En un complejo juicio, la Cámara 1ª del Crimen de Córdoba terminó condenando a la pena de 12 años a un hombre que quiso matar a golpes en la cabeza, y con una maza de albañil, a su pareja. Incluso, luego quiso atropellarla con su auto, vehículo que chocó contra un árbol.
La víctima sobrevivió afortunadamente gracias a que pudo escapar de la vivienda y por la decidida participación de vecinos que decidieron auxiliarla, la llevaron a un hospital y alertaron a la Policía.
El ataque ocurrió en barrio Villa El Libertador, franja sur de la Capital, en julio de 2024.
R. M. fue condenado por tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género, tal como había solicitado la fiscal de Cámara, Milagros Gorgas.
No fue simple para la funcionaria sostener la acusación dado que, no sólo que el imputado negó los hechos y luego dio una versión confusa, sino que la víctima llegó a declarar que los golpes sufridos en la cabeza habían sido recibidos al dar contra una ventana.
“Fue un típico caso de círculo de violencia. La víctima en cierta forma perdonó al agresor y hasta quiso salvarlo producto de una relación asimétrica, violenta y machista”, comentó una fuente judicial.
Sin embargo, el volumen de la prueba, los testimonios de testigos y otros elementos recabados en el marco de la pesquisa permitieron sostener la acusación y terminaron cercando al agresor quien volvió a la cárcel.
Y se dice “volvió” porque ya había estado preso antes tras haber sido condenado por asociación ilícita.
Su identidad no se da a conocer para preservar la identidad de la víctima.
Ataque brutal y escape a la salvación
Todo sucedió en la noche del 4 de julio de 2024.
Eran poco más de las 21 cuando se produjo una discusión entre R. M. y su pareja en el domicilio que compartían. De acuerdo a la investigación, hubo un cruce de palabras por la compra de una computadora.
En esas circunstancias, el hombre comenzó a gritar a su pareja y a arrojar al piso distintos elementos que hallaba a mano. Asustada, la mujer decidió irse del hogar con la intención de buscar refugio en lo de su madre.
Fue en ese momento que el hombre tomó una maza de albañil y la emprendió contra ella mientras gritaba: “Te voy a matar”.
La mujer alcanzó a poner un brazo y evitó que el primer golpe le diera de lleno en la cabeza. De todos modos, fue lesionada por la pesada herramienta. Al segundo golpe ya no lo pudo evitar.
En medio de la desesperación y la conmoción, la chica pudo abrir la puerta y escapó hacia la calle. En medio de la oscuridad, alcanzó a esconderse por unos instantes detrás de un árbol.
Como si nada hubiera sido suficiente, el agresor salió a la calle (maza en mano) arrancó el auto y, tras ver dónde ella se había guarecido, chocó contra el árbol.
Afortunadamente, y a pesar de las lesiones en la cabeza, la mujer pudo escapar corriendo hasta un centro social ubicado a unas cuadras donde pidió ayuda.
Un vecino la cargó en el auto y la trasladó hasta un hospital, donde recibió las primeras curaciones.
Dada la seriedad de las lesiones, luego sería derivada luego a un centro de salud de mayor complejidad, donde la salvaron.
R. M. alcanzó a escapar aquella noche antes de que la Policía llegara a su casa. Fue atrapado a las pocas horas.
La causa fue instruida en la fiscalía de Gerardo Reyes, del fuero de Violencia Familiar, quien se encargó de recolectar las pruebas, testimonios y distintos análisis para cercar al acusado y mandarlo a juicio.
Juicio y condena
Dieciséis meses después de aquel salvaje ataque, R. M. llegó a juicio en la Cámara 1ª del Crimen, en los Tribunales 2 de Córdoba.
El acusado siempre negó los hechos. Incluso, durante la instrucción ensayó una suerte de “justificación” sobre lo ocurrido aquella noche y brindó otra versión de lo sucedido.
No fue simple mantener la acusación ya que la víctima declaró que los golpes recibidos en la cabeza habían sido provocados por ella misma “al dar contra una ventana”, según señalaron fuentes de la causa.
De todos modos, la acusación se basó en otros elementos como numerosos testimonios (de allegados a la víctima, de vecinos, policías y de personas que la asistieron aquella noche y que refirieron lo que ella les manifestó esa jornada), además de pruebas técnicas, análisis médicos y otros elementos que terminaron cercando al imputado.
Cabe señalar que en el juicio surgieron relatos sobre otros episodios de violencia del hombre con otros familiares suyos.
Finalmente, la Cámara 1ª del Crimen terminó condenando a R. M. a la pena de 12 años de cárcel efectiva por tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia de género, en consonancia con lo que había solicitado la fiscal Milagros Gorgas.
