Natalia Scheller tiene 50 años y dicta clases de Geografía en la escuela Normal de Goya, Corrientes. El 9 de diciembre de 2020 pasó por un evento que la marcó por siempre: su hija de 19 años se quitó la vida. Después de transitar distintas emociones propias de un proceso de duelo, decidió pararse y contar su historia para acompañar a otros familiares que pasan por situaciones similares.
Ya lleva escritos dos libros, dicta charlas motivacionales y sube videos en Instagram en los que enseña cómo pasar por un duelo, cuáles son sus etapas y brinda su testimonio de resiliencia.
En el mes de prevención del suicidio, La Voz habló en exclusiva con Natalia en un taller realizado en Villa María, organizado por la Fundación Argentina para el Duelo (Duelarf).
–¿Qué tipo de emociones transitaste durante estos cinco años?
–Al principio tuve ira y después un dolor muy intenso. Hoy puedo decir que esa herida se hizo cicatriz, pero cada tanto supura.
–¿Cómo iniciaste tu duelo?
–Decidí pedir ayuda cuando mi hijo más chico, Juan Francisco, se puso en un lugar que no correspondía: yo notaba que intentaba ser el padre de sus padres. Yo sabía que no podía pasar por esto sola. Me armé de una red de contención y la reforcé con mi psicólogo, mi psiquiatra y mi acompañante espiritual. Al tiempo encontré en Instagram a un sacerdote que hablaba de suicidio, el padre Matías, me contacté con él y juntos comenzamos a hacer videos en redes sociales.

–¿Fue cambiando esa red de contención?
–Sí. Al principio el duelo por suicidio es solitario, muy juzgado y difícil. En un comienzo estuve muy acompañada por mis amigas, pero durante los primeros meses tuve mucha ira. Tenía bronca porque extrañaba a Mili, tenía ira por todo. Me acuerdo que una noche me enojé mucho con un playero cuando cargué nafta y en lugar de dos mil pesos, él me cargó cuatro mil. Lloré, me enojé y me di cuenta de que no podía volver así, a la escuela a dar clases. En ese momento, cuando la tristeza me invadía, salía de noche con una amiga a dar vueltas en auto y escuchar música.
–Después de la bronca, ¿qué siguió?
–Un dolor muy profundo. Me di cuenta de que me tenía que preservar y que tenía que hacer el proceso de duelo. Desarmé la pieza de Milagros, saqué las camas, tiré los colchones y me largaba a llorar ahí. Después mi hijo me pidió mudarse a esa pieza y ahí tuve que juntar las cosas de Mili. Decidí guardar algunas, como el buzo de su promo, su vestido de egresada y los muñecos que trajo de Disney. A todo lo otro lo regalé porque ella era muy generosa. Pinté el cuarto y mi casa. Traté de que predominaran los recuerdos lindos de ella. La escritura me ayudó muchísimo.

–¿Por qué crees que el duelo es juzgado?
–Mili tenía un serio problema que veníamos tratando de solucionar hace tiempo, pero en las redes sociales ella se mostraba de otra forma. Nosotros sabemos que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, pero el pueblo se quedó con la foto de Instagram, no con las mil puertas que tocamos para solucionar su problema, con las noches que no dormimos. La última vez que la vi, le puse una película en Netflix, la arropé, le dije que la amaba y me fui a dormir sin pensar que podría pasar lo que pasó. El duelo para un sobreviviente es muy juzgado y solitario porque no todas las personas están preparadas para acompañar duelos de estas características.
–¿Y en el interior de tu familia?
–Con mi esposo Gustavo y mi hijo formamos algo que llamo “bloque del amor”. Porque estas cosas te unen o te separan. A nosotros nos unió. Nos fortaleció, pero para eso tuvimos que transitar mucho dolor. Yo buscaba ayuda, estábamos en pandemia, escribí a todo el mundo, me metí en muchos grupos de duelo hasta que encontré uno en el que me sentía cómoda. Primero pude hablar con otros padres de la pérdida y después me di cuenta de que yo tenía que ayudar. Yo sabía que Mili no quería terminar con su vida sino terminar con su dolor.
–¿Es común sentir culpa?
–Es común en un proceso de duelo. Lo mismo que preguntarse qué habría pasado si hacíamos tal cosa u otra. Pero nosotros sabemos que hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance, estando en pandemia. Creo que a la culpa te la pone la gente de afuera. Primero por la muerte de un hijo, después porque una hace o deja de hacer cosas. Yo conseguí levantar esta bandera y hablar, para que a otras familias no les pase.

–¿Es más fácil no hablar?
–A la gente le cuesta hablar de la muerte. Yo creo que es muy importante hablar de la prevención y de la posvención: cómo quedan los familiares después de ese evento traumático. Yo hablo de Mili en mis redes sociales, la quiero nombrar, porque convertí esa ausencia en presencia. Ella hoy es conocida por las cosas que le gustaban y que yo transmito.
–¿Cómo la hiciste presente en tu vida?
–Yo prefiero recordarla en lugares donde fuimos felices. No me gustan los cementerios. Me conecté con sus canciones y con la música que a ella le gustaba. Volví a los lugares donde fui feliz con ella. Después de una larga elaboración, este año pudimos volver con mi marido al mar, a un lugar que a ella le encantaba.
–Y así llegaste al recital de Floricienta…
–A ella le gustaba mucho la canción Flores amarillas. El año pasado fui al recital de Florencia Bertotti en el Movistar Arena. Mis alumnos y mis amigas empezaron a hacer videos para que me recibiera. Ese día, Flor paró el recital y se lo dedicó a Mili. El estadio estaba lleno y yo, ahí, en medio de esa multitud, sentí que mi hija estaba conmigo, más cerca que nunca.
Dónde pedir ayuda
En Córdoba funcionan distintas asociaciones que trabaja con las personas sobre procesos de duelo. Aquí van algunas:
Fundación Argentina para el Duelo: En Instagram @duelarf
Fundación Aikén: trabaja en el acompañamiento de niños, niñas, adolescentes y adultos en duelo por muertes de seres queridos. En Instagram @fundacionaiken
Quienes necesiten asistencia en salud mental por intentos de suicidio, pueden contactarse con el Programa Provincial de Prevención del Suicidio.
El programa recepta consultas a través del mail prevenciondelsuicidio89@gmail.com. También se puede completar el siguiente formulario.
Los interesados también pueden ingresar al programa mediante las redes sociales. En Facebook: programa provincial de prevención del suicidio. En Instagram @prevenciondelsuicidiocba.
En la ciudad de Córdoba, existe una línea gratuita que funciona las 24 horas. El 0800-888-5555 es una línea de escucha y orientación atendida por un equipo de profesionales en psicología y trabajo social.
Este dispositivo de la Municipalidad de Córdoba funciona en el Centro Lazos de barrio Providencia. Articula con centros de salud y otras instituciones, según la complejidad del caso.
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