Es acaso una de las peores cosas para limpiar y, en el caso de los autos, la mancha más temida. Pero es más habitual de lo que se cree. Eliminar el vómito del vehículo y que no quede rastro (ni olor) no es una tarea agradable, pero tampoco imposible.
Desde un pasajero que se pasó de copas hasta un niño enfermo o que se marea, pasando también por una mascota a la que el viaje no le resulta agradable, nadie está exento de sufrir este accidente.
Truco útil para borrachos y padres de niños enfermos: cómo quitar el vómito del tapizado del auto
- Antes del paso a paso, la clave es la rapidez. Es sumamente limpiar todo cuanto antes, porque mientras más tiempo permanezca el vómito en la tapicería, más penetrará en el tejido y más ardua será la tarea de hacerla desaparecer.
- Ponerse guantes e incluso una mascarilla, sobre todo para las personas aprensivas.
- Retirar todo el vómito con papel absorbente.
- Quitar el rastro que el vómito haya dejado en el vehículo. Con agua caliente y jabón neutro, con agua y vinagre de limpieza o con agua y amoníaco. Humedecer en una estas combinaciones un paño limpio de microfibras que no deje pelusas para limpiar bien la tapicería con cuidado.
- En las alfombras se puede usar una esponja o cepillo y frotar con más insistencia, ya que es un material más resistente.
- Usar la mezcla tantas veces sea necesario hasta que la mancha desaparezca.
- Frotar de nuevo, pero esta vez con un paño limpio humedecido sólo con agua. Esto es para enjuagar los productos utilizados previamente.
- Por último usar alcohol isopropílico que no daña ninguna superficie pero desinfecta. Además, al evaporarse, se seca rápido.
- El olor es otro tema. Un truco infalible para eliminarlo es esparcir bicarbonato de sodio sobre la mancha ya seca y dejarlo actuar toda la noche. A la mañana siguiente, aspirar los restos del bicarbonato.
- Otro remedio casero que funciona es colocar limones cortados por la mitad, tanto en la zona de la mancha como distribuidos por el auto, o bien granos de café. Ambos ingredientes absorben el mal olor. Finalmente, un ambientador terminará por camuflar cualquier resto de ese desagradable aroma.
Los nervios y la anestesia también provocan vómitos
El vómito, un fenómeno también conocido como emesis, es controlado por un área situada en el bulbo raquídeo, en la base del cerebro, a la que igualmente se conoce como centro del vómito. Esta región recibe información que en ocasiones induce al organismo a ejecutar esa acción.
La ansiedad puede hacer llegar al centro del vómito señales negativas relacionadas con cualquiera emoción. A veces los nervios provocan malas sensaciones de equilibrio, digestivas y, a menudo, cognitivas, relacionadas con los pensamientos desagradables que pasan por la cabeza.
Las náuseas y vómitos que padece el 30% de los intervenidos quirúrgicamente son debidos en exclusiva a la anestesia. Los anestesiólogos saben que existen múltiples factores eméticos que pueden desencadenar el vómito. Por ejemplo, el sexo -las mujeres tienen el triple de riesgo de vomitar que los hombres, la edad, la obesidad, la duración de la operación e incluso la inexperiencia del anestesista.
Según un informe de la Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos, el acto de vomitar es el final de una serie de eventos. La primera etapa es la náusea, que está vinculada a una disminución de nuestra motilidad gástrica o contracciones de los músculos gástricos lisos en el estómago y un aumento en el tono de la pared del músculo en el intestino delgado.
Después de las náuseas vienen las arcadas, que son esencialmente espasmos respiratorios. La mayor parte del estómago se contrae y otras áreas, se relajan. Entonces tiene lugar el acto de vomitar, que es cuando los contenidos del intestino delgado se propulsan hasta la boca y salen expulsados del organismo.
