La crononutrición es una rama de la ciencia que estudia cómo el momento en que se come influye en la salud. No se trata solamente de contar calorías, sino de alinear las comidas con los ritmos circadianos, ese reloj interno que regula funciones como el sueño, la digestión y la producción hormonal.
Según la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología en la Universidad de Murcia, España, comer a deshora provoca una “cronodisrupción”, un desajuste entre el reloj central (ubicado en el hipotálamo) y los relojes periféricos de órganos como el páncreas, el hígado o el tejido adiposo.
Esta desincronización se relaciona con enfermedades como la diabetes tipo 2, obesidad, depresión y hasta el Alzheimer.
Comer tarde: más calorías, más grasa, menos salud
Varios estudios demostraron que cenar tarde o almorzar después de las 15 reduce la eficacia de las dietas para bajar de peso.
Uno de los más destacados, liderado por Garaulet y Frank Scheer (Harvard Medical School), siguió a 420 personas en un plan de adelgazamiento. A igualdad de condiciones (dieta, ejercicio y horas de sueño), quienes almorzaban temprano perdieron en promedio cuatro kilos más que quienes lo hacían tarde.
¿La explicación? El cuerpo metaboliza de forma distinta según la hora. A las 12 del mediodía tiene una mayor sensibilidad a la insulina, lo que facilita la quema de glucosa. Pero a medianoche esa sensibilidad baja hasta un 50%, favoreciendo el almacenamiento de grasa.
Qué pasa si comemos justo antes de dormir
Un experimento reciente publicado en PNAS con mujeres jóvenes sin sobrepeso reveló que una sola semana comiendo a las 16:30 en lugar de las 13:30 alteró sus niveles de cortisol, la tolerancia a los carbohidratos y el ritmo circadiano de la temperatura corporal. Presentaban patrones metabólicos similares a los de personas mayores y obesas.
Además, cenar cerca de la hora de dormir genera un choque entre la insulina (liberada tras la comida) y la melatonina (hormona del sueño), lo que empeora la respuesta glucémica y aumenta el riesgo de diabetes tipo 2.
A quién afecta más cenar tarde
Un estudio masivo publicado en la revista Cell identificó una variante genética (MTNR1B) que altera la forma en que las personas metabolizan la glucosa tras cenar tarde. Esta mutación está presente en aproximadamente el 51% de la población mundial, y quienes la tienen son más propensos a desarrollar diabetes si cenan a deshora.
En resumen: no a todos nos afecta igual comer a cualquier hora. Pero si sos parte de ese 51%, tu cuerpo podría agradecer una cena más temprana.
La hora importa más de lo que se cree
Así como nos afecta dormir mal, también nos afecta comer mal… en cuanto al horario. La crononutrición está cambiando la forma en la que entendemos la salud metabólica. Ya no se trata sólo de qué comemos, sino cuándo lo hacemos.
La recomendación de los expertos es clara: almorzar antes de las 15 y cenar al menos 3 horas antes de ir a la cama. Y si vas a comer algo dulce… que sea por la mañana. Así, tu cuerpo lo asimila mejor y evitás sumar calorías innecesarias.