Un pizarrón colorido sobre la vereda de un quiosco en la calle Tránsito Cáceres de Allende funciona como un llamador para que las decenas de personas que no tienen casa y duermen a la intemperie reciban un desayuno calentito y gratis, para edulcorar sus mañanas en Córdoba.
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Desde 2018, Alejandra Reynaga, dueña de Entre besos y dulces, lleva adelante una acción solidaria que consiste en brindarles un desayuno a personas que no tienen recursos.
Con las bajas temperaturas, el gesto de la mujer –que cuenta con el apoyo de otros cuatro socios y la colaboración de otras dos personas– consiste en ofrecer una infusión caliente a quienes requieran una primera comida cuando se despiertan.
“Todos los días: mate cocido, té y criollitos. De 7 a 10″, se lee en la puerta del negocio, y se replica en otras cuatro sucursales de barrio Centro y en Güemes.
“Esta campaña la inicié dos años antes de la pandemia. Se hace en la temporada de frío. Vengo de un barrio de clase baja, como es Villa El Libertador, y con esfuerzo y un camino medio empinado accedí a tener una calidad de vida un poquito mejor; y ahora tengo la posibilidad de brindar este detalle a quienes lo necesitan”, resumió Alejandra a La Voz, al ser consultada por la iniciativa de su negocio.
Reynaga es consciente de que su granito de arena no les va a transformar la vida a las personas que viven en situación de calle, pero sí sabe que cuando el frío se pone “durísimo”, su gesto contribuye a que esas personas tengan al menos una comida caliente.
“Con el inicio de la pandemia más cruenta, tuve que poner en pausa la campaña porque había muchas restricciones. Pero una vez que se empezó a flexibilizar todo, volví”, manifestó.
“En la pandemia, tenía dos quioscos. Uno se fundió, y sobrevivió el de la terminal. Ahora, junto con otros cuatro socios, tengo cinco. Dos míos y tres en sociedad”, describió.
El quiosco de la terminal, el más concurrido
Alejandra detalló que el número de personas que se acercan en busca del desayuno varía según los días y el frío. Pero el negocio más concurrido es el que está ubicado sobre Tránsito Cáceres de Allende.
“El horario pico es temprano, de 7 a 8.30. La primera vez que van, les regalamos una taza y les decimos que la traigan todos los días para recibir el mate cocido o el té”, dijo la mujer.
En perspectiva, Alejandra sabe que su presente hoy está forjado por mucho trabajo, pero también por la mano que alguien le tendió alguna vez.
“Siempre alguien te ayuda. Yo, al crecer en Villa El Libertador, sé lo que son las necesidades. Y ahora, al ver a las personas en situación de calle, empatizo con esas historias. Por lo menos a mí me pasa eso”, dijo Reynaga, quien concluye: “Lo que hacemos es efímero, pero pudimos retomar esta campaña solidaria y la vamos a mantener hasta agosto inclusive”.
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