Silvina está más cansada que nunca. La mujer que todas las mañanas me prepara el café en la estación de servicio dice que está “repodrida”.
Que no pudo festejar la Navidad con sus padres porque una hermana dio positivo. Que en vez de trabajar tiene ganas de salir a la vereda y sentarse a llorar. Sus hombros están más caídos que nunca y su mirada se pierde en el horizonte cada vez que se pausa para hablar.
El enojo es una emoción predominante hoy, además del cansancio. Una bronca que sobreviene de la desilusión por haber pensado que la pandemia era cosa del pasado. Lo dicen los psicólogos. Una reacción que termina de fortalecerse cuando se encuentra un culpable. Y entonces aparecen las ideas conspirativas.
La hermana de Silvina se hizo ¡tres test! hasta que el último terminó dándole positivo. Dice que esas pruebas no sirven y que ya no sabe a quién creer. Ella, que todas las mañanas me pregunta sobre qué me toca escribir hoy, intuyo que espera una respuesta.
Le explico que, según tengo entendido (y esto puede cambiar porque la ciencia está en constante revisión), algunos artículos refieren que las técnicas habituales de detección del Sars-Cov-2 tendrían menor sensibilidad frente a Ómicron. Aclaro que ninguno de estos estudios es concluyente y que es probable que los falsos negativos se den por errores en la toma de muestras o porque la persona no se testeó en el momento indicado.
Me retruca: “Para qué tanto lío, si al final Ómicron sólo provoca cuadros leves”. Lo escuchó por televisión. Es cierto, pero, con semejante cantidad de casos, tarde o temprano el goteo de internaciones puede estresar al sistema de salud.
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Parecido a un resfrío
Abro el chat de WhatsApp y pido ayuda a Miguel Díaz, coordinador de la Comisión Clínica del Ministerio de Salud provincial. El director del hospital Rawson explica: “Pareciera que Ómicron tiene una mayor reproducción o carga viral desde los bronquios para arriba. Se diferencia de otras variantes que se reproducen más en los pulmones o en las vías inferiores. Eso explicaría por qué hay menos neumonía, menos enfermos graves y menos muertes. Pero, como la incidencia o cantidad de casos es mayor, aun con un menor porcentaje, se va a internar mucha gente”.
Al reproducirse más en las vías superiores, los síntomas son más parecidos a los de un resfrío: estornudos, rinitis, mocos.
Díaz agrega que el Rawson, centro de referencia de atención de Covid-19 en Córdoba, ya tiene el 67 por ciento de sus camas ocupadas. En total, 53 internados con diagnóstico confirmado y siete bajo sospecha. También en el sector privado están preocupados, me escribe otro asesor del Ministerio de Salud. Si nosotros estamos cansados, ni me imagino el equipo de salud.
Aunque haya muchos casos leves, con un número tan alto de infecciones, inevitablemente habrá una cifra importante de enfermedades graves en un sistema de salud estresado por dos años de pandemia. Y aún más: alta tasa de contagio entre profesionales y equipos reducidos por licencias de verano. Si a eso le sumamos la altísima movilidad de personas, las actividades masivas y el cansancio, no quedan dudas de que esta ola no es un invento.
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La teoría del virus inteligente
No la noto convencida. Entonces le cuento la teoría del virus inteligente que me explicó Gonzalo Castro, responsable del área de Biología Molecular del Laboratorio Central de Córdoba: “La estrategia de cualquier virus es poder sobrevivir en el huésped y no liquidarlo. Es lo contrario a lo que pasa con el ébola, que termina matando a la persona. Probablemente Ómicron esté evolucionando y se esté adaptando al hospedador para persistir en el tiempo”.
Castro agregó que las pruebas de laboratorio están detectando que las personas infectadas con esta variante excretan más virus, sobre todo en las vías aéreas altas. Por eso es más transmisible. Esto se mide indirectamente con los valores de CT (umbral de ciclo, por sus siglas en inglés). Cuanto más bajo el valor, mayor la carga viral.
Pero hasta cuándo. Ella quiere saber. Y le cito un textual del virólogo: “El Sars-Cov-2 ocupó un nicho biológico y desplazó al resto de los virus respiratorios. Por más que busquemos influenza, no la encontramos porque fue desplazada. Va a llegar un día en que el Covid-19 sea enfermedad estacional, se intercale con la gripe y circule como un virus habitual. Pero antes debe haber agotado a todos los huéspedes susceptibles”.
¿Eso será en un mes? ¿En un año? Son preguntas de Silvina. Le digo que cualquier predicción de más de dos semanas, en vez de pronóstico, es un horóscopo. Y entonces me dice que no puede vivir con tanta incertidumbre.
Termina su turno. Se va a jugar un rato con sus hijos, a ver si se despeja. Ya no tiene los hombros caídos. Quizás en esas pequeñas cosas encuentre consuelo. Algo que calme su angustia por no encontrar las respuestas que tanto anda buscando.
