Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), protagonizó un beso no consentido hacia la jugadora estrella del equipo español, Jenni Hermoso, durante la ceremonia de premiación después de ganar el Mundial de fútbol femenino y este hecho arrojó luz sobre el contexto en el que se dio, que no sólo fue en el ámbito deportivo sino también en el laboral.
María Martha Terragno, abogada laboralista y especialista en género, enfatiza la dinámica de poder que permitió que este acto ocurriera. “Rubiales ostenta una posición de alto rango en el deporte, lo que le confiere una sensación de impunidad al interactuar con las jugadoras, incluso en público y sin consecuencias aparentes. El abuso del poder se ejerce desde distintos lugares. En este caso, Rubiales parece considerar que el triunfo de la jugadora y la jugadora son de su propiedad, que puede darle un beso aunque ella no haya dado su consentimiento”, dijo en diálogo con La Voz.
En ese sentido, la especialista señaló la importancia de desafiar la cultura de la posesión y la sumisión en el ámbito laboral.
Respuesta colectiva
La renuncia de un total de 80 jugadoras de la selección española, más el cuerpo técnico y las miles de adhesiones de famosos tanto españoles como de todo el mundo repudiando el hecho y expresando su solidaridad con Jenni Hermoso, fue fundamental para visibilizar y sancionar los contextos de violencia y acoso laboral en el deporte.
Este episodio también remarca la importancia de la respuesta inmediata en casos de acoso y violencia laboral, aunque no siempre sea la reacción más común. “Las víctimas pueden tardar en procesar lo que han experimentado, y es fundamental comprender que esto no disminuye la gravedad de la situación”, dijo Terragno que es coautora del libro Derecho laboral feminista.
La violencia laboral fue tipificada por el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que condena las conductas de acoso y violencia, incluso si no son repetitivas. Tanto España como Argentina están dentro de los países que suscribieron al Convenio 190. “No se debe desestimar la voz de las mujeres en estas situaciones ni utilizar argumentos para evitar sanciones. La estrategia de presentar estos incidentes como “hechos aislados” suele ser una táctica para evitar la culpabilidad”, dijo Terragno.
Por último, Terragno destacó la importancia de un sindicato de jugadoras de fútbol como una voz unificada para abogar por sus derechos y combatir la violencia laboral en el deporte. Esta unión puede ser fundamental para cambiar la cultura y garantizar un entorno de trabajo seguro y respetuoso para las deportistas.
Repercusiones mundiales: ¿un nuevo #MeToo?
El presidente del Consejo Superior de Deportes de España, Víctor Francos, solicitó una reunión urgente del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) para el próximo lunes 4 de septiembre con el objetivo de acelerar el procedimiento que puede llevar a la suspensión cautelar de Rubiales al considerar que cometió una falta “muy grave”. “Creo que estamos en disposición de que esto sea el ‘Me Too’ del fútbol español”, dijo el abogado Francos.
No es casual la comparación con la gran ola de denuncias de abuso y acoso en el ámbito de Hollywood en 2017 que ayudó a visibilizar la violencia de género en general y en el ámbito del espectáculo en particular.
El hecho de que las víctimas del productor de cine y ejecutivo estadounidense Harvey Weinstein hayan sido famosas e hicieran público su repudio generó una enorme ola de concientización sobre estas situaciones. Esto sucedió en un contexto de una especie de “despertar” y masividad en el movimiento feminista.
En el caso de Rubiales, se instaló la consigna “Se Acabó” como una reacción al acoso sostenido en el ámbito del fútbol. Se suma en este caso un contexto particular: el avance de los gobiernos y partidos de derecha en todo el mundo que desde hace algunos años ponen en cuestionamiento las consignas contra la violencia de género y cuestionan al movimiento feminista.
El grito de “Se Acabó” parece haber trascendido más allá de repudiar simplemente el beso no consentido a Jenni Hermoso, convirtiéndose en un poderoso acto de resistencia contra el acoso y las persistentes violencias que han perdurado a lo largo de la historia, tanto en el ámbito deportivo como en la sociedad en general.
