Aunque la luz solar aporta beneficios como la síntesis de vitamina D, efectos antidepresivos o acción bactericida, una exposición inadecuada a la radiación ultravioleta (UV) puede tener consecuencias negativas.
Así lo advierte la dermatóloga Ana Ramírez, profesora del Grado en Medicina de la Universidad Católica de Murcia (Ucam), quien identifica a la radiación UV como el principal factor del envejecimiento cutáneo prematuro y de diversas enfermedades dermatológicas.
Qué es la radiación UV y por qué daña la piel
Existen tres tipos de radiación ultravioleta:
- UVA: representa el 95% del espectro solar. Penetra profundamente en la piel y genera daños acumulativos. Es la más preocupante, incluso relacionada con el cáncer de piel.
- UVB: es la responsable del bronceado y las quemaduras solares.
- UVC: no llega a la superficie terrestre porque es bloqueada por la capa de ozono.
Con el paso del tiempo, estos efectos se acumulan, acelerando el fotoenvejecimiento, generando manchas, acné y otras alteraciones cutáneas.

Cómo proteger la piel del sol
Ramírez recomienda una protección continua durante todo el año, no solo en verano.
- Usar protector solar de amplio espectro (FPS 50) como mínimo.
- Elegir el producto adecuado según el fototipo de piel.
- Aplicar crema solar también en días nublados.
- Evitar el sol entre las 11 y las 18.
- Utilizar barreras físicas: sombreros, anteojos, ropa con protección UV.
- No olvidar zonas sensibles: labios, cuello, escote y manos.
¿Y en invierno? También hay que protegerse
Según la experta, en los meses más fríos también es clave aplicar protección, con un FPS de entre 30 y 50.
“La radiación sigue estando presente y puede generar daños, aunque no haya calor o luz solar directa”, aclara.
Piel sana, desde adentro hacia afuera
La especialista también destaca la importancia de:
- Mantener la piel hidratada.
- Evitar el uso de productos con perfumes.
- Seguir una alimentación saludable.
- Consultar al médico si se está tomando medicación antes de exponerse al sol.
En menores de un año, no se recomienda la exposición directa al sol. A partir de esa edad, se debe evitar el horario crítico y usar siempre filtros físicos (no químicos).
La radiación ultravioleta es silenciosa pero acumulativa y la mejor defensa es la prevención diaria, con productos adecuados y buenos hábitos. Consultar a un dermatólogo es clave para saber cómo protegerse según cada tipo de piel y situación.