En los últimos años, los nombres de neurotransmisores como serotonina, dopamina y oxitocina se volvieron moneda corriente en las redes sociales. En un reel de 30 segundos pareciera que cualquiera aprende cómo “subir la felicidad” manipulando la química del cerebro. Pero, como aclara el psiquiatra Pablo Castañón, eso no es más que una falacia con base real.
“La dopamina está relacionada con el placer, claro, pero de ahí a decir que si tenés baja la dopamina no podés disfrutar nada... hay un salto lógico enorme”, explica en diálogo con La Voz.
Lo mismo con la serotonina y la oxitocina. “No es que no estén involucradas en nuestras emociones, pero no son el mapa completo. Según el experto, son apenas un engranaje en un motor mucho más complejo.
El riesgo de los atajos mentales
Pero, concretamente, por qué es un problema este reduccionismo. Porque genera una falsa sensación de comprensión. “Creés que entendiste todo, pero sólo agarraste una parte chiquita del asunto”, advierte el psiquiatra. Y eso lleva a dos riesgos concretos: el autodiagnóstico y la evasión de la consulta médica.
“Si creo que mi tristeza es falta de serotonina, ¿para qué voy a ir al psicólogo? Mejor me bajo una app de meditación y listo”, ironiza el especialista. Y en esto remarca que no todos los problemas emocionales se solucionan con un suplemento o una rutina. A veces hay que mirar más profundo, y para eso está la clínica, sostiene.
Entonces, ¿todo es culpa del cerebro? Castañón es contundete: No. Y eso, aclara, es otra confusión muy común. “Los neurotransmisores importan, claro, pero también influye nuestra historia personal, los vínculos, el entorno, las condiciones sociales”, enumera.
Por eso insiste en que la salud mental no puede explicarse sólo desde lo químico ni tampoco tratarse de forma aislada.
En ese sentido cuestiona una medicina fragmentada, donde cada parte del cuerpo se atiende como si fuera un planeta distinto: “Fui al traumatólogo, que me mandó al especialista en codo, que me derivó al especialista en codo de escritor... Y así seguimos. ¿Y el todo? ¿Y la persona?”.
Consultar no es rendirse
Para Castañón, acudir al psiquiatra o al psicólogo no debería dar miedo ni vergüenza. Tampoco hace falta tener una crisis profunda para consultar. A veces, basta con decir: “No estoy durmiendo bien, ¿puede ayudarme?”.
Lo importante, y lo advierte, es no dejarse llevar por recetas mágicas de TikTok. Porque no todo cansancio es estrés y no todo insomnio se cura con una infusión. “A veces el problema está en la tiroides, por ejemplo, y uno se entera recién cuando consulta con un profesional”, analiza.
Sobre cómo gestionar el estrés y la ansiedad, el médico tampoco da muchas vueltas: “La verdad, a mí no me gusta dar fórmulas mágicas”. Justamente en su último libro, La falacia de la química cerebral (VR Editoras), rompe con esa idea de que quienes comunican tienen que tener siempre la última palabra, como si fueran los protagonistas de todo. “Como si yo viniera a decirles “todo lo que escucharon no sirve, yo les voy a decir lo que realmente funciona”. Y de pronto, yo me convierto en la estrella”, aclara.
Pero, aclara el experto, no va por ahí. “No les voy a decir cómo combatir el estrés con una receta mágica. Lo que sí les voy a decir es que lo más importante es llevar ese malestar a la consulta con un profesional. Porque cuando uno escucha cosas como “para manejar el estrés hay que dormir ocho horas”, suena genial. Pero ¿y si lo hacés y seguís mal? Capaz lo que tenés de fondo es una depresión, o un trastorno en la tiroides”.

Psicofármacos: ni demonios ni caramelos
Castañón dedica un capítulo entero de su nuevo libro a los mitos sobre los psicofármacos. “No vengo a desacreditar al imaginario popular”, aclara. “Muchos de esos miedos tienen base. Pero también es cierto que la ciencia avanzó mucho, y hoy hay tratamientos que realmente mejoran la calidad de vida”.
La clave, según él, está en entender por qué se recetan, cuándo son útiles y cuáles son los riesgos reales. Y, por supuesto, no automedicarse.
La felicidad no se receta

Finalmente, sobre la felicidad, el psiquiatra propone una mirada más realista. “No alcanza con tomar sol para subir la serotonina. Lo hiciste y no funcionó. ¿Y ahora? ¿Fracasaste? No. Es que la felicidad no es una fórmula química”, sostiene.
Para él, el bienestar tiene más que ver con el esfuerzo, la constancia y los vínculos que con una pastilla o una hormona. “Es incómodo decirlo porque no vende. Pero es lo que vemos todos los días en la consulta”, concluye.
“La felicidad también es un constructo muy individual y, a mi criterio, todo en la vida viene con el esfuerzo, con la constancia y la disciplina”, agrega.