La sensación de felicidad en Argentina alcanzó en noviembre de 2024 un valor histórico, posicionándose entre la más alta de los últimos siete años, según el último informe del Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21. No obstante ello, el burnout o “síndrome de cabeza quemada” continúa afectando significativamente a buena parte de la población, especialmente a los más jóvenes.
De acuerdo con el estudio, más de la mitad de los argentinos se siente satisfecho con su vida. Precisamente el 54,5% de los argentinos reportó sentirse a gusto con lo que hace, un incremento notable frente al primer trimestre del año.
Este aumento fue particularmente evidente en hombres y personas con estudios de posgrado, quienes encabezaron los niveles de satisfacción. Los jóvenes de entre 18 y 29 años registraron la mayor tendencia positiva sostenida en felicidad, mientras que los adultos de entre 50 y 59 años continuaron mostrando los niveles más bajos.
El informe utilizó la “Escala de satisfacción con la vida”, un instrumento reconocido internacionalmente por la Unesco y la OMS, para medir estos índices. Los datos ofrecen un panorama alentador respecto a la percepción del bienestar en el país, especialmente en comparación con años anteriores.
Más felices, pero agotados
En contraste con el aumento de la sensación de felicidad, el burnout sigue siendo un problema significativo en nuestro país. Según el Maslach Burnout Inventory (MBI), uno de cada cuatro argentinos reportó síntomas de agotamiento laboral severo. El 26,9% afirmó sentirse demasiado exhausto para realizar otras actividades tras el trabajo, y el 23,5% admitió tener dificultades para relajarse al finalizar su jornada laboral.
Aunque estos porcentajes representan una mejora respecto al inicio del año, el problema persiste con fuerza en los jóvenes de entre 18 y 29 años. Este grupo registró el nivel más alto de burnout (23,26%), superando por primera vez a los adultos mayores de entre 50 y 59 años, quienes históricamente lideraban este índice.
El informe destacó la necesidad de priorizar la promoción del bienestar y la reducción del burnout tanto con políticas públicas como en estrategias empresariales. Estas acciones no sólo mejorarían la calidad de vida, sino que también reducirían costos asociados a la salud y el ausentismo, impulsando la productividad y el rendimiento organizacional.
El burnout es un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se produce por estrés crónico; cuando la capacidad de respuesta de una persona ya está agotada. Puede producirse por un exceso de trabajo, por acoso laboral, o por un entorno o clima laboral no adecuado.
Un recurso clave para el futuro
Insight 21 proyecta actualizar estos datos a lo largo de 2025, con el objetivo de ofrecer herramientas valiosas para evaluar el impacto de las coyunturas políticas, económicas y sociales en el bienestar de la población. Este marco de referencia resulta esencial para el desarrollo de políticas efectivas y sostenibles que respondan a los desafíos actuales.
Según el informe, el 92% de las mujeres reportó haber experimentado burnout en el último año mientras que el 89% de los hombres y el 85% de las personas de otras identidades de género también manifiestan padecer este síndrome.
Argentina es el país de la región que tiene más personas con agotamiento excesivo o estrés vinculado a lo laboral. Así lo indicó el “Estudio Burnout 2024″ difundido por la consultora Bumeran, que concluyó que el 91% los trabajadores, es decir 9 de cada 10, afirmaron “estar quemados” o experimentar este síndrome.
La cifra mostró una disminución de tres puntos respecto al 94% reportado en 2023, por todavía arriba del 86% que arrojó el 2022. Este año, nuestro país quedó en peores condiciones que Chile con un 89%; Panamá, con el 88%; Perú, con un 82%; y, Ecuador, con el 78%.
Cecilia Schwartz Baruj, experta en psiconeuroinmunoendocronología, explicó a La Voz que el estrés laboral se manifiesta cuando una persona percibe o siente dentro de su entorno de trabajo que no puede manejar adecuadamente distintas situaciones de acuerdo a sus capacidades.
“La definición sería la siguiente: es la tensión experimentada en forma sostenida en el tiempo, resultante de factores estresantes en el entorno de trabajo que supera la capacidad de afrontamiento del individuo”, dijo la neuropsicóloga.
Y sumó: “Es una percepción, y como tal es algo subjetivo: lo que siente una persona no es lo mismo que siente otra. Algo que no puede resolver una persona puede ser claramente resolutivo para otra”.
Una persona con burnout siente que es imposible resolver determinada situación y ello se convierte en una amenaza que se perpetúa. Y tiene consecuencias negativas para su salud, porque al estar en continúa excitación y activación neurofisiológica del sistema simpático, produce una secreción excesiva de adrenalina y cortisol.
“La adrenalina se gasta con actividad, pero el cortisol es secretado en forma constante y produce un efecto neurotóxico. Nuestro ‘ejército interno’ se pone en alerta para defendernos y hace que los niveles de inflamación generales estén permanentemente activo”, remarcó.
Schwartz Baruj dijo que esa neuroinflamación es el “caldo de cultivo” sobre el que se asientan muchas patologías de la vida cotidiana, como diabetes, colitis, gastritis, gastroenteritis, tiroiditis, entre otras.
En el caso de las mujeres se acentúa el hipotiroidismo porque “se gestionan mal las emociones”. Y no se le presta atención en forma adecuada o cuando corresponde. “Las emociones quedan bloqueadas en la garganta, el vehículo de nuestra expresión, y terminan afectando a la tiroides”, expresó la experta.
Además, manifestó que “las alergias son al cuerpo lo que el estrés a la mente”. La hipersensibilidad de una persona hace que reaccione ante alguna circunstancia del medio que para otra puede ser inocua.
También dijo que los entornos laborales estresantes tienen consecuencias negativas para los empleados (deterioro de la salud, pérdida de ingresos), para las organizaciones (disminución en la productividad, aumento del ausentismo) y para la sociedad en general (más recursos destinados a la salud, baja en la producción del país).
Las mujeres, más estresadas
Al analizar los resultados de su estudio por género, la consultora laboral Bumeran observó que el 92% de las mujeres dijo haber experimentado burnout en el último año mientras que el 89% de los hombres y el 85% de las personas de otras identidades de género también manifestaron padecer el síndrome.
La especialista Cecilia Schwartz Baruj se refirió al estudio realizado por la Universidad Siglo 21 para indicar que la excesiva carga doméstica es otra de las causas de los altos niveles de estrés de las mujeres argentinas, con un 77,6%, mientras que para los hombres, ese motivo es mucho menor, del 43,3%. “Las mujeres dedican el doble de horas al trabajo no remunerado, con tareas domésticas y cuidado de los miembros del hogar, en relación a los hombres”, indicó.
Esta carga adicional genera que las mujeres presenten mayores niveles de conflicto en la familia y el trabajo, además de gozar de un menor tiempo de ocio, lo que les genera mayores dificultades para desconectarse, presentando un mayor riesgo de estrés crónico. “En conjunto, estos factores llevan a que las mujeres se vean más expuestas a sufrir padecimientos de salud mental”, afirmó Schwartz Baruj.
Por eso –dijo– son necesarias políticas de mayor flexibilización horaria, entender las necesidades especiales que tiene la mujer, para equipar las condiciones laborales y que sean justas independientemente del sexo. “Si tanto el hombre como la mujer trabajan fuera de la casa, las tareas domésticas deben ser compartidas también en el ámbito del hogar”, agregó.
La especialista detalló algunas recomendaciones para cuidar la salud ante el estrés, poniendo el foco en identificar el origen. “Puede estar en la misma organización de la empresa en la que está la persona, la forma en la que esté estructurada, el tipo de liderazgo, el clima laboral, la forma de comunicación, algo que está ocurriendo dentro de la empresa”, enumeró.
Una vez que se identifiquen estas causas, hay técnicas para regular las emociones. Una propuesta pasa por permitir una vida donde cada aspecto tenga su espacio y tiempo. “Para la familia, lo intelectual, el ocio, los amigos, el cuidado personal, la alimentación, los ejercicios, los espacios de calma interior, son variables vitales para estar en armonía, física y mental”, recomendó.
La clave –sugirió– es organizar el tiempo y culminar cada jornada con una clase de relajación y visualización. “Hay técnicas que tienen que ver con el mindfulness (meditación), la respiración consciente, sostener la atención en otro foco que no sea el de tus pensamientos que te están invadiendo. Son técnicas cognitivas comportamentales para poder regular el flujo de los pensamientos de una persona”, indicó.
A nivel organizacional, las empresas pueden establecer programas de bienestar laboral, prevención, capacitación de manejo del estrés y planes para mejorar el clima laboral, finalizó Schwartz Baruj.