Las heridas emocionales son experiencias de dolor profundo que, al no ser procesadas de forma saludable, dejan una huella que condiciona las creencias, decisiones y relaciones.
Así lo explica la psicóloga Ciara Molina, especialista en gestión emocional y autora del libro Amar sin cicatrices.
“Todos tenemos una herida emocional sin resolver. Las más frecuentes son las del abandono y el rechazo. El problema aparece cuando, pasada la situación dolorosa seguimos anclados al sufrimiento”, afirma la profesional.
Estas heridas no sólo afectan nuestra autoestima, sino que pueden derivar en ansiedad crónica, aislamiento o incluso síntomas depresivos si no se trabajan a tiempo.
Las cinco heridas emocionales más comunes (y cómo se originan)
Según Molina, estas son las principales heridas que afectan a las personas en la actualidad:
- Rechazo
Origen: sentimiento de vacío y desvalorización.
Temor oculto: no tener derecho a existir. - Abandono
Origen: falta de amor, atención o cuidado.
Temor principal: la soledad. - Humillación
Origen: sentir que quien te ama se avergüenza de vos.
Efecto: comportamiento ansioso o evitativo - Traición
Origen: experiencias de engaño o deslealtad.
Impacto: desconfianza, miedo a relaciones íntimas. - Injusticia
Origen: falta de afecto percibida; presión por ser impecables.
Consecuencia: perfeccionismo y bloqueo emocional.
¿Se pueden sanar estas heridas?
La buena noticia es que sí. Pero no se trata de “borrarlas”, sino de reconocerlas y resignificarlas.
“No se trata de olvidar el dolor, sino de mirar la cicatriz como una señal de aprendizaje. Sanar es un proceso de autoconocimiento”, afirma Molina.
Para lograrlo, recomienda revisar nuestras creencias, identificar patrones repetitivos y alinear nuestras decisiones con nuestros valores reales.
Clave final: el bienestar emocional se construye
Sanar una herida emocional no es rápido ni fácil, pero es posible. “Es necesario asumir los momentos difíciles como parte de la vida, sin negarlos, pero sin dejar que nos definan”, concluye la psicóloga.