a hablar con La Voz, dijo vivir días de “sentimientos encontrados”. “Por un lado, prevalece la tranquilidad de haber hecho lo que correspondía. Por el otro, siento temor porque el pastor tiene mucho poder y se sabe impune”, dijo la mujer en sus primeras palabras.
Nacida en Colonia Lola, conoció el templo de niña y comenzó a frecuentarlo junto a su familia. Ya cuando tenía 18 años integró un grupo de adolescentes que, según sus dichos, eran formadas en “la obediencia y la conducta servil”.
Por un tiempo se alejó del templo, aunque no sabe explicar muy bien por qué lo hizo. Lo cierto es que cuando regresó, supo que muchas otras niñas con quienes había compartido en el pasado aquel grupo de adolescentes siguieron vinculadas a la iglesia, algunas cumpliendo tareas para el pastor.
Volvió a sus 28 años y se integró a tareas de difusión, en instancias donde producía y conducía programas de radio. Al cabo de varios años, el pastor le ofreció trabajar como su secretaria. “Ahí comenzó el sufrimiento”, recordó la joven, madre de tres hijos.
“Estuve ese tiempo haciendo ese trabajo de secretaria. Mi tarea era reclutar gente, principalmente mujeres, para que trabajen con el pastor”, contó.
En septiembre de 2023 empezó a recibir, según la denunciante, insinuaciones verbales. “Me decía que yo le pertenecía. Yo no tenía derecho de tomar decisiones. No podía asistir a ningún lugar sin tener la aprobación de él. Había empezado a estudiar la carrera de paramédica y me llamaba; si no le atendía, tenía que explicar el porqué”, comentó.
Siempre según el relato de la denunciante, el acusado le prometía que al estar cerca de él no le iba a faltar nada en materia económica. Pero debía ser leal y no debía hacer comentarios sobre la relación de ellos con ninguna persona.
Pero al llegar al año de trabajo, todo comenzó a empeorar, según la mujer. “Empezó a ser más insinuante. En los habituales viajes que hacía, me obligaba a acompañarlo. Me llamaba a su oficina, muy seguido, y quería besarme en la boca, a pesar de que le corría la cara”, dijo la denunciante, angustiada.
Finalmente, aseguró que el hombre comenzó a darle besos en el cuello mientras le recordaba que, según la Biblia, las personas tenían que dar la vida por el prójimo.
“Lo veía como un padre espiritual. Pero subió de tono en las cosas que me hacía. Un día entré a la oficina y me esperaba de pie. Esa vez me tocó por primera vez la cola. Habló también de la manera en la que estaba vestida”, dijo.
Su relato se interrumpió en varias ocasiones. Aseguró que el dolor por aquellos recuerdos aún le provoca una sensación de tristeza incontenible.
“Más adelante me pedía que le tomara la tensión y me besaba los pechos. Me decía que no lo tomara a mal, que él era así, medio caradura”, mencionó.
Según el relato de la mujer, los hechos continuaron escalando en su magnitud. “Tuve que soportar infinidad de ataques, hasta que finalmente decidí irme, a pesar de las amenazas que ya para esa altura eran cotidianas”, subrayó.
En ese período de tiempo, contó, el hombre iba a buscarla a su casa. Incluso, dijo, enviaba a su secretaria a reclutarme. “Quiso evitar que lo denuncie, pero al menos otras 10 chicas pasaron por lo mismo que yo pasé. Me consta”, concluyó.
Según el entorno del pastor, el líder religioso nunca podría haber cometido estos actos. “Esta mujer hace lo que hace porque se quieren quedar con la iglesia”, dicen, en alusión a una presunta disputa interna de poder por el control de la titularidad del templo, lo cual fue negado por la denunciante.
