El Covid-19 dejó una marca negativa en la prevención de otras enfermedades. Desde 2020, los argentinos comenzaron a perder confianza en las vacunas y, tres años después, no se logra remontar hasta los valores prepandémicos.
El índice de confianza y acceso a las vacunas (Icav) de 2022, realizado por la Fundación Bunge y Born, muestra una confianza de 85,9 puntos. Son 7,8 puntos menos que en 2019 (prepandemia), cuando fue de 93,7 puntos.
La confianza en las vacunas es clave para que los cuidadores decidan vacunar a niños, niñas y adolescentes. Las coberturas vienen bajando desde hace años. Por ejemplo, la aplicación de la vacuna triple viral cayó 15 puntos entre 2015 y 2020, según un estudio de Unicef.
En octubre del año pasado, el Ministerio de Salud de la Nación lanzó una campaña de vacunación contra sarampión, rubéola, paperas y poliomielitis. El objetivo era inmunizar a 2,3 millones de niños de 13 meses a 4 años durante seis semanas. Pero, en las primeras cuatro, sólo se logró aplicar un 35% de las dosis previstas. La campaña seguirá durante 2023.
El índice de confianza se compone de tres variables: efectividad, importancia para los niños y seguridad. Según el estudio, un 88% de las personas piensa que las vacunas son efectivas e importantes para los niños, lo que representa una leve baja respecto del año pasado. El 90,4% cree que son seguras, variable que tuvo un leve aumento respecto de los dos últimos años, aunque sin alcanzar las cifras de 2019 (95,9%).
Como comparación, el 91,5% de los españoles cree que las vacunas con efectivas; el 88,6%, importantes y el 90%, seguras. En Francia, uno de los países europeos con índice más bajo de confianza, estos valores son: 83,7%, 77,2% y 79,6%, respectivamente.
Durante la pandemia, las vacunas estuvieron en el ojo de la tormenta y fueron tema de acalorados debates sobre su eficacia y posibles efectos adversos. Si bien las inmunizaciones anti-Covid-19 demostraron ser seguras, efectivas e importantes para detener la pandemia, este debate “manchó” su reputación como herramienta sanitaria.
Héctor Pedicino, médico pediatra y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría Córdoba, cree que hay varios motivos detrás de esta pérdida de confianza, además del impacto de la pandemia. “Las vacunas fueron víctimas de su propio éxito. La gente ya no percibe el riesgo de algunas enfermedades porque justamente fueron las vacunas las que hicieron que desaparecieran. Por ejemplo, poliomielitis, sarampión y rubéola”, asegura.
Un dato preocupante del estudio son las variaciones en el nivel de confianza por edad. Entre los adultos de 21 a 40 años este índice aumentó su valor. Pero bajó entre los adultos mayores, un grupo que debe aplicarse varias vacunas. “Posiblemente se debe a que este grupo fue el más expuesto durante la pandemia”, indicaron los autores del trabajo. También descendió en la población más joven. Para los autores es una señal de alerta ya que son quienes a futuro tendrán menores a cargo y tomarán decisiones sobre su vacunación.
Pedicino no observa una reticencia significativa a vacunar a sus hijos entre los cuidadores más jóvenes. Sin embargo, señala: “Los papás más jóvenes preguntan mucho más que antes. Por eso es importante que el profesional de la salud dialogue con ellos para que así entiendan la importancia que tienen estas inmunizaciones para sus hijos”.
El pediatra cree que toda la información falsa que circula en las redes sociales (magnificada durante la pandemia) también daña la reputación de las vacunas. Y son canales que miran los más jóvenes. “Para devolverle el prestigio, hay que volver a hablar con los cuidadores; hacer campañas masivas y ocupar estos espacios tomados por movimientos antivacunas”, sostiene.
Desconfianza entre los profesionales de la salud
El informe de la Fundación Bunge y Born detectó otro dato preocupante. El 17% de los cuidadores de niños menores de 14 años aseguró que alguna vez recibió el consejo de un profesional de la salud de no vacunar a sus hijos.
Los autores del trabajo lograron asociar este mal consejo profesional con una mayor desconfianza entre estos padres. En este grupo, el índice de confianza fue de 77,3 puntos, esto es, 8,6 puntos menos que el valor general.
“No creo que haya colegas que estén en contra de la vacunación pediátrica. Pero seguramente ha habido algunos que pueden haber tenido dudas con las vacunas anti-Covid-19 en el inicio por ser formulaciones muy nuevas”, asegura Pedicino.
Y agrega: “La reticencia fue al principio con los datos preliminares sobre esas vacunas. Hoy ya no creo que un profesional de la salud tenga dudas sobre la vacunación pediátrica anti-Covid-19. Hay millones de personas vacunadas en el mundo y no hemos tenido grandes problemas”.
El estudio fue realizado en diciembre de 2022 sobre 7.299 casos. Abarca todas las regiones del país y a los distintos grupos etarios, con distinción por género y según los diferentes niveles educativos alcanzados. También abordó el nivel de acceso a la vacunación, con un resultado de 66,9 puntos. Los factores que más influyen en este caso son la facilidad de acceso, el costo de llegar hasta el vacunatorio y las experiencias previas de rechazo en vacunatorios.
Gerardo Della Paolera, director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, aseguró: “Es imperioso que sigamos hablando de la importancia de las vacunas, en las distintas edades y etapas de la vida. Los datos que arroja el Icav se vuelven fundamentales para la planificación de estrategias de inmunización en salud pública”.
