En este comienzo de año, y después de un cierre para el olvido en 2023, los precios en la economía argentina siguen volando, mientras los salarios continúan prácticamente estancados, salvo algunos acuerdos paritarios de último momento de unos pocos gremios.
El gobierno de Javier Milei desreguló de un día para el otro casi todas las variables económicas y aplicó una fuerte devaluación, consiguiendo que la inflación –que ya venía muy alta– se disparara a un ritmo del 25% o del 30% mensual, sin que los sueldos puedan siquiera reaccionar frente a semejante arremetida.
Con ello, el costo de vida en Argentina se convirtió casi de un día para el otro en el de un país de Primer Mundo, con salarios de uno del Tercero. No es una exageración. Es lo que efectivamente está pasando.
Basta con repasar los precios de los alimentos en algún supermercado de, por ejemplo, España y compararlos con los de una cadena minorista nacional para observar que son prácticamente los mismos. Veamos:
Un litro de leche en la “madre patria” cuesta 87 centavos de euro. Al cambio oficial ($ 941 pesos por euro) son $ 819. En un súper de Córdoba, un saché de primera marca no baja de $ 950. Hay algunas opciones más económicas, pero rondan los $ 700 o los $ 800. Casi igual que del otro lado del Atlántico.
Sigamos. La gaseosa cola más conocida de dos litros se vende a 2 euros en España ($ 1.880), mientras que en el súper de la esquina de casa sale $ 2.175 la de 2,25 litros. Lo mismo pasa con el aceite de girasol: una botella de un litro cuesta allá 1,55 euro ($ 1.459) y en Córdoba, $ 1.430, con la diferencia que la presentación local es de 900 cc.
El kilo de arroz que en el súper español se consigue a 1,30 euro ($ 1.223), y en las góndolas locales no baja de $ 1.800 en la opción más económica. Bastante más caro que a 10 mil kilómetros de distancia. Con los fideos la comparación se repite: allá, el paquete de 500 gramos ronda los 90 centavos de euro ($ 847), algo menos que los $ 900 que cuesta una segunda marca argentina.
Los huevos españoles también son ahora más baratos: la docena de color cuesta 2 euros ($ 1.882), mientras que por estas pampas valen $ 2.400. Y así podríamos seguir descubriendo que en el súper madrileño se venden muchísimos productos al mismo precio que en un comercio argentino, o incluso más baratos.
Sólo en las carnes los valores siguen siendo más económicos en las góndolas locales: en España un kilo de bifes de ternera cuesta 15 euros ($ 14.100) contra los $ 7.500 a los que se venden en una carnicería argentina. Lo mismo pasa con el pollo o con la carne de cerdo.
Con otros productos y servicios Argentina sigue siendo más barata, pero mucho menos que hasta hace unos meses. La nafta, por caso, cuesta alrededor de 1,5 euro por litro ($ 1.412) en una estación de servicio española, bastante más que los $ 806 que sale en nuestro país. El costo de los servicios también es más económico, pero la brecha promete acortarse sensiblemente a medida que el nuevo gobierno avance con el recorte de subsidios.
Mientras tanto, la diferencia de ingresos es abismal. En España, el salario mínimo interprofesional (SMI) es hoy de 1.134 euros (equivalente a $ 1.068.000), mientras que en Argentina el salario mínimo, vital y móvil (SMVM) es de apenas $ 156 mil. Si se toma el sueldo promedio, la distancia es algo menor, pero también muy amplia: 1.543 euros mensuales (casi $ 1,5 millones), contra alrededor de $ 350 mil en nuestro país.
La caída actual de los ingresos en Argentina es tan catastrófica que un SMVM ni siquiera alcanza para cubrir la canasta de alimentos más básica, lo que implica un salario de indigencia. De igual modo, los salarios promedio no llegan a cubrir la canasta básica total que determina la línea de pobreza, que en diciembre se disparó hasta rozar los $ 500 mil para una familia tipo.
Lo dicho: precios de Primer Mundo con salarios del Tercero, en un país que –a diferencia de otros– produce mucho de lo que consume con costos argentinos. Es triste, pero es así...
