Para Colonia Caroya, defender lo propio es una verdadera política de Estado desde hace muchos años. Pero no sólo surge de las autoridades, sino también de los productores locales, que vienen desarrollando diversas formas de asociativismo.
Desde la emblemática Bodega La Caroyense, que marcó un verdadero hito en la ciudad y fue una de las más importantes del país, hasta los chacareros que, en plena crisis del sector, se unieron en grupos de “cambio rural” para comprar maquinaria y poder crecer, siempre en conjunto.
Esto, claramente fomentado por las autoridades locales de todos los signos políticos, que siempre respaldaron esta idea de comunidad.
Por eso, hace alrededor de seis meses, cristalizó un proceso que comenzó mucho tiempo atrás, denominado: “Marca origen”.
Ese sello se presentó como el certificado de que un producto es típicamente caroyense, lo que refuerza el nombre de la ciudad, asociado a la buena gastronomía y a la calidad en la elaboración y trazabilidad de todo el proceso.
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En esto se incluyen bodegas, elaboradores de dulces caseros, panificación, restaurantes y otras producciones que tienen una identidad propia.
Este miércoles se entregaron las primeras 17 certificaciones, para que cada producto pueda llevar impresa la marca origen como una etiqueta que pueda ser de utilidad también al consumidor, que muchas veces no tiene certeza de que lo que está adquiriendo es caroyense.
Es muy común ver en todos los valles turísticos un cartel escrito, generalmente a mano, con un mensaje que es llamador: “Salame Caroya”. En realidad, un porcentaje menor de lo que se vende en estos lugares está fabricado efectivamente en la ciudad, respetando décadas de tradición.
Las autoridades del municipio se mostraron muy contentas de poder avanzar en esta iniciativa, que cuenta con un consenso general, dado que la industria gastronómica no sólo genera ingresos millonarios para la localidad, sino que de ella se desprenden miles de fuentes laborales directas e indirectas.
A esto se suma el sector turístico, que cada vez cuenta con más emprendimientos que apuntan a ofrecer la “experiencia Caroya”, que va mucho más allá de comerse un buen salame a la sombra de un plátano.
También hay una historia para conocer y un sector rural de fincas y plantaciones de vid que es único en Córdoba.