Desde hace décadas, los aceites de semillas, como los de soja, girasol y maíz, son protagonistas silenciosos de la cocina diaria. Pero en los últimos años, estos alimentos vegetales comenzaron a despertar sospechas en algunos sectores de la nutrición, especialmente por su contenido de ácido linoleico, un tipo de omega-6.
¿El argumento principal? Que podrían favorecer procesos inflamatorios en el organismo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Sin embargo, nuevas investigaciones contradicen esta creencia.
Qué dice la nueva evidencia científica
Un estudio reciente de la Universidad de Indiana-Bloomington, Estados Unidos, presentado en el congreso Nutrition 2025, analizó los niveles sanguíneos de ácido linoleico en casi 1.900 personas y los relacionó con biomarcadores de riesgo cardiometabólico.
“Quienes tenían niveles más altos de ácido linoleico en sangre mostraban menos inflamación y un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón”, explicó Kevin C. Maki, investigador principal y profesor adjunto de Salud Pública.
Los investigadores observaron que este tipo de grasa estaba asociado con:
- Menores niveles de glucosa e insulina en sangre.
- Menor resistencia a la insulina (evaluada con el índice HOMA-IR).
- Niveles más bajos de biomarcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva.
Estos resultados refuerzan estudios anteriores que ya sugerían beneficios del ácido linoleico para el corazón y el metabolismo.
Qué diferencia a este estudio de otros
A diferencia de trabajos previos que se basaban en cuestionarios alimentarios, este estudio utilizó biomarcadores objetivos (niveles reales de ácido linoleico en sangre), lo que otorga mayor precisión a los hallazgos.
Además, los datos provienen de un grupo observacional en contexto de Covid-19, lo que permitió analizar factores de riesgo en un marco de alta exigencia metabólica y sistémica para el organismo.
Entonces, ¿los aceites de semillas son buenos?
El estudio no sugiere un consumo ilimitado, pero sí aporta una mirada matizada: no todos los omega-6 son inflamatorios, y el ácido linoleico, consumido dentro de una dieta equilibrada, puede tener efectos positivos.
“Nuestros resultados muestran que no hay motivos sólidos para demonizar estos aceites. Al contrario, podrían tener un rol protector”, agregó Maki.
Los autores coinciden en que hacen falta ensayos clínicos controlados para confirmar estos beneficios a largo plazo. También planean estudiar cómo distintos aceites (de oliva, canola, coco) con diferentes perfiles de ácidos grasos afectan la salud metabólica y cardiovascular.
Por ahora, la recomendación es clara: la calidad general de la dieta sigue siendo más importante que demonizar o ensalzar un solo ingrediente. Como siempre, el equilibrio es clave.
