Hay casi 1,4 millones de estudiantes en Córdoba: uno cada tres habitantes, si se toma como referencia comparativa el dato del Censo 2022 que reveló que los residentes en la provincia son 3.840.905 personas. Y es un cálculo aproximado y bastante prudente.
El grueso de los estudiantes son los que están dentro del sistema educativo obligatorio, que va del nivel inicial al secundario completo. Según datos actualizados del Ministerio de Educación de Córdoba, dentro de este grupo hay 885.047 alumnos. Se dividen de este modo: 119.906 van a salas de jardín (nivel inicial); 342.081 a la escuela primaria; y 337.254 al secundario.
Los datos que registra la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) correspondientes al tercer trimestre de 2024 –último dato completo disponible, según la lectura en detalle que hizo Idesa para La Voz- son diferentes: 123.322 en nivel inicial; 478.686 en primaria y 212.482 en secundario; el dato más llamativo, con casi 150 mil estudiantes menos. La EPH registra la declaración que hacen las personas entrevistadas, mientras que el sistema oficial registra a quienes están inscriptos, hasta que pierden su condición de alumnos regulares. Son bases distintas, pero llama la atención el tamaño de la brecha entre un dato y otro.

En formación de adultos hay otros 41.772 estudiantes, completando estudios primarios y secundarios.
Y en la educación especial se registraron 4.901 alumnos.
En educación superior, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) concentra el mayor número de alumnos. Tiene 157.636 en carreras de grado y otros 10.724 haciendo estudios de posgrado.

El segundo gran actor en formación superior es la propia provincia. Los alumnos de la Universidad Provincial de Córdoba y los terciarios provinciales son 73.722. Aquí se incluyen a los alumnos de todas las carreras de la UPC, las escuelas de Turismo y el profesorado en educación física, así como quienes estudian en el Instituto Superior de Formación Docente y el Instituto Superior de Formación Técnica. A nivel de posgrado y en postítulos, hay otros 9.870 estudiantes. En estos números no se incluyen los aspirantes y cadetes que se forman en las escuelas de Policía.
El sistema público nacional con presencia en el interior provincial es otro actor relevante. La Universidad Tecnológica de Córdoba tiene 20.172 alumnos, de los cuales 16.180 cursan en la sede Córdoba, 2.386 en Villa María y 1.606 en San Francisco.
La Universidad Nacional de Villa María, por su parte, cuenta con unos 10 mil alumnos, aproximadamente; y en la Nacional de Río Cuarto cursan 16.800 estudiantes en el grado y unos 3.000 en posgrado.
Entre las privadas los números son estimados. Los datos precisos no fueron entregados. La que declara mayor cantidad de alumnos es la Universidad Siglo 21, que afirma tener unos 90 mil estudiantes activos, en todas las modalidades. Pero como esta casa de estudios tiene muy bien desarrollada la educación a distancia y tiene presencia en varias provincias, es difícil separar de esta cantidad cuántos de estos estudiantes son residentes en Córdoba.
La Universidad Católica de Córdoba (UCC) respondió el pedido de información de La Voz con precisión. Es la excepción. La UCC declaró tener 11.463 estudiantes, entre grado y posgrado.
La Universidad Blas Pascal (UBP) dio un número aproximado a 10 mil alumnos, en todas sus carreras y modalidades.
El relevamiento completo por otras casas de estudio y de formación es prácticamente inabordable. Del mismo modo, es imposible de relevar las matrículas en academias de idioma, cursos de oficios (como peluquería, electricidad o auxiliar de cocina), o distintas disciplinas artísticas.
El número concreto más accesible para dar cuenta de este universo es el de las capaciones laborales orientadas a educación técnico y empleo que ofrece la Provincia. Según información del Ministerio de Desarrollo Social y Promoción del Empleo de Córdoba, hay 53.239 personas cursando algún tipo de capacitación bajo estos programas.

A su vez, hay cursos que dan los distintos municipios de educación no formal, también en oficios y orientados a empleo. Según un registro que se admite incompleto, hay 65.910 personas cursando bajo esta modalidad algún taller, curso o programa de formación.
No están incluidos en este relevamiento los cursos y planes de capacitación que ofrecen los gremios y las cámaras empresariales. Tampoco se contabilizan ni se estiman las formaciones que ofrecen las empresas a sus empleados y sus núcleos familiares. Y no se cuentan las actividades formativas motorizadas por organizaciones del tercer sector: asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales y fundaciones.
No están contabilizadas las actividades de extensión de las universidades ni las capacitaciones que ofrecen a la comunidad entidades como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), que tiene programas dirigidos a productores y a la comunidad.
Una estimación muy prudente de lo contabilizado podría elevar a una relación muy cercana a la mitad de la población el número de quienes son, de un modo u otro, estudiantes. Y merecen ser saludadas y felicitadas este domingo.
Expectativas de movilidad social
Un estudio elaborado por la consultora Delfos marcó que subsiste una relación entre el nivel de estudios y los ingresos declarados por las personas consultadas, lo que lleva a inferir que “la educación es el principal motor de la movilidad social ascendente”, según los analistas de encuestadora.
“El ingreso típico de quienes terminaron el secundario es un 75% mayor que el de aquellos que no completaron el primer nivel”, detalla el informe. A su vez, quienes tienen estudios superiores, en un 43% superan los ingresos medios.
Otra forma de medir el impacto educativo en los ingresos es la comparación con la Canasta Básica Total: “el 42% de quienes no terminaron el secundario no logran cubrirla, mientras que entre quienes tienen el título la proporción cae al 21%”, consigna el reporte.
La CBT para agosto estaba fijada en 363.699 pesos. Entre quienes tienen estudios superiores la relación de quienes quedan por debajo es de 12%. Es una proporción que aunque en comparación parece ser un buen dato, en realidad también es alarmante.
Lo que parece existir, más que movilidad social ascendente, el “efecto trampolín”, es una posición más defensiva: una red para detener una caída.
“Existe un desajuste entre formación, mercado laboral y estructura salarial”, consigna Delfos.