Tomás levanta la persiana de ese galpón viejo y del otro lado aparece la magia. Partes de bicicletas cuelgan de unas estructuras de hierro hechas especialmente, fotos de bicis, herramientas ordenadas y colgadas de la pared y mucho color en las paredes y en el techo decorado con banderines.
En el corazón de barrio
Pueyrredón, en la calle Suipacha, todos los miércoles y sábados chicos y grandes se reúnen para aprender y reparar bicicletas, crear nuevas, compartir su conocimiento y resolver problemas colectivamente.
El Taller Popular de Ciclomecánica Suipacha –ese es el nombre formal, dicen los que comenzaron con la iniciativa hace casi tres años, pero aseguran que simplemente es el taller de bicicletas Suipacha– reúne más de 20 personas cada vez que levanta sus persianas.
No hay profesores ni clases formales. Simplemente, algunos que saben más que otros, que ayudan a reparar alguna pieza o todo el rodado. La clave no es llevar la bici a que alguien más la ponga a punto, sino que cada uno lo haga, aprenda y luego pueda ayudar a otro.
Para eso, todas las herramientas están disponibles, hay cajas con repuestos y partes sueltas, sin tener que dar nada a cambio.
Algunos van siempre, desde que abre hasta que cierra el taller. Otros se dan una vuelta cada tres semanas o un mes. Y también están los que tenían interés en reparar algo de su bici y sólo fueron algunas veces. Pero son los menos: la mayoría entra y no quiere volver a salir del taller.
"El barrio está muy identificado con el proyecto. Este es un lugar abierto, un espacio de libertad y de encuentro para gente de todas las edades y de cualquier lugar –dos, por ejemplo, pedalean durante una hora para llegar desde barrio Nuestro Hogar II–", cuentan Tomás
Di Tomaso, Virginia Ayala y Valentín Gigena, algunos de los que están al frente del taller desde el comienzo.
"Los chicos vuelven a usar la calle, se juntan, charlan, aprenden, y los padres están muy contentos", aseguran.
Lucha por el espacio
El taller funciona en la sede social del Club de Ciclistas Veteranos de Córdoba. El problema que ahora preocupa a los organizadores es que la Federación de Ciclismo de Córdoba, que ha prestado el lugar hasta ahora, lo pide de vuelta para usarlo con otros fines.
"Estamos trabajando en poder continuar con el proyecto. Nuestra idea es que podamos compartir el espacio que es tan grande. Creemos que nosotros podríamos achicarnos y ellos hacer las oficinas que necesitan", dicen los chicos.
"Este era un lugar abandonado. Estaba lleno de ratas y ahora está lleno de vida", agrega
Tomás, quien durante el primer mes se dedicó junto a otros amantes de las bicicletas a limpiar el lugar. "Estas baldosas no se veían", recuerda mientras mira el piso del taller.
El taller de bicicletas se sostiene sólo con donaciones. Sobre una mesa hay un gran frasco en el que se junta dinero. Pero la mayoría de los aportes son de otro tipo: bicicletas viejas de las que se pueden rescatar algunas partes y repuestos, herramientas y también yerba, papel higiénico, entre otras cosas.
Si alguno de los que asiste necesita un repuesto especial o uno nuevo que no está en el taller, lo consigue por su cuenta. Allí no se comercializa absolutamente nada.
También se arman bicis para ser sorteadas. Los niños, sobre todo, son los que más aportan, en ese sentido, vendiendo las rifas.
El Taller Popular de Ciclomecánica Suipacha es uno de los dos que hay en la ciudad de Córdoba –el otro funciona en barrio Güemes– dedicados a la autorreparación de bicicletas.
Un taller para aprender a arreglar la bici
En el Taller Popular de Ciclomecánica Suipacha, amantes de las bicis montaron en barrio Pueyrredón un taller abierto para arreglarlas sin ningún costo. Se juntan unas 20 personas por encuentro. Funciona sólo con donaciones y ahora temen perder el espacio.
14 de febrero de 2016,
