Luego de tres meses de obras en un sector contiguo al ingreso sobre Av. Vélez Sarsfield, el Instituto Católico Superior (Incasup), perteneciente al Arzobispado de Córdoba, inauguró la rampa de acceso que había reclamado una de sus alumnas.
El agosto del 2024 Florencia Mansilla, estudiante del profesorado de Ciencias Sagradas, había decidido contar su caso públicamente tras agotar diferentes instancias de reclamo a las autoridades de la gestión anterior y no obtener cambios.
Debido a su discapacidad motriz ella necesita de una rampa para poder ingresar a estudiar. Solo pedía que se cumple su derecho a la accesibilidad.
Durante un año había instado a las autoridades que construyan la rampa. Y no fue hasta que se hizo público que el instituto se percató de que no estaba cumpliendo con la Ley 24.314, con más de 30 años de vigencia en el país, y que establece que todos los edificios de uso público deben garantizar la accesibilidad a personas de movilidad reducida .
Finalmente la semana pasada la representante legal Gabriela Peña y el rector del Seminario Mayor –donde funciona la casa de estudios– el Padre Román Balossino procedieron al corte de cinta que dejó formalmente inaugurada la obra.
“De esta manera damos un paso importante el camino a construir una institución en la que cada persona que integra nuestra comunidad educativa se sienta reconocida, valorada y respetada. Este logro no es solo una mejora en la infraestructura sino el reflejo de una profunda convicción de la necesidad de consolidar las bases para una institución más justa, abierta a la diversidad y comprometida con una educación que abrace a todos por igual”, publicó el Incasup en su cuenta oficial.
La rampa de acceso al instituto se realizó sobre un patio externo, sobre avenida Vélez Sarsfield. Allí se allanó el terreno y se proyectó una pasarela en la que se instaló una rampa móvil de hierro de 12 metros de largo.
La construcción desemboca a una pequeña sala –que antes se usaba de aula– que se conecta con el pasillo. Al no confluir en el hall central donde se encuentra la portería, las autoridades incorporarán en los próximos días un timbre que permita una apertura automática.
Mansilla se mostró agradecida con la obra. “Lo importante es el valor detrás de la rampa. Esto le da dignidad y autonomía a la persona más allá de que tenga o no una discapacidad”, dijo.
Una lucha en solitario
Desde su ingreso al Incasup, Mansilla –quien actualmente cursa tercer año– luchó para poder tener una rampa de ingreso al establecimiento. Se reunió con profesores, con la directora de la carrera, con la representante legal, con arquitectos, abogados y hasta funcionarios. Pero nada cambiaba.
Hacer silencio, dilatar una respuesta, esperar un supuesto permiso por tratarse de un edificio histórico, fueron algunas de las prácticas que padeció la estudiante que lo único que pedía era poder tener un acceso para poder estudiar, al igual que todos sus compañeros.
Un día, la representante legal, Graciela Pesci Rivara, le dijo que no había dinero para la obra y la excusa de la inviabilidad económica cerró la discusión. Pero Mansilla no bajó los brazos y tras agotar internamente todos los medios posibles, expuso públicamente su caso en búsqueda de una solución.
Conflicto interno
El reclamo infecundo de Mansilla terminó en un conflicto puertas adentro de la Iglesia de Córdoba. Una alumna con discapacidad había necesitado acudir a los medios de comunicación para exponer la falta de una rampa en un instituto de enseñanza católico y nadie contuvo esa demanda.
Poco tiempo después Pesci Rivara dejó su cargo –después de 17 años al frente del instituto– y en octubre se hizo cargo Gabriela Peña, quién en la primera semana convocó a la alumna para conocer el caso en profundidad.
La nueva representante legal le prometió a Mansilla una solución para los primeros meses de este año. En marzo comenzaron los trabajos y tres meses más tarde se concluyó la obra.
La obra demandó una suma superior a los $18 millones. Fue afrontada por el Incasup, el Seminario Mayor y el Arzobispado de Córdoba por intermedio de la Junta Arquidiocesana de Educación Católica (Jaec).
