Rodar en bicicleta viendo cada territorio con trepadas y curvas cerradas para sortear exige cierto entrenamiento y técnica. Mucho más difícil se hace cuando no se puede ver.
Es el caso de Joel Torello (33), quien padece una disminución visual severa. Sólo acompañado por Esteban Maschio (42), que es el conductor de la bici “tándem”, puede disfrutar de un entrenamiento diario.
Joel y Esteban son cuñados y viven en Río Tercero.
Este domingo, en medio de un viento con fuertes ráfagas, la pareja desafió la travesía del “ruralazo”, en la zona de Los Cóndores. En esa carrera, donde había corredores de distintos puntos de la provincia, recibieron una mención especial por su participación.
La pareja asegura que son los únicos que practican ciclismo en tándem, al menos en Río Tercero y región.
No pasó desapercibido para el público presente de la carrera que la pareja se comunicaba hablando directamente a viva voz, sin usar auriculares. Cada uno maneja sus propios pedales.
Ambos insisten que han padecido distintas barreras para participar en las carreras en el orden provincial, a nivel competitivo. porque -aseguran- no existe la categoría tándem.
A su vez, coincidieron en lo dificultoso que les resulta adaptar esa bicicleta, que no rueda igual en pavimento, que en los caminos rurales.
Joel contó a La Voz que es analista en Sistemas y trabaja en el municipio. Su cuñado es bancario. Ambos tratan de coincidir en los horarios porque entrenan a diario el mayor tiempo posible
En primera persona
Esteban oficia de guía. Largan como eyectados. La cara de felicidad redondea su satisfacción de estar arriba de la bici. Se percibe una armonía especial en la pareja, se conocen en los desafíos que hay que sortear en cada trazado.
“Estamos participando en las carreras que nos permiten, desde hace un año. Nuestro sueño es hacer la carrera del río Pinto, en La Cumbre, donde hay una categoría en tándem”, narró Esteban.
De muy buen humor, Joel aparece como un agradecido de la vida y de poder practicar ese deporte: “Nací prematuro, a los cinco meses; me quemaron la vista con oxígeno. A un ojo lo perdí a los 12 años porque se me desprendió la retina y en 2020 del otro ojo sufrí glaucoma agudo, con el que veo sólo un 3% (apenas sombras)”, contó.
Explicó que en su certificado de discapacidad aparece que su patología es de “visión subnormal”.
Joel citó que comenzaron a investigar cómo podrían hacer ciclismo con sus limitaciones. “Nadie sabe, tenés que ir adaptándote, hay mucho casero porque no podés importar las piezas necesarias”, apuntó.
Advirtió que en muy pocas carreras hay competencias adaptadas y en algunas “no saben ni cómo anotar a la pareja”. Subrayó que en ese sentido “hay mucho por hacer” en la provincia en esta disciplina.
En la última carrera, el dúo sorteó curvas cerradas en un camino rural complicado. “Pero todo es comunicación y tenemos que tener el mismo ritmo, la misma fuerza. Y mi guía me dice cuando hay pozos o cuando hay que doblar”, deslizó Joel.
Esteban dice que se están entrenando a diario para poder competir.
A la vez explicó que mandaron a hacer el cuadro y el resto de los componentes los fueron adaptando para ensamblarlos. La parte delantera, por caso, se ve como una bicicleta común, pero la parte trasera, que ocupa Joel, en este caso, es una unión adaptada.
“Queremos que todas las marcas fabriquen bicicletas tándem, que hoy no ocurre. En Río Tercero y la región somos los únicos que practicamos con tándem”, concluyó Joel con un sesgo de esperanza.
