El sistema de residencias médicas en el país volvió a ser tema de agenda con el reclamo del hospital Garrahan y los anuncios del Gobierno nacional.
El Ministerio de Salud de la Nación impulsa una serie de modificaciones para que el residente pueda elegir dos tipos de beca. Si percibe la “beca Ministerio” cobrará de bolsillo una suma de dinero que incluye los descuentos de obra social, ART y seguro de mala praxis. Si opta por la “beca institución” percibirá una suma mayor, equivalente al bruto de ese monto, sin los descuentos.
El centro de salud formador deberá proveer al residente que opte por esta última opción el seguro y la obra social. En forma eventual, un plus para fomentar especialidades críticas como neonatología, terapia intensiva, pediatría y clínica médica.
Sociedades científicas advirtieron que la crisis no es nueva. Cada vez menos médicos optan por especialidades críticas y prefieren realizar guardias una vez que se reciben. Aseguran además que se agudizan los problemas crónicos del sistema y piden medidas urgentes para paliar la situación.
Neonatólogos en extinción
La Sociedad Argentina de Pediatría emitió un comunicado respaldando los reclamos de los residentes del hospital Garrahan y del hospital Samic de El Calafate por haber “visibilizado una situación crítica que no es nueva, una problemática estructural de larga data que afecta a las residencias nacionales y provinciales del sector público y privado”.
El comunicado de prensa sostuvo que desde hace se produce una disminución sostenida de postulantes a las residencias de pediatría, neonatología y terapia intensiva pediátrica.
También alertó sobre la creciente precarización de las condiciones laborales de los residentes, remarcando que los salarios son insuficientes y que falta una cobertura social adecuada, así como condiciones edilicias que permitan ejercer la tarea académica y laboral.
En la práctica, se pierde el valor formativo de la residencia y en su lugar se desplaza por la necesidad de cubrir demandas asistenciales urgentes.

“El resultado es preocupante: cada vez menos jóvenes eligen formarse como pediatras, y quienes lo hacen enfrentan condiciones formativas y laborales que dificultan su desarrollo profesional”, advirtió la sociedad.
Terapia intensiva en crisis
Por su parte, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) coincidió que el tema es de larga data y que afecta a todas las residencias del país.
“Este escenario evidencia una crisis estructural que atraviesa todo el sistema de salud argentino”, añadió en un comunicado de prensa.
La sociedad que nuclea a los terapistas del país agregó un ingrediente particular: el desgaste de los trabajadores.
“La especialidad en cuidados intensivos se asocia a un estilo de vida negativo, desgastante y con alta exigencia laboral, que no se corresponde con una retribución económica acorde. Esto constituye uno de los factores que contribuyen a la escasez de especialistas en el área”, advirtió.
La organización señaló que cada año disminuyen los aspirantes a residencias en terapia intensiva de adultos, pediátricas y neonatales. Que los residentes enfrentan una sobrecarga asistencial, relegando su formación profesional al reemplazar en sus tareas las funciones de los médicos formados.
Los médicos residentes cobran ingresos por debajo de la línea de la pobreza. En algunos casos, no tienen una cobertura previsional y sostienen guardias extenuantes en contextos formativos sin supervisión adecuada.
La Sati alertó que estas condiciones van en contra de los estándares internacionales que establecen que “la residencia en cuidados intensivos debe estar orientada a la formación progresiva y supervisada de profesionales capaces de liderar la atención de pacientes críticos en entornos complejos”.
Cuáles son las propuestas
La Sociedad Argentina de Pediatría sostuvo que es urgente fomentar la elección temprana en pediatría, mediante estrategias integradas entre universidades, hospitales y organismos gubernamentales.
También pide jerarquizar el sistema de residencias pediátricas, garantizando condiciones laborales dignas y marcos formativos de calidad.
Los residentes son profesionales en formación, sostuvieron, y por lo tanto debe contar con todos los derechos laborales: jornada saludable, cobertura previsional, aguinaldo, licencias, entre otros.
La SAP pidió reconocer y valorizar económica y socialmente la pediatría y sus especialidades a través de políticas salariales justas y un reconocimiento institucional acorde a su rol esencial en la salud infantil. Al punto que solicitó “reducir las desigualdades entre jurisdicciones”, incentivando la “radicación en zonas desfavorables mediante estímulos económicos, académicos y laborales”.
La organización solicitó revisar los modelos de formación médica, incorporando trayectos más flexibles y orientaciones específicas que respondan a las necesidades actuales del sistema (como salud mental, cuidados críticos, cuidados crónicos, entre otros).

También propuso restablecer el sistema de Acreditación de Residencias, para garantizar la calidad de la formación pediátrica. Y escuchar activamente a los residentes y médicos en formación, reconociendo su rol clave en la construcción de un sistema pediátrico moderno, humano y eficiente.
“No hay salud infantil sin pediatras bien formados, y no hay pediatras bien formados sin un sistema de residencias sólido, valorado y respetado”, concluyó la asociación.
Por su parte, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva pidió adoptar las siguientes medidas urgentes:
1. Volver a jerarquizar el sistema de residencias médicas en cuidados críticos, garantizando condiciones laborales dignas, formadores capacitados y supervisión efectiva.
2. Garantizar el reconocimiento económico, institucional y social del rol del intensivista, incluyendo políticas salariales acordes a la responsabilidad y exigencia del área crítica.
3. Fortalecer de los dispositivos de formación universitaria con trayectos específicos en cuidados críticos desde etapas tempranas de la carrera.
4. Equidad federal en la distribución de recursos humanos e incentivos diferenciales para la radicación de profesionales en zonas con vacancia crítica.
5. Implementación de sistemas de acreditación y monitoreo continuo de las residencias de Terapia Intensiva, con participación activa de sociedades científicas.
6. Escucha activa y participación efectiva de residentes y jóvenes profesionales en el diseño y mejora de sus trayectos formativos.
“Esta crisis no admite demoras ni abordajes fragmentarios. No hay cuidados críticos de calidad sin médicos bien formados, y no hay médicos bien formados en contextos de precarización, indiferencia y desgaste estructural”, finalizó.