En tiempos hostiles y difíciles, la solidaridad sale a dar una mano. En ese marco, un mercadito de Villa María es un ejemplo: tienen un carrito con alimentos para que, quienes no pueden pagar, se lleven algo para comer.
Se trata del almacén “Don Piazza”, ubicado en barrio San Justo, que hoy es atendido por los nietos del dueño.
Ellos fueron quienes tuvieron la idea, más allá de que el corazón de Piazza –cuentan– siempre fue grande y se encargó de que en la mesa de sus vecinos siempre haya algo para comer.
Quienes van al local, se encuentran con un carrito lleno de productos esenciales y un cartel que reza: “Señora mamá, si necesita alimento para sus hijos puede llevar sin cargo”.
Un vecino dio aviso a El Diario, de esta ciudad, que difundió la historia.
Los nietos, Analía, Loló y Gabriel, contaron a ese medio que la idea fue de ellos, pero que hubo clientes que se sumaron y el carrito, por ambas vías de aportes, “hasta ahora nunca se vació”.
Primero pusieron algunos artículos de primera necesidad y después quienes iban a comprar un producto, compraban otro para dejar.
“No es dinero lo que dejan, sino algún producto; casi siempre se trata de alimentos no perecederos”, explicaron.
Dicen que con la propuesta, “la gente se siente bien participando y nadie se aprovecha”, cuentan los nietos de Don Piazza sobre el círculo solidario que funciona perfecto.
Gestos similares se vienen observando en negocios de algunas ciudades cordobesas: un carro en el que los clientes pueden dejar alimentos para alguna campaña solidaria puntual.
En este caso, está imaginada para el día a día de quienes están más complicados en su subsistencia.
