Cuando un exrecluso sale en libertad se le presenta un panorama complicado.
La reinserción social se dificulta por el estigma, la falta de oportunidades laborales y de vivienda, la ausencia del apoyo familiar, la precaria formación recibida durante el encierro y la insuficiencia de programas de reinserción.
Estos factores pueden llevar a la reincidencia, haciendo del proceso de reintegración social un reto complejo.
Fue sobre estas variables que hace un año se comenzó a construir un proyecto en conjunto entre la Iglesia Católica y el Gobierno provincial. Al programa “Construyendo Oportunidades”, que cuenta con líneas de acción con mujeres y adolescentes, le restaba una iniciativa específica con varones mayores de 24 años.
Es el Programa de Inserción Social Integral para Liberados, destinado a brindar un acompañamiento a personas que recuperan su libertad tras su paso por los complejos carcelarios de Bouwer y Montecristo, que se inició meses atrás en un sitio prestado pero en agosto inauguró su sede propia en barrio Nueva Córdoba bajo el nombre “Casa Libertad: Volver a Elegir”.
“Visitamos un proyecto similar que trabaja hace ocho años con esta problemática en Buenos Aires. Ellos nos compartieron sus experiencias y luego nosotros acá ajustamos algunas necesidades particulares”, contó a La Voz Juan Álvarez, coordinador del Área de Abordaje Pastoral y Comunitario de las Adicciones (APyCA) de Cáritas.
Florencia Boneu coincidió que el comienzo fue un poco dificultoso pero la perseverancia de los miembros del equipo y el trabajo articulado con diferentes actores (Patronato de Liberados, Pastoral Carcelaria, Sistema Penitenciario, Ruaj Rugby, Poder Judicial, entre otros) incorporó nuevas miradas y herramientas para encontrar el modo propio de acompañar a los liberados.
En el hogar se desarrolla un acompañamiento integral a través de encuentros grupales, talleres de arte, atención psicológica, asesoramiento legal y acompañamiento espiritual.
En la inauguración de la casa el arzobispo Ángel Rossi se había referido a cómo transita ese tiempo cada liberado como “una peregrinación física y del corazón. Cada uno pasa de la alegría de la reja que se abrió, a la dureza de las puertas que se cierran, pues deben enfrentar una sociedad no tan receptiva con quien ha caído. Por ello, en ”Casa Libertad" se trabaja con ellos para que ese andar no sea tan duro, difícil, complicado, frío”, dijo.
En definitiva se busca que a través de una comunidad unida que sostiene, contiene y orienta, cada uno pueda encontrar su proyecto de vida y desarrollo personal.
“Debemos tratar de enderezar la cancha, que para muchos está muy inclinada”, había manifestado el gobernador Martín Llaryora. Además señaló que este tipo de iniciativas son clave para bajar la tasa de reincidencia delictiva. “Casi el 95% de los que participaron este año en los tres programas que estamos haciendo con distintas instituciones, no volvió a cometer un delito”, explicó.

En primera persona
Leonardo Bazán es uno de los hombres que asiste regularmente a la casa. Destacó la importancia de la comunidad para poder superarse a sí mismo a pesar de las complicaciones cotidianas.
“Hoy hablo con mi mamá y me pregunta como estoy y le cuento todo lo que hacemos acá y del trabajo. Me hubiera gustado que no sufriera tanto en el pasado”, reflexionó.
Para Leonardo su principal desafío es sembrar las raíces de un modo de vivir diferente a sus hijos. “Tengo una familia complicada, todos robaron o roban. A mi papá lo mataron cuando yo tenía 10 años y por mucho tiempo no podía mirar a un policía sin que me generara desprecio”.
David Rosales encontró en la peluquería y la música un camino de reinserción social. Tras ocho años en prisión, hoy corta el pelo en barrios vulnerables y demuestra que cambiar es posible.
“Cuando salís no tenés ninguna herramienta y la cárcel se vuelve un imán. Por eso, espacios como estos son tan necesarios. Es una lucha cotidiana pero que vale la pena”, contó.
Para Rubén Monserrat la casa es “su hogar” y el grupo, “sus hermanos”. Desea que más personas puedan vivir esta experiencia y que se abran más “Casa Libertad”.
Finalmente Daniel Baudino valoró la predisposición del equipo para un acompañamiento desinteresado. Además habló de la importancia de reconocer los factores de riesgo y al mismo tiempo de protección.
“Soy de Río Tercero pero allá soy el traficante, el drogadicto. Preferí quedarme a vivir acá, al principio me sentí más solo que un hongo”, concluyó.
“Nadie se salva solo”
Para Boneu el proyecto le otorga una profunda esperanza. “Las motivaciones para delinquir son altísimas, pero entre la voluntad de ellos de cambiar y un intervención rápida se puede”, mencionó.
Nociones como la obligatoriedad –impuesta por la Justicia para los casos de libertad condicional– los hábitos y el respeto son valores con los que se trabaja a diario.
Un componente clave de la propuesta es la formación en empleabilidad, diseñada para capacitarlos en la búsqueda activa de trabajo y facilitar su reingreso al mercado laboral formal, un paso considerado crucial para una autonomía sostenible.
Álvarez está encargado de contactar a empleadores para poder brindar oportunidades. En paralelo pronto verá la luz una cooperativa que sirva de primera experiencia para muchos de ellos que nunca han tenido un empleo.
“Tener una comunidad es lo que los sostiene. En sus barrios los están tanteando para salir a robar y acá tienen un espacio a donde recurrir, personas a las que les pasó lo mismo y vínculos sanos. Y se ven los cambios”, consideró Boneu.