Un científico con una prolífica actividad científica y política en Córdoba fue uno de los médicos y sanitaristas de todo el mundo que fundaron la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1948. Se trata de Gregorio Bermann, nacido en Buenos Aires en 1894 y fallecido en 1972, quien trabajó hasta en la propia carta de fundación de la organización, integrando equipos de trabajo desde 1945.
Bermann fue el presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y delegado en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes que la Federación Universitaria Argentina (FUA) que se organizó en Córdoba para apoyar la rebelión estudiantil. Desde entonces es amigo de Enrique Barros, uno de los líderes de la rebelión cordobesa, un lazo que duraría toda la vida.
Fue un hombre con múltiples titulaciones académicas e intereses vinculados a la ciencia y el conocimiento, con eje en la salud.
En la primera mitad de la década de 1910 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos, donde se recibió de médico en 1918, estudiando simultáneamente en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se recibió como doctor en Filosofía en 1919. En 1915 fue uno de los fundadores de la Comisión de Extensión Universitaria del Círculo Médico Argentino y del Centro de Estudiantes de Medicina.
Radicado en Córdoba, en 1921 accedió por concurso a la Cátedra de Medicina Legal y Toxicología en la Universidad Nacional de Córdoba, siendo nombrado titular de en 1928.Introdujo el psicoanálisis en Córdoba, y la obra de Jacques Lacan en Argentina. En 1930 viajó a Europa y visitó a Sigmund Freud en su casa en Viena.
Cuando se produjo el golpe de Estado de 1930, Bermann fue preso político, se lo expulsó de su cátedra y recién fue restablecido dos años después. Fue candidato a gobernador de la provincia de Córdoba en las elecciones de 1931, por la alianza entre el Partido Socialista y el Partido Demócrata Progresista, en elecciones cuestionadas por el fraude electoral. Como candidato a intendente de la capital, lo acompañó Deodoro Roca, otro de los jóvenes protagonistas de la Reforma Universitaria de 1918. En 1933 fundó y dirigió el Instituto Neuropático de Córdoba, que funcionó hasta 1995 en el Castillo Bermann, dirigido por su hijo Claudio Bermann. En 1936 volvió a ser expulsado de su cátedra discriminado por sus ideas políticas de izquierda.
En 1937 viajó a España para apoyar a la República en la Guerra Civil, integrando las Brigadas Internacionales como comandante médico en el frente de Madrid, organizando la Misión Médica Argentina que se instaló en Chamartín de la Rosa y se encargó de la atención neuropsiquiátrica, durante 10 meses.
Vuelto a Córdoba, integró el célebre grupo de intelectuales progresistas que solía reunirse en el Sótano de Deodoro Roca (Rivera Indarte 544),10 frecuentado por figuras como Rafael Alberti, Víctor Raúl Haya de la Torre, León Felipe, José Ortega y Gasset, Stefan Zweig, Germán Arciniegas, Isa Kremer, Juan Filloy, Lisandro de la Torre, Alfredo Palacios, Manuel Gálvez, Eugenio d’Ors, Macedonio Fernández, Saúl Alejandro Taborda, Alfredo Martínez Howard y María Teresa León, entre otras personas.
En su última década de vida, Bermann cuestionó el pensamiento oficial del Partido Comunista y se acercó a la Revolución Cubana y el Che Guevara, ubicándose cerca Partido Socialista Argentino de Vanguardia (PSAV) y el grupo integrado por Juan Carlos Portantiero, Héctor Schmucler, José Aricó y otros jóvenes expulsados del Partido Comunista, reunidos alrededor de la revista Pasado y presente, de orientación gramsciana. En esta época también rescata el pensamiento de Deodoro Roca y recopila sus obras.
Bermann también le presta atención a China, a donde viajó acompañado de Bernardo Kordon. Falleció en Córdoba el 4 de mayo de 1972. Al momento de morir preparaba un libro sobre el Che Guevara.
Escribió: “No conozco ocupación más digna que la dedicación de un psiquiatra, de un médico o de un hombre que da lucha esclarecida y denodada por la salud mental del pueblo de nuestro continente. Ser persona ahora en nuestro país implica la capacidad de desadaptarse, de abandonar los estereotipos, vencer la rutina, para responder a los cambios necesarios y urgentes, no solo en el orden individual y normativo naturalmente, sino también en las estructuras que condicionan los pensamientos y reacciones personales. La salud mental consiste entonces, en el coraje de modificarse a si mismo en la medida necesaria, en crear nuevas formas de convivencia, en el no conformismo, en una rebelión constructiva”.