El 29 de julio de 2000, Argentina perdió a uno de sus hijos más ilustres, el Dr. René Favaloro, el cardiocirujano que revolucionó la medicina mundial con el invento del bypass aortocoronario.
Su muerte a los 77 años, resultado de una decisión trágica y meditada, expuso la profunda crisis financiera que ahogaba a su querida Fundación Favaloro y la indiferencia institucional y corrupción endémica que, según sus propias cartas póstumas, lo llevaron a un callejón sin salida.
El médico rural de principios inquebrantables: quién era René Favaloro
René Gerónimo Favaloro nació en 1923 en el humilde barrio “El Mondongo” de La Plata, Argentina.
Desde los cuatro años, supo que quería ser médico, influenciado por la cercanía del Hospital Policlínico y las visitas a la casa de su tío médico. Su formación temprana se cimentó en valores como el trabajo, el esfuerzo, la libertad, la justicia, la ética, el respeto y la búsqueda de la verdad, inculcados por su familia y sus maestros.
Se graduó de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata en 1949. Tras rechazar un puesto en el Hospital Policlínico que le exigía aceptar la doctrina del gobierno, un requisito que consideró humillante y una traición a sus principios, Favaloro se trasladó en 1950 a Jacinto Arauz, un pequeño pueblo en La Pampa.
Durante doce años, junto a su hermano Juan José, transformó la salud y la educación de la región. Allí, estableció un banco de sangre, realizó charlas comunitarias sobre salud y logró erradicar casi por completo la mortalidad infantil, demostrando su compromiso con una medicina solidaria y humanista.
El revolucionario del bypass aortocoronario
A mediados de la década de 1960, su pasión por la cirugía torácica resurgió, llevándolo a viajar a la Cleveland Clinic en Ohio, Estados Unidos, en 1962.
Fue allí donde, en mayo de 1967, realizó por primera vez un bypass aortocoronario utilizando una vena safena del propio paciente. Esta técnica, que él estandarizó y universalizó, cambió radicalmente el tratamiento de la enfermedad coronaria, salvando millones de vidas en todo el mundo. La paciente de 51 años no solo sobrevivió, sino que tuvo una excelente recuperación y vivió varias décadas más.

Las contribuciones de Favaloro al campo de la cirugía cardiovascular no se limitaron al bypass. También desarrolló instrumentos quirúrgicos innovadores, como:
- Las Tijeras Coronarias Favaloro, con un ángulo de 130 grados para facilitar el corte continuo alrededor del corazón.
- La Pinza portaligaduras Favaloro-Semb, para la manipulación precisa de suturas en ligaduras arteriales.
- El Retractor auto-retenido Favaloro, esencial para mantener el campo quirúrgico abierto en cirugías cardiovasculares y torácicas.
- La Pinza de Anastomosis Proximal Favaloro, diseñada para facilitar la unión quirúrgica de vasos sanguíneos.
El sueño de la fundación Favaloro y el regreso a casa
En 1971, tras rechazar numerosas ofertas para quedarse en Estados Unidos, Favaloro regresó a Argentina con un ambicioso sueño: establecer un centro de excelencia en cirugía cardiovascular que combinara la asistencia médica con la docencia y la investigación, siguiendo el modelo de la Cleveland Clinic. Este ideal se materializó en 1975 con la creación de la Fundación Favaloro.
La Fundación, que en 1992 inauguró su Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICYCC), se erigió como un modelo en América Latina, destacando por su tecnología de punta, profesionales altamente capacitados y un enfoque profundamente humanista. Fiel a su compromiso, la Fundación nunca rechazó a un paciente por falta de recursos, absorbiendo costos que otros se negaban a asumir.
La batalla contra la corrupción y el ahogo financiero
A pesar de su éxito y prestigio, la Fundación Favaloro se vio sumida en una crisis financiera devastadora a principios del año 2000.
La institución acumulaba deudas por más de $ 40 millones, mientras que el Estado y diversas obras sociales le adeudaban más de $ 18 millones por prestaciones ya realizadas, muchas de alta complejidad. El principal deudor era Ioma, seguido por Pami, que le debía casi 3 millones de pesos.
Favaloro denunció incansablemente la corrupción imperante en el sistema de salud argentino, que se negaba a pagar las deudas si no se aceptaban “retornos” o sobornos, un sistema al que él se negó rotundamente a ceder. Sus cartas a funcionarios, quedaron sin respuesta, sumiéndolo en una profunda decepción.
En una de sus cartas más desgarradoras, Favaloro expresó: “Estoy cansado de ser un mendigo en mi propio país” y advirtió que la falta de ayuda inmediata obligaría al cierre de la Fundación, lo que significaría la pérdida de cientos de empleos y la “derrota del sueño” por el que regresó.
Él mismo escribió: “Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar”.
Las últimas horas y un legado imborrable
El sábado 29 de julio de 2000, René Favaloro, tras una mañana de trabajo en la Fundación, regresó a su departamento en Palermo. Con “precisión quirúrgica”, dejó siete cartas manuscritas dirigidas a su familia, colegas, amigos y autoridades políticas.
A las 16.30, un disparo puso fin a su vida. Su acto, lejos de ser una improvisación, fue un “grito lúcido y contenido”, un llamado de atención ante la profunda corrupción que sentía que lo había “derrotado”.
Favaloro fue coherente hasta el final, pidiendo ser cremado de inmediato y que sus cenizas fueran esparcidas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, sin ceremonias religiosas ni civiles.
Su despedida a su pareja, Diana Truden, fue un testimonio de amor y dolor: “Mis proyectos se han hecho pedazos. No puedo cambiar los principios que siempre me acompañaron. Creo que la Fundación se derrumba. No podría aguantar como testigo lo que construí, con tanta fuerza, ahora su destrucción. Estoy cansado de luchar y luchar. Remando contra la corriente en un país que está corrompido hasta el tuétano”.
El impacto de su muerte conmocionó al país. Su partida, en la que, según un experto, evitó la quiebra de la Fundación y la pérdida de miles de empleos, sigue interpelando a la sociedad argentina sobre la ética, la justicia social y el rol de las clases dirigentes.
Favaloro siempre sostuvo que la medicina es un “acto ético y solidario al servicio de los demás”, y que “la medicina sin compromiso con el otro es apenas una técnica”.
Su vida fue un testimonio de este ideal, dedicando gran parte de su tiempo a la enseñanza y denunciando problemas sociales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza y la contaminación. Recibió innumerables distinciones internacionales, pero su mayor deseo era ser recordado como docente más que como cirujano.
Como él mismo afirmó: “Debe entenderse de una vez por todas que, en mayor o menor medida, TODOS SOMOS EDUCADORES. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces ENSEÑAR CON EL EJEMPLO”.
René Favaloro se encuentra este 29 de julio dentro de las tendencias de búsquedas de Google Trends.