Jorge (sobrino e hijastro de Marcos), con su esposa Miriam y dos hijos, comparte la casa del cerro Negro.
En sus largas horas de faena, Miriam (37) amasará 15 panes en un fuentón, alimentará con mamaderas a un corderito, preparará un delicioso guiso de arroz y dejará todo listo para las empanadas del día siguiente. También se ocupará de que el calefón no se apague. A falta de leña, el estiércol de vaca es un gran combustible.
Miriam está orgullosa de la despojada belleza de su paisaje. Dice que no encontraría la felicidad en otro lugar. El vecino más cerca está a una hora de a caballo.
"Para hacer las compras, perdemos un día", cuenta. Una vez por mes, a caballo y con mulas a tiro van hasta el puesto Tres Arboles, sobre el camino que une el cerro Los Linderos con Villa Yacanto. Desde ahí, viajan 70 kilómetros en una camioneta que contratan previamente, hasta Santa Rosa. Cada vez que bajan deben disponer de unos 800 pesos de gastos en movilidad.
"Por la mercadería antes yo bajaba a mula nomás a Villa Berna; eran dos o tres días; pero por ahí me entretenía y me quedaba otros días más", recuerda don Marcos con su humor constante.
En las alturas serranas no hay médicos. Desde hace unos años, en casos de emergencias graves, pueden gestionar con bomberos un helicóptero de la Provincia. "Si no es grave, nos arreglamos con remedios caseros o nos comunicamos con médicos de Córdoba, que nos indican qué hacer", cuenta Miriam.
Remedios caseros y compras una vez al mes
Jorge (sobrino e hijastro de Marcos), con su esposa Miriam y dos hijos, comparte la casa del cerro Negro.
10 de octubre de 2013,
