Gastón Ñañez, un joven cordobés de 28 años, es quien está detrás del personaje “Chico Pan” en redes sociales. Comenzó hace cuatro años a mostrar su trabajo como panadero en internet y cada vez más gente lo sigue. Es furor en Instagram y TikTok, con más de 150 mil seguidores, y por participar del trend “la guerra de panaderos” a nivel nacional.
En la pandemia, el restaurante donde trabajaba Gastón cerró y le regalaron algunas máquinas como forma de pago. Desempleado y cansado de trabajar para otras empresas, comenzó su pequeño emprendimiento de panes y masas al que llamó En Nombre del Pan.
Su emprendimiento copó la casa de sus abuelos, en barrio Alto Alberdi, donde vivió siempre. La transformó por completo en su pequeña fábrica y, con la ayuda de su madre desde los inicios, lleva con éxito su negocio.
Por el momento el lugar no es una panadería abierta al público: sus clientes le compran a pedido y los panes se envían por delivery.
“Yo ya vendía panes cuando trabajaba en restaurantes, siempre hacía una masita y la llevaba en la mochila, desde ahí mis amigos y familiares me empezaron a decir Chico Pan, un personaje que se creó y con el que hoy me nombro en redes”, recordó Gastón.
Su negocio se distingue por la fabricación artesanal de panes de masa madre, alguno de ellos veganos e integrales, y masas hojaldradas, con laminados en manteca. Hace rolls de canela, croissant, medialunas de grasa, pan de chocolate y prepizzas. Varios de esos productos se han puesto de moda en los nuevos cafés al paso, clientes habituales de En Nombre del Pan.
La cocina es un oficio de familia, los hermanos de Gastón también son cocineros: “Cuando terminé la escuela elegí la cocina para poder viajar, pensaba que me iba a abrir puertas. Estudié en Córdoba pero no alcancé a recibirme porque fui padre y tocaba trabajar. Igualmente me enseñaron mucho en los restaurantes y hoteles donde trabajé”, remarcó.
Aprendió de panadería en una de las pasantías en un hotel de lujo en Córdoba. Gastón se especializa en masas de pizza y de pastas. “Cocinero ya iba a ser, tenía que sumar algo más; pasteleros hay muchos, entonces le dije a mi jefe que quería saber más de panadería”, recordó.
Casi como obras de arte, hoy muestra en sus redes sociales su trabajo diario. Amasa, pincela, corta y dobla la masa como un artesano.
Con el tiempo aprendió más, realizó cursos y siguió estudiando de forma autodidacta. Actualmente, mediante videos les enseña a sus seguidores a hacer pan y da consejos para fabricar sus propias masas laminadas.
“La panadería es muy importante para mí ya que más de una vez me salvó, a nivel económico y psicológico; también es un oficio que tiene mucho valor”, destacó Gastón.
El panadero es conocido no solo por su trabajo sino también por sus emblemáticos tatuajes: en casi todo su cuerpo lleva dibujos de panes.
Sin embargo, sus tatuajes en el ámbito gastronómico fueron en algún momento un impedimento. Gastón relató que le cerraron las puertas en algunos lugares por su aspecto físico. “Quiero mostrar que una persona que está toda tatuada hoy puede cocinar y romper con los prejuicios. Son un distintivo en mi marca: la gente me reconoce en las redes sociales y en la calle también por estar tatuado”, remarcó.
Guerra de panaderos
La trivia de la “Guerra de panaderos” se volvió viral en TikTok. Un panadero incentivó una competencia entre colegas donde se desafían a elaborar el mejor pan, tener la panadería más ordenada y trabajar más. A través de los videos, los panaderos de diferentes ciudades de Argentina muestran a sus usuarios algunas recetas y trabajos.
Los cocineros incentivan allí a sus seguidores para compartir sus videos. Cada posteo viral trata de superar al anterior en una competencia en la que la higiene, la calidad, la imagen y la presentación del resultado final cuentan. Gastón aparece en TikTok como el panadero más destacado de Córdoba.
Una amiga animó al joven a sumarse cuando vio que en varios videos las cocinas de las panaderías y los trabajos eran poco higiénicos. “Aproveché para enseñar lo que hacíamos en la panadería, mostraba que hay otro tipo de trabajo más limpio y ordenado”, explicó el cordobés.
Y agregó: “Si bien yo ya tenía mi público, los videos de la ‘guerra de panaderos’ se viralizaron, la gente venía al local, a mi casa, a toda hora. La gente me saluda y me dice que los inspiro para hacer su emprendimiento y que aprendieron de mis recetas; eso me pone muy feliz”.
Gastón es quien produce por completo sus videos, él se filma y se edita. Cuida la estética y siempre trata de innovar en sus redes sociales.
El joven sueña con poner su propia panadería y dedicarse exclusivamente a enseñar su oficio, sin salirse –claro ya– de las redes sociales.
Un día en la panadería de Gastón
Con un ambiente familiar y hogareño la casa de los abuelos de Gastón siempre huele a pan casero. Su mamá abre la puerta. Al ingresar, lucen acomodados diferentes panes en una repisa, recién horneados y listos para empaquetar. Entrar a la pequeña fábrica es un deleite y una tentación. Van y vienen bandejas de rolls de canela listos para laminar.
El día de Gastón arranca siempre a las 6. Lo primero es controlar que los panes y laminados estén bien fermentados. También, sacar las masas que estuvieron al resguardo en el frío. Luego se procede a prender los hornos.
Manos a la obra, los panes se amasan, se cortan y se decoran con un sutil dibujo hecho con navaja. Entre masas y brochas los laminados se pincelan y se hornean.
Con cuarteto de fondo, se anotan los pedidos del día. Por último, los pedidos se empaquetan en cajas y bolsas reciclables y salen los repartos hacia los clientes.
“Una vez que prueban el producto la gente se queda; tengo muchos clientes habituales y le vendemos a algunos bares. Siempre tratamos de mantener y superar la calidad”, comentó orgulloso.
Los productos más vendidos son las croissant, los rolls de canela, el pan de campo y las ciabattas. Los vende de forma individual o por combos, que pueden costar desde $ 1.500 a $ 4 mil, dependiendo de la cantidad de masas.
Gastón dedica como mínimo 10 horas al día a su trabajo, de lunes a sábados. Actualmente trabajan junto a él varios ayudantes y cuenta con unos 20 clientes al día.