Con la preocupación puesta en reducir eventuales efectos adversos por el uso inadecuado de herbicidas, el área de Ambiente de Colonia Caroya viene monitoreando el uso de tecnologías con menor impacto sobre el ecosistema de la ciudad.
En uno de los casos de estudio, Caroya vienen evaluando la tecnología conocida como Weed-IT (desmalezalo), un sistema de sensores que se integran a máquinas de aplicación de agroquímicos.
Dicho sensor identifica las malezas y les aplica una dosis dirigida de herbicidas, lo que reduce la carga de químicos en el suelo, pero también el consumo de combustible y de agua.
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Según un relevamiento realizado por Ambiente, los herbicidas tienen una participación cercana al 85% en lo que a controles fitosanitarios se refiere, mientras que en las superficies monitoreadas se verificó que la cobertura de malezas variaba entre el 5 y el 28% sobre el total.
En síntesis, se viene aplicando una cantidad mayor de productos químicos que lo que las malezas requieren con el consiguiente efecto residual para los suelos, el agua y el aire.
Un lote periurbano
En el caso de estudio, se verificó que con el uso de la tecnología weed-it en un campo de 700 hectáreas de superficie y en la etapa que se conoce como “barbecho” (tiempo entre cosecha y nueva siembra) se verificó una reducción de un 64% de productos herbicidas.
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Ese menor impacto ecosistémico reduce la probabilidad de exponer a cultivos sensibles como la vid y otros frutales de hoja ancha, a los efectos de herbicidas hormonales, una preocupación que viene siendo abordada desde hace años por el gobierno de Córdoba y el municipio.
Toda la información recolectada en esta etapa será remitida a la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC, para contonuar con los estudios ecotoxicológicos que se integran a esta tecnología.
Tiene relevancia el estudio porque el campo en estudio está ubicado sobre el límite Este de la ciudad y el productor cuenta con tres máquinas que disponen de los sensores para la aplicación dirigida del químico únicamente a la maleza.
Un debate que hay que darse
Desde que en 1997 Caroya denunció públicamente que sus vides -recién implantadas e importadas desde Italia- sufrían por la deriva de productos químicos aplicados sobre campos cerealeros, la lucha ha sido desigual.
Y más allá de que hubo avances legislativos con prohibiciones concretas y períodos de uso, lo concreto es que con cierta regularidad esos efectos perniciosos de las derivas se siguen denunciando y observando.
El uso de nuevas tecnologías que impliquen aplicaciones más precisas, no sólo con las weed-it, sino también con el uso de drones y otras tecnologías mecánicas permitirían aminorar los impactos y permitir una convivencia más armónica entre producciones extensivas e intensivas.
Eduardo Angulo, jefe del Departamento de Ambiente caroyense, se muestra optimista: “Si disminuís el contacto con el suelo de estos herbicidas, reducirías también su carga contaminante, sobre las masas de aire, el suelo, y el agua. Para nosotros, cobra una importancia vital”.
“No se trata sólo -añadió Angulo- de una cuestión de ahorro económico porque se aplican menos litros de productos químicos que se aplican, sino de menos consumo de combustible porque también tiene efecto sobre el Cambio Climático”.
Para el funcionario, ninguna ciudad urbano-rural debiera quedarse de brazos cruzados mientras existe una tecnología que contribuye a disminuir los efectos del uso de químicos en las zonas periurbanas.
