La dieta atlántica es un patrón alimentario tradicional originario de las regiones costeras del norte de España y Portugal. Se basa en alimentos frescos y locales y ha sido transmitida de generación en generación, destacándose por su equilibrio nutricional y su enfoque en ingredientes naturales.
Seguir un patrón de alimentación basado en esta dieta tiene un impacto positivo para la salud, pues se asocia con una menor mortalidad por todas las causas, incluido enfermedades cardiovasculares y cáncer, mejora la microbiota intestinal y ayuda a controlar el peso corporal, por lo que es beneficiosa frente al sobrepeso y la obesidad.
Así lo confirma un reciente estudio europeo, cuyos resultados se presentaron en el XX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), que se está celebrando en Santiago de Compostela.
Dieta atlántica: qué es y por qué los expertos destacan sus beneficios para la salud
“Una mayor adherencia a la dieta atlántica está relacionada con una menor mortalidad por todas las causas, por causas cardiovasculares y por cáncer, con beneficios similares a los de otros patrones dietéticos saludables”, destaca la profesora Rosario Ortolá, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.
En concreto, aquellas personas que se adhieren a una dieta atlántica presentan una mortalidad un 15 por ciento menor en comparación con quienes siguen patrones alimentarios muy distintos. En ese sentido, este tipo de alimentación se asocia con niveles bajos en algunos de los factores de riesgo cardiovascular, como el colesterol, los triglicéridos, la resistencia a la insulina, la presión sanguínea, el peso corporal y el perímetro de cintura, entre otros.
Esta dieta podría reducir el riesgo de depresión y ayudar a tener una buena microbiota intestinal, algo que impactaría tanto en la salud digestiva como en la salud general. Para las personas mayores, está demostrado que la dieta atlántica tiene tantos beneficios sobre la mortalidad como la dieta mediterránea.
Beneficios frente a la obesidad
En lo que respecta a la obesidad, el estudio GALIAT, en el que participaron 250 familias durante un periodo de seis meses, demostró que aquellas personas que se alimentaron en base a la dieta atlántica vieron mejorado su peso corporal, su índice de masa corporal (IMC) y de medidas de adiposidad y sus niveles de colesterol.
“En 6 meses, los adultos del grupo de intervención perdieron 1,1 kg de peso corporal y redujeron 5,2 mg/dl de colesterol total en comparación con el grupo control. También se observaron mejoras en otras variables antropométricas y niveles de colesterol LDL, confirmando los efectos positivos de la dieta atlántica sobre la adiposidad y el perfil lipídico”, cuenta la coordinadora de este estudio, María del Mar Calvo Malvar, del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.
Además, la intervención ayudó a reducir en un tercio el riesgo de desarrollar síndrome metabólico en el grupo de intervención frente al de control. Esto resulta importante porque casi un 25 por ciento de la población adulta mundial padece este trastorno, que incrementa de forma significativa la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y/o enfermedades cerebrovasculares.
En qué consiste la dieta atlántica
La dieta atlántica es la dieta tradicional del noroeste de España, en particular de Galicia, y el norte de Portugal. Se caracteriza por un elevado consumo de alimentos frescos, de temporada y de origen local, como frutas, verduras, cereales integrales, principalmente en forma de pan, legumbres, papas, pescados y productos lácteos.
Destaca la presencia frecuente, entre tres y cuatro veces por semana, de pescados y mariscos, así como el consumo elevado de lácteos, especialmente leche y queso. Mientras, el consumo de carne de ternera y cerdo, así como de huevos, es más moderado.
Otra de las características de la gastronomía atlántica es el consumo diario de frutas y verduras, y particularmente de verduras de la familia de las Brassicas, como el grelo (el brote floral del nabo), la berza (una variedad de col) o el repollo.
Como principal fuete de grasa para cocina y aliño se emplea el aceite de oliva y el consumo de vino es moderado, generalmente en las comidas.