Quizás los niños y niñas que asisten al establecimiento educativo de la calle Sargento Cabral al 1100 de barrio San Vicente vinculen a Ángel Fausto Ávalos únicamente con el nombre de su escuela, sin embargo su figura vuelve a revalorizarse a través de una comunidad que se enfrenta al desafío de un nuevo modo de aprendizaje para mejorar el rendimiento académico.
Nacido en Corrientes pero cordobés por adopción, Ávalos (1864-1941) fue docente, periodista, legislador y artífice de una iniciativa muy criticada en la época: la apertura de una biblioteca. Las opiniones contrarias al proyecto lo consideraban un gasto accesorio a la educación.
Así como hace un siglo atrás Ávalos fue pionero en la lucha por una educación más inclusiva, hoy la escuela primaria en honor a su nombre enfrenta un reto similar con un cambio sustancial en el abordaje de los espacios curriculares en el marco del programa “TransFORMAR@Cba”.
La Ávalos es una de las escuelas precursoras del proyecto del Ministerio de Educación que busca mejorar la educación pública promoviendo la innovación y la creatividad en la enseñanza y el aprendizaje.
“Las pruebas nacionales e internacionales no dieron los resultados esperados en matemática y eso nos indicó de que algo debíamos hacer al respecto”, reflexionó el inspector zonal Luis Oscar Díaz.
Luego de una evaluación de las causas, el equipo directivo elaboró un plan de enseñanza que permitiera una reflexión sobre la disciplina –más allá de la aplicación de una fórmula– y su utilidad para la vida cotidiana.
“Dejamos atrás una enseñanza rígida para poner al estudiante como protagonista y escucharlo más”, contó la directora Alejandra Cieri.
De esta manera y a partir de una revisión constante –que incluye una jornada de planificación cada jueves– los contenidos son enseñados con el fin de presentar un desafío cognitivo al alumno.
La secretaria de Innovación, Desarrollo Profesional y Tecnologías en Educación, Gabriela Peretti, señaló que el programa es la oportunidad efectiva de hacer de la escuela la mejor escuela posible: “No se trata de ser la mejor escuela en un sentido cerrado o finito, sino todo lo contrario: hacer de la escuela y de cada escuela singular la mejor escuela posible que es aquella capaz de inspirar cambios y buscar un mundo mejor para todos”.
Razonamiento y desafíos
Mover el cuerpo a partir de tiempos musicales, “tomar lista” a través del documento nacional de identidad (DNI) o racionalizar el significado de “dejar la puerta entreabierta” a partir de un ángulo geométrico son solo algunos de los ejemplos de la resignificación de la Matemática en la experiencia estudiantil.
“Este desafío nos llevó a investigar y surgieron ideas muy creativas de los docentes”, reconoció el equipo directivo.
Para la vicedirectora Karina Machnoswky una de las claves de la recepción positiva de parte de los alumnos fue que la propuesta tenía relación con las experiencias que les circundan en sus vidas. “Es tan simple como eso y tan complejo como eso”, reflexionó.
Uno de los pilares es la “escalera de la metacognición”, la cual plantea cuatro pasos: el primer nivel es ¿Qué he aprendido?, luego ¿Cómo lo he aprendido?, para después preguntarse ¿Para qué me ha servido?. Finalmente: ¿en qué otras ocasiones puedo usarlo?.
En lo que se refiere al estudio de la Lengua, más allá de los contenidos básicos, se promueve la profundización a través de dinámicas complementarias. “Por ejemplo si un mes se trabajó plegados para reconocer figuras geométricas, luego realizamos un instructivo”, sumó Machnoswky.
Escuela activa
La escuela juega un papel fundamental en el desarrollo integral de los niños, su personalidad, inteligencia y comportamiento. Sin embargo en muchas ocasiones los estudiantes no la encuentran atractiva por tanto desde el Estado se necesita tomar medidas para mejorar su experiencia y hacerla más interesante y motivadora.
En ese camino se embarcó la Avalos, una institución histórica de San Vicente que recibe niños y niñas de diferentes barrios vulnerables del este de la Capital.
Una recorrida por las salas de la escuela permitió observar algunas pinceladas de esta apuesta prometedora. En quinto grado conversaron sobre el DNI y las consecuencias que conlleva para los individuos. ¿Puede haber dos personas con el mismo número", preguntó una docente. Los chicos levantaban la mano para responder “no”. También hablamos de otras formas de identificación como el código de barra, la huella digital, la firma y el ADN.
En sexto grado la clase fue sobre la revisión de los acuerdos escolares de convivencia. En grupos de trabajo analizaron iniciativas propias –sobre colaborar con el respeto– e indicaciones institucionales –como cumplir un horario de ingreso y egreso–.
“No nos paralizó la idea de innovar. Sí tuvimos que observar críticamente esos indicadores y repensar nuevas formas de enseñanza”, agregó la vicedirectora Itatí Lorente.
En la misma línea Díaz enfatizó que “mostrarles otra forma posible a los chicos” permitió dejar de lado la idea de “llenar cuadernos” por “preguntarse, cuestionar”.