A cinco años del fallecimiento de Héctor Otegui, inauguran una muestra con 19 de sus obras, en el Palacio Municipal.
Otegui fue pintor, escritor, poeta, escultor, escenógrafo. Falleció en agosto del 2019, a los 99 años. Expuso junto a grandes maestros de la pintura. Sus paisajes del sur cordobés llegaron a Estados Unidos, España, Chile, México, Perú, Francia. Pero siempre eligió vivir en el barrio “pueblo” Alberdi de Río Cuarto, donde creó la escuelita “La Mancha” para dar clases gratis y sacar a los niños de la calle.
En la capital alterna es admirado y querido no sólo por su talento sino por su compromiso social, su humildad y sus ocurrencias. Tenía un zapallo colgado en su atelier “para recordar que todos somos zapallos”. “Ninguno es más que otro”, decía.
Entre otros títulos, fue reconocido como Doctor Honoris Causa de la UNRC, Ciudadano ilustre de Río Cuarto, Maestro destacado de la Nación, y como uno de los “Mayores notables”, por la Cámara de Diputados de la Provincia (2012). En barrio Alberdi, la casona donde enseñaba gratis fue convertida en un museo. Siguiendo con su legado, sus alumnos suelen dictar talleres gratis para adultos y niños.
La exposición de cuadros de Otegui puede visitarse de 9 a 13 y de 15 a 20 en el espacio cultural Arregui Cano, del edificio municipal. El curador Carlos Márquez, sostuvo que “Otegui era reconocido como pintor paisajista” y los cuadros seleccionados “representan su época de esplendor”.
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En su última entrevista con este diario, a los 99 años, Otegui expresó: “He pintado el nacimiento de río Cuarto… era todo pastito, caminitos con hormigas, no había veredas. Venían un grupo de italianos, sus mujeres, sus niños.. Se establecían, se ayudaban unos a otros y hacían esos ranchos de chorizo”.
“Cuando pintaba esas casitas, eso sí: me llamaba la atención que todos los extranjeros -italianos, españoles, ingleses-, llenaban de tarritos con plantas y flores. Porque vos entras a España y ves lleno de flores. Eso es algo hermoso que tiene Europa. En otros lugares no pasa. Todo pelado frío, así se puso el ser humano”, reflexionaba.
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Otegui tenía una deficiencia auditiva y siempre bromeaba sobre eso. En los años 60, en una muestra realizada en Rosario, su obra logró el reconocimiento del famoso retratista español Julio Moisés. Lo ayudó a vender todos sus cuadros y le ofreció una beca de estudios en España. En Europa Otegui compartió eventos con la realeza y pintores famosos. Contaba que a sus profesores los sorprendía su rapidez.
“Una vez fui a México a pintar a unos niños, hijos de un millonario. Uno estaba en silla de ruedas por la droga. Otros, mientras yo los pintaba, eran vigilados por guardaespaldas. Ahí me di cuenta de que el millonario era yo, en mi barrio en Río Cuarto, donde los niños andan libres y pintan conmigo”, destacaba Otegui.