Con la “marcha de las mil remeras” por las calles de Jesús María, la ONG Adolescentes Contra el Sida (ACES) celebró este jueves sus 30 años de existencia y concluyó con la entrega de las distinciones ACES y con las palabras emocionadas de su fundador, el bioquímico y docente local Ignacio Aguirre.
Cada año y desde hace muchos, durante la conmemoración internacional del día de lucha contra el VIH-Sida, ACES dice presente con el mismo fervor con que comenzó a hacerlo en 1992. Y no es casual que la efeméride tenga más peso en esta zona del norte provincial.
Es que hace 30 años, 23 adolescentes de Jesús María y de Colonia Caroya le dijeron que sí a la primera convocatoria de Aguirre y caminaron sus primeros pasos sobre un modelo que no existía hasta entonces: que una ONG hiciera prevención sobre infecciones de trasmisión sexual, sobre adicciones, y que desalentara la discriminación.
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Pero, además, que fuesen los propios adolescentes quienes tomaran la posta e impartieran la información a sus propios pares. En 30 años, alrededor de tres mil jóvenes de esta región pasaron por la ONG y dejaron su huella. Y como de no “discriminar” siempre se trató, por las filas de la ONG pasaron integrantes que eran portadores de VIH, o del colectivo LGTB, sin ningún complejo.
Hoy, puede parecer sencillo hablar de relaciones protegidas, del uso de preservativos, del consumo de estupefacientes. Pero hacerlo hace 30 años en Jesús María, Colonia Caroya o Sinsacate era, sencillamente, casi un escándalo.
Cambios de tres décadas
Ignacio Aguirre fue elegido Cordobés del año en 2012, la distinción anual de La Voz con el voto de sus lectores.
Ignacio Aguirre: Córdobés del Año 2012
Su labor como “luchador” contra el VIH-Sida está fuera de cualquier discusión. Es referencia inobjetable y calificada para hablar de la evolución de la enfermedad, pero su mayor virtud es convertir al “criollo” la terminología científica del tema.
Su confidencialidad no es cuento. Siempre se negó a brindar cualquier estadística local sobre el tema.
“La identificación de la muerte con el SIDA dejó de existir hace ya muchos años, pero no cuando comenzamos en 1992. La ciencia jugó un rol muy importante al descubrir medicamentos que hicieron posible que las expectativas de vida sean las que tenemos hoy”, señala Aguirre sobre el cambio más visible en tres décadas.
“El gran desafío es cómo hacemos para que lleguemos al diagnóstico de las personas y al tratamiento a tiempo. Ahí juega un rol muy importante la sociedad que debe dejar de dar la más canalla de las respuestas sociales que es la discriminación porque hay muchísima gente que se rehúsa a hacerse el análisis por el temor al dedo acusador de la sociedad más que por el temor al virus”, señaló Aguirre.
El VIH diagnosticado y tratado a tiempo convierte al Sida en una enfermedad crónica y ya no mortal.
Sin embargo, Aguirre advierte: “Sigue muriéndose mucha gente a causa del Sida en nuestro país todos los días y esto no debería suceder porque la ciencia ya hizo su parte. A la sociedad le falta hacer la suya, que es fomentar el testeo y no discriminar, no señalar, no expulsar”.
Que gane la educación
Podría usarse un eufemismo para decir que la actividad principal que genera las infecciones con el virus del VIH es el “amor”, cuando en realidad son las actividades sexuales. Y son actividades recreativas muy gratificantes, muy practicadas, muy frecuentes, y mucho más baratas que cualquiera de los otros placeres.
Por eso ha sido tan difícil poder contener su expansión. Aguirre asiente: “Sobre todo porque vivimos en una provincia donde el perfil de trasmisión es básicamente, el perfil sexual. Tenemos que seguir apuntando a eso. No puede ser que los chicos le tengan más miedo al embarazo que a una infección por VIH. Enterarse de que uno tiene VIH es, todavía, una catástrofe a nivel familiar”.
“Tenemos que apuntar a educar. Para que la apuesta por la vida siga siendo desde la salud que significa instrumentar cuidados en esta actividad que en la mayoría de los casos es recreativa y no procreativa. Estamos hablando de una actividad recreativa que está incrustada en nuestra esencia humana. Negar eso es desconocer la naturaleza”, completa el docente.
Aguirre menciona a su ídolo Joan Manuel Serrat para reconocer que su ONG hizo el camino andando, que cometieron muchos errores caminando, pero también que lograron que los chicos, sus entornos, y sus familias entendieran que el camino era la educación. Que había que transformar la información en educación.
“No nos podemos meter debajo de las sábanas para saber si usaron el preservativo o no, pero hicimos el intento de que supieran de que usando el preservativo y teniendo los cuidados no se iban a infectar”, completa. Su vocación docente no lo deja traicionarse.
Su prédica se mantuvo intacta a lo largo de estos 30 años. Y este jueves “la marcha de las mil remeras” dijo presente, inalterable, presente.