El diagnóstico del retinoblastoma causa fuerte impacto en la vida de los niños y de sus familias debido a que es un tumor maligno que puede comprometer la vida del menor y también su visión.
Afortunadamente, el diagnóstico precoz permite la instauración de tratamientos que, en algunos casos, permiten conservar el ojo afectado y cierto grado de visión. Esta situación es especialmente importante en los casos bilaterales.
A pesar de tratarse de un cáncer pediátrico, la tasa de supervivencia en un país occidental supera el 95%. Aun así, el impacto emocional es enorme, especialmente si se trata de una forma hereditaria (con mutación germinal) por el riesgo de más tumores a lo largo de toda la vida, o si hizo falta enuclear un ojo.
Síntomas de los que sospechar
El signo más precoz suele ser la aparición de un reflejo blanco en la pupila, llamado leucocoria, que se puede ver al realizar una foto con flash o bien al iluminar los dos ojos con una luz.
Ante este signo es importante consultar con el pediatra para descartar la presencia de una enfermedad ocular porque no todos los casos de leucocoria son retinoblastoma.
María Carolina Gentile (MN 107.891 MP 333.223), jefa de la sección Oncología Ocular del Hospital italiano de Buenos Aires, explica cómo se detecta.
“A veces lo podemos ver cuando uno saca una foto, sobre todo con las cámaras antiguas. donde lo habitual es que el reflejo rojo se vea de ese color. Pero en el caso de una patología como el retinoblastoma se vería blanco. Incluso, hay aplicaciones en los teléfonos celulares que pueden ayudar a detectar la alteración del reflejo y hay líneas de investigación de algunos colegas oncólogos oculares validando y trabajando en eso”, detalla.
Sobre las señales tempranas que pueden alertar a la familia sobre la posible presencia de retinoblastoma, la experta aclara que este es el tumor intraocular maligno más frecuente en niños.
Uno de los signos característicos que hace sospechar su presencia es, precisamente, una mancha blanca en la pupila. “Pero la pupila blanca a veces es un signo algo tardío, muchas veces puede ser sospechado por la presencia de estrabismo o desviación ocular. Por eso, si a un niño se le desvía el ojo, debería concurrir al oftalmólogo para un examen completo con fondo de ojos con dilatación”, subraya.
Tratamientos más efectivos
Hay diferentes opciones, y todo depende del tamaño, de la localización, o de la situación evolutiva.
Al respecto, Gentile dice que primeramente hay que estadificar el tumor ya que de acuerdo a eso, la edad de aparición, la genética, si es uni o bilateral, se va evaluando el tratamiento.
El manejo del retinoblastoma sigue en constante evolución y el tratamiento puede variar entre diferentes centros en todo el mundo. Sin embargo, los mismos objetivos primarios de proteger la vida y prevenir la enfermedad metastásica, seguidos por la preservación del globo ocular y, finalmente, la optimización de la visión, son comúnmente compartidos entre los especialistas en retinoblastoma.
Uno de los tratamientos más actuales es la quimioterapia intra arterial, a través de la arteria oftálmica, junto con tratamientos locales de consolidación e inyección de quimioterapia intravítrea dentro del ojo. Pero también, se puede utilizar quimioterapia sistémica sobre todo en niños muy pequeños y presentación bilateral.
Por otra parte, en algunos casos si no es posible salvar el ojo se hace un tratamiento más radical. Cada caso es único, y los regímenes de tratamiento deben personalizarse cuidadosamente según las diferentes presentaciones de la enfermedad, el equipo disponible y es fundamental una estrecha cooperación de todo un equipo multidisciplinario para lograr el éxito del tratamiento.
“Las pruebas genéticas, el asesoramiento y la estratificación del riesgo son elementos fundamentales en el manejo del retinoblastoma. Los últimos avances genéticos que estamos viendo podrían marcar el inicio de una nueva etapa con posibles enfoques terapéuticos para el retinoblastoma y mejores resultados en el tratamiento”, concluye la especialista.