El domingo, Sara terminó de desayunar y sus hijos le preguntaron si quería ir a votar. Ella respondió que sí, sin dudar, con seguridad.
Para las elecciones PASO del 13 de agosto pasado la respuesta había sido otra: ‘’No tengo ganas’', les dijo.
En cambio, dos semanas después, respondió rápido que sí cuando en Río Tercero había que votar para elegir intendente, el 27 de agosto pasado.
Sara Medeot tiene 102 años y siempre mostró tener responsabilidad ciudadana cuando hay elecciones. Por eso sus hijos siempre le preguntan si quiere ir a ejercer su derecho, más allá de que los mayores de 70 años no están obligados a votar en Argentina.
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Desde hace algunos años su presencia en las escuelas donde se vota genera sorpresa y expresiones de felicitaciones por parte de autoridades de mesa y personas presentes. Algunas le piden sacarse una foto y ella siempre accede.
Este domingo, a las 10.30, Sara ingresó al cuarto oscuro del brazo de su hijo Raúl para poder votar, en la Escuela Berta Bidondo de Zerega, de barrio Monte Grande. Siempre lo hace sola, pero temía que esta vez necesitara ayuda si no podía ver las letras de los votos.
Sin embargo en esta elección las boletas fueron más grandes y cuando identificó la foto de su candidato tomó el voto, lo dobló, lo puso en el sobre y firmó la planilla.
Al tanto de todo
Raúl cuenta que su mamá está muy lúcida y que está al tanto de la actualidad del país.
Además, todos los días hace una hora de bicicleta fija y suele salir a la vereda a dar una vuelta a la manzana, acompañada de alguno de sus hijos. Ella vive en el centro de la ciudad, con uno de sus hijos.
También sale acompañada a realizar algunas compras y usa su tarjeta de crédito. No solo eso, sino que también usa en forma cotidiana su teléfono celular y por esa vía accede a Facebook, a través del cual se comunica con algunos familiares.
Raúl cuenta que ahora le cuesta un poco usar esa red social porque las teclas del teléfono “ya le quedan incómodas para la movilidad de sus manos”.
Sara nació en Coronel Moldes, en el sur cordobés, el 29 de diciembre de 1921, y de jovencita se radicó con sus hermanos en Río Tercero, cuando esta ciudad captaba inmigrantes de todo el país por las fuentes laborales que generaba la instalación de su Fábrica Militar.
La primera casa en la que vivió es en la antigua y pintoresca casona en la que actualmente sesiona el Concejo Deliberante de Río Tercero, en Alberdi y 25 de Mayo.
De joven trabajó como costurera en una histórica tienda de la ciudad, ‘’La Maravilla’', cerrada ya hace varias décadas, y luego se dedicó a ser ama de casa.
