Lo dijimos más de una vez en esta misma página: el regreso a las aulas es el tema de 2021, así como el fenómeno de la pandemia y sus consecuentes restricciones sociales fueron el tema de 2020. Dos años seguidos de incertidumbre que serán difíciles de olvidar para todos.
Sin dudas, el paréntesis que se abrió en la vida de millones de argentinos a causa del coronavirus tuvo diferentes grados de intensidad en cada individuo. Algunos sufrieron la pérdida de familiares o de amigos; otros vieron derrumbarse sus fuentes de ingreso, y no pocos padecieron ambas fatalidades juntas.
En el caso de los niños y de los adolescentes, la experiencia de no poder asistir de manera presencial a las escuelas durante un ciclo lectivo completo fue determinante en este período de sus vidas, no sólo en términos educativos sino también sociales y afectivos.
El viernes pasado ya le dedicamos un Primer plano al tema, sobre todo para contar cómo se estaba organizado el transporte público en la ciudad de Córdoba y en el resto de la provincia ante el inminente crecimiento de la demanda. A la vez, destinábamos una página para que los propios alumnos contaran en primera persona por qué están ansiosos de volver a las aulas.
Hoy, en el día del retorno masivo, con más de un millón de alumnos de nivel primario y secundario que inician las clases en la provincia de Córdoba, explicamos por qué sería apresurado hablar de “vuelta a la normalidad”. Es que habrá que adaptarse a los protocolos de seguridad sanitaria, a los movimientos restringidos que permite la organización de los estudiantes en pequeños grupos denominados burbujas y a la combinación de horarios presenciales y virtuales.
Por eso consultamos a especialistas en Ciencias de la Educación y en Psicología, quienes recomiendan cómo encarar esta situación tan peculiar, para evitar que las expectativas se transformen en decepciones.
