“En Córdoba tenemos todo tipo de contaminación en los ríos. En el caso de las aguas del río Suquía, en la ciudad de Córdoba, el resultado fue que el 36% de los sitios estudiados mostraron un riesgo muy alto debido a una mayor concentración de fármacos y analgésicos, y el 45% demostraron un riesgo alto por presencia de plaguicidas”.
La frase es de la investigadora Valeria Amé, integrante del Laboratorio de Investigaciones en Contaminación Acuática y Ecotoxicología (LICAE) de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quien investigó la calidad de las cuencas hídricas de Córdoba y cómo impacta el incremento poblacional, la extensión de la frontera agropecuaria, la cría intensiva de animales y el desarrollo de las industrias.
La especialista, de larga trayectoria en la medición de agua en las cuencas hídricas de Córdoba, explicó que la provincia tiene la particularidad de estar en una zona semiárida, por eso el agua no abunda.
Y en épocas de lluvias, estas arrastran los sedimentos que están cerca de las cuencas, lo que hace que la calidad de las aguas no sea buena.
“El estado de la calidad de las cuencas depende mucho de las fuentes de contaminación. En Córdoba tenemos todo tipo de contaminación”, aclaró la científica.
Además, afirmó que algunas de las cuencas están más impactadas por los asentamientos urbanos, como la cuenca del río Suquía, debido a la cantidad de habitantes que hay en sus márgenes.
Otra de las fuentes de contaminación es la derivada de las actividades agropecuarias, la producción vegetal y animal. “Estas actividades industriales deberían estar controladas siguiendo una legislación”, destacó.
Contaminación y tipos
La investigadora del LICAE midió las fuentes de agua de la provincia para conocer si contenían compuestos farmacéuticos, plaguicidas, cianotoxinas y microplásticos, y de ese modo saber cuál es el peligro que podrían representar para la biota acuática y para el hombre.
En el caso de las aguas del río Suquía, en la ciudad de Córdoba, el resultado fue que el 36% de los sitios estudiados mostraron un riesgo muy alto debido a una mayor concentración de fármacos y de analgésicos.
En tanto, en el río Ctalamochita las muestras indicaron un riesgo bajo para la biota por la presencia de fármacos, y en otro sitio se encontró riesgo moderado asociado a la presencia de antibiótico.
Amé también midió la presencia de plaguicidas en los dos ríos y observó un alto riesgo para la biota acuática. En el Suquía, el 45% de los sitios estudiados demostraron un riesgo alto. Mientras que en el Ctalmochita el riesgo se identificó con el 30% de los sitios estudiados.
“El alto riesgo del Suquía está asociado a la presencia de herbicidas e insecticidas, y en el caso del Ctalmochita, a los insecticidas y los fungicidas”, determinó la especialista.
Y agregó que los principales contaminantes son los fármacos.
Lago San Roque
La investigadora afirmó que en el caso de los lagos, al tener las aguas quietas, cuando un contaminante ingresa, demora mucho en salir, acción diferente al de los ríos que tienen mayor movimiento.
“Muchas veces, lo que vemos es el efecto de las descargas de contaminantes que duran en el tiempo. Los lagos sufren el impacto del fosforo y el nitrógeno por las descargas cloacales, lo que produce un florecimiento de algas”, destacó.
En el caso de estos reservorios de agua, el estudio se centró en el lago San Roque, que es el que envía agua potable a Córdoba y allí no encontró plaguicidas.
“En el embalse todos los sitios tienen un riesgo moderado, durante el año, por la presencia de cianotoxinas”, indicó. Y, particularmente, hay un alto riesgo en la desembocadura del río San Antonio, y cerca del paredón, en los meses de lluvias y de calor.
Así, el mayor riesgo encontrado en el lago para la biota acuática está asociado a la presencia de hepatotoxinas (toxinas producidas por las cianobacterias, entre ellas, las microcistinas).
Cómo reducir la contaminación
La investigadora remarcó que para reducir las fuentes de contaminación hay que hacer un tratamiento de líquidos cloacales; impedir que haya erosión, promover las buenas prácticas en la agricultura y en la producción animal, y la remediación de las cuencas de aguas que llevan más tiempo.
Y en el caso de suelos sin forestación, las escorrentías que se producen por las lluvias arrastran sedimentos. Así, un terreno con cobertura vegetal tiene una mayor capacidad de absorción y, por lo tanto, la erosión es mucho menor en comparación con aquellos que están sin vegetación y durante mucho tiempo.
Los contaminantes son arrastrados a las aguas, por eso es importante conservar la vegetación en las márgenes de los cursos de los ríos.
Remediación y utilización de agua
Amé explicó que, desde el punto de vista de las fuentes de agua, muchos de los contaminantes surgen de los domicilios. “Por ejemplo: los principales contaminadores son los fármacos. No recomiendo tirarlos al inodoro ni a la basura. Hay que buscar otras iniciativas”, destacó.
A la vez, afirmó que el consumo de agua que tenemos es mucho más grande que el de Europa (de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la cantidad de agua utilizada por cada persona en el mundo no debería sobrepasar los 50 litros diarios; Argentina supera ese promedio, consume 180 litros), y es por un cambio estructural educativo. “Aunque se avanzó mucho en la educación ambiental y ya no es lo mismo que hace 20 años”, recalcó.
Asimismo, destacó que hay eventos extremos de lluvias y las algas se desarrollan en las altas temperaturas, y se espera que con el cambio climático estos fenómenos se agraven, ya que estos organismos “prefieren” el calor.
Y recalcó que con programas de monitoreos se puede saber cuáles son los puntos de las cuencas y hacía dónde va la contaminación, lo que contribuye para crear una legislación que proteja las aguas, que actualmente no existe.