Cada año se diagnostican en la Argentina 2.800 casos de cáncer de tiroides, según las estadísticas arrojadas en 2010 por la Asociación de Cáncer de Tiroides de la Argentina (Actira).
Los especialistas sostienen que este número va en aumento, pero la buena noticia es que es uno de los tumores más curables y con mejor sobrevida. Y agregan que la única manera de prevenir es acudir al especialista endocrinólogo ante la primera duda o el primer síntoma.
"El cáncer de tiroides es una transformación maligna de cualquiera de las células (foliculares y parafoliculares) que componen la glándula tiroides", explica María Eugenia Estario, jefa de Endocrinología del Hospital Córdoba.
La especialista agrega que, como ocurre en casi todas las patologías de tiroides, es más frecuente en mujeres que en hombres.
Se calcula que de cuatro personas que padecen esta enfermedad, tres son mujeres. Si bien no está establecida la razón, se cree que está relacionada con motivos hormonales.
Por su parte, Darío Bruera, especialista en endocrinología e integrante del equipo médico del Hospital Misericordia y de la Clínica Caraffa, explica que existen cuatro variantes de este tipo de cáncer.
"El más frecuente es el que llamamos papilar y se da en el 85 por ciento de los pacientes con cáncer de tiroides. Le sigue el folicular, con presencia en el 10 por ciento de los casos, y luego el medular, y el indiferenciado, también llamado anaplásico y considerado el más agresivo. Estos dos últimos representan el cinco por ciento de los casos", afirma.
En cuanto a la edad en la que se presenta, Bruera indica que en general afecta a personas de entre 40 y 60 años.
"Pero aunque esa es la edad típica de presentación, también hay algunos casos en niños y en ancianos. Cuando se da en los extremos de la vida, este cáncer es mucho más agresivo", agrega el especialista.
Consulta rápida. Si bien se desconoce con exactitud la causa de esta enfermedad, sí se sabe que la mayoría de las personas que la padecen tienen antecedentes genéticos.
Además, existen factores de riesgo, como es el caso la irradiación del cuello (que hace muchos años se les realizaba a los niños para tratar el acné o por la inflamación en las amígdalas), y el hábito de fumar, que podrían incidir en la aparición de tumores, pero lo cierto es que no tienen una relevancia de peso. "La inmensa mayoría de los pacientes no tiene ningún factor de riesgo de los llamados conocidos", advierte Bruera.
Si a esto se suma que, en general, el cáncer de tiroides no provoca alteraciones en la función de la glándula y es casi siempre asintomático, hablar de prevención es casi imposible.
"Los especialistas hablamos de detección temprana. Si damos con el cáncer en el inicio, el pronóstico será muy bueno", afirma Bruera.
Estario destaca tres factores a tener en cuenta para decidir hacer la consulta con un especialista: notar alguna protuberancia en la región anterior
del cuello; tener familiares con este tipo de cáncer; y haber recibido radioterapia en la zona del cuello.
"Lo más común es que el paciente o alguien cercano vea o toque un bulto en el cuello Es decir, siempre hay un nódulo que origina el cáncer y que crece hacia afuera. Esto no quiere decir que ese nódulo sea maligno. Sin ir más lejos, de 20 nódulos de tiroides, sólo uno es maligno. Por ello, es importante la consulta rápida con un endocrinólogo", agrega Bruera, especialista en endocrinología.
Buen pronóstico. El tratamiento para el cáncer de tiroides es, en primer lugar, quirúrgico. Luego se completa con yodo terapia (ver Diagnóstico y tratamiento ).
Si bien todos los cánceres pueden ser tratados, hay algunos que tienen mejor pronóstico que otros.
En el caso de la tiroides, el papilar (que generalmente es de muy lenta evolución) y el folicular, son los dos que más sobrevida registran.
"Se calcula que el 95 por ciento de los pacientes tienen una sobrevida a los 10 años", dice Darío Bruera.
"Luego de hacer el tratamiento, los pacientes pueden llevar una vida absolutamente normal siguiendo los controles pertinentes", concluye.
Diagnóstico y tratamiento
Cómo se detecta. Estario explica que el primer paso es la consulta con el médico endocrinólogo. El examen clínico puede brindar muchos datos,
como el crecimiento de la tumoración, su consistencia o la presencia de ganglios.
Luego, se indican análisis clínicos para conocer el funcionamiento de la glándula, y una ecografía que permite detectar nódulos e indicar sus características específicas para la sospecha de malignidad.
Un estudio ulterior que puede complementar a la ecografía es la punción.
Cómo se trata. El principal tratamiento es el quirúrgico, por el cual se extirpa la glándula tiroidea por completo. Luego se realiza tratamiento complementario con yodo radioactivo para ablacionar todo resto de tejido tiroideo. Por último, el paciente deberá sustituir con hormona tiroidea la ausencia de la glándula.
¿Pueden dar metástasis? Bruera explica que tanto el tumor papilar (que se da en el mayor porcentaje de los casos) como el folicular no son muy metastásicos y se detectan en forma temprana, por lo que en general sólo toman la glándula y algunos de los ganglios de la zona del cuello.
En estadios muy avanzados pueden afectar otros órganos como pulmón, hígado y hueso. Los tipos medulares y anaplásicos son más agresivos y de más difícil tratamiento.