Países Bajos anunció recientemente que buscará prohibir la posesión de algunas razas de animales por los problemas de salud que desarrollan, especialmente la de perros braquicéfalos, es decir, con cabeza achatada y hocico corto. Aunque la intención de la medida es la de mejorar la calidad de vida de estos canes, no deja de ser polémica a la hora de pensar en replicar una norma similar en la Argentina.
Entre las más de 20 razas de perros de “nariz chata”, encontramos pug, bóxer, bulldog francés e inglés, pequinés, cavalier king charles spaniel, boston terrier, shar pei y shih tzu. Todos presentan una predisposición a las patologías respiratorias por tener una mandíbula superior más pequeña en la que los tejidos internos son más grandes.
Por este motivo, las autoridades neerlandesas consideran que la cría selectiva es una amenaza para la salud de estos animales e incluso intentarán prohibir la difusión de fotos en publicidades o en redes sociales. Si se concreta, la norma se sumará a la de Noruega, que prohibió la cría de bulldogs ingleses y de cavalier king charles spaniels en febrero de 2022.
De acuerdo con el fallo del Tribunal del Distrito de Oslo, la cría selectiva de perros viola las leyes de bienestar animal, porque ninguna de estas razas puede considerarse “sana”. Por su parte, la prohibición de Países Bajos entraría en vigor luego de un período de transición, y aquellos que ya tengan uno de estos animales de compañía podrán conservarlo hasta su muerte.
Los problemas de salud
Los perros de hocico corto presentan con frecuencia problemas respiratorios porque tienen narices con aberturas muy estrechas, cornetes nasales excesivamente desarrollados, velo del paladar muy largo y grueso y una tráquea de pequeño diámetro.
“En esta época de verano, se les cierra la glotis. Se agitan un poco y ya empiezan a tener problemas porque pueden llegar a asfixiarse. Sufren el calor y la sofocación no necesariamente por estar al sol, sino solamente por estar en un ambiente caluroso, por lo que pueden tener golpes de calor”, detalló a La Voz el médico veterinario cordobés Fernando Colalillo.
“También son animales muy alérgicos, tienen problemas de columna, muchos pinzamientos. Son perros que a menudo hay que intervenirlos. Se les opera el paladar, se les abren las narinas para que puedan respirar mejor. No hay dudas de que sufren muchas patologías”, agregó.
Por su parte, Omar Robotti, veterinario especializado en etología, resaltó en diálogo con La Voz que los problemas respiratorios de estos animales son complejos por una cuestión genética, pero que también juega un rol importante la irresponsabilidad de los tenedores en cuanto a la selección y a la cría.
“La gente elige más por la belleza sin tener en cuenta estas enfermedades hereditarias. Pasó mucho tiempo con el ovejero alemán y la displasia de cadera, por la que quizás los canes están sanos, pero por un gen recesivo la transmiten a la descendencia”, graficó.
En la misma línea se expresó Colalillo, pero más refiriéndose a la creación de las razas: “Por hacer una mascota práctica y útil para la familia o bonita o graciosa, han creado animales con muchos problemas físicos. Hay mucha mano del hombre, que ha hecho a estos animalitos tan artificiales para beneficio propio sin tener en cuenta otros aspectos del animal”.
Sin embargo, el especialista aclaró que hay líneas de perros de nariz chata que son sanos, de la misma manera que existen ovejeros alemanes con displasia de cadera y otros que no la padecen, aunque, claro está, de todas formas pueden transmitir la enfermedad a sus cachorros.
La prohibición en debate
Los especialistas coinciden en que transpolar legislaciones como las de Noruega o de Países Bajos a la Argentina sería algo polémico y en que la respuesta podría ser más bien una suerte de paso intermedio, en el que haya una regulación legal a la cría, a la tenencia y a la reproducción antes que una prohibición completa.
“Mucha gente tiene estas mascotas responsablemente. Quizás se puede implementar una cría selectiva de animales que no tengan problemas respiratorios y que un inicio de legislación contemple que, si el macho o la hembra tienen problemas, se los castre para que no se reproduzcan”, apuntó Colalillo.
Y agregó: “Prohibir la reproducción me parece que amerita un debate. Tengo colegas que son criadores y amantes de esa raza, y decirles que de pronto no lo pueden hacer generaría controversias. Hay clientes a los que se les muere su mascota y quieren tener de nuevo la misma raza porque les dio mucha felicidad. No sé hasta qué punto se invade la decisión de cada persona”.
Robotti remarca que, en este caso, la irresponsabilidad de los dueños se suma a la falta de control y de sanciones de las entidades públicas hacia los clubes de razas o a los criadores que reproducen sólo por una cuestión estética.
“Prohibir quizás sea un exceso. En países donde hay normativas exigentes y las leyes se cumplen es efectivo, pero en el nuestro, donde tenemos un montón de leyes pero no se hacen cumplir, va a ser una cuestión de marketing gubernamental sin resultados”, sentenció.
