"A veces, los cuentos son retumbos y destellos de hechos ciertos. Contamos lo que ocurrió. Otras veces, los cuentos son pedazos de sueños. Contamos para que ocurra", escribe Liliana Bodoc en su libro Amigos por el viento.
La narradora Nadina Barbieri lo sabe. Rodeada de montañas, en las Sierras Chicas, teje nubes de palabras que despiertan la imaginación de niños y niñas. En medio de los sonidos del monte y del río, busca historias y escucha otras, para que se produzca la magia. “Narro porque tengo algo para decir. Pero además porque pienso que el cuento es como un regalo, tiene que ser pensado para quien lo va a recibir”, dice Barbieri.
Esta cuentera, de mirada vivaz y sonrisa fácil, nació hace 48 años en Entre Ríos. Y desde hace 21 años vive en Río Ceballos. Para dedicarse al oficio de narrar, una de las formas más antiguas de comunicación humana, recorrió caminos diferentes. En los ’90 se fue a Buenos Aires a estudiar Publicidad. Pero su espíritu inquieto, y la semilla plantada por su madre, la devolvieron al arte.
Fue su mamá, la reconocida narradora Graciela Cutro, quien la impulsó de lleno al mundo fantástico de los cuentos. Creció escuchándola, en su casa, en la radio y en la TV. “Mi madre fue mi legado. Trabajaba todo el día pero estaban los libros, los discos de María Elena Walsh”, relata.
Siente que todo lo que absorbió lo tiene que transmitir para que otros lo multipliquen. “La oralidad, la narrativa, un cuento, es un regalo de la vida. Sería egoísta quedárselo”, expresa.
Para llegar a ello, estudió teatro en diferentes escuelas. E hizo títeres con Javier Villafañe, un pionero en ese arte. “Estuve en Capital Federal casi 10 años. Mis hijos nacieron allí”, cuenta. Por un tiempo trabajó en empresas internacionales y animaba cumpleaños. Pero un viaje de su pareja de entonces, Marcelo Yornet, a Salsipuedes, cambiaría su rumbo.
Acordobesada
En Córdoba comenzó a capacitarse en el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (Cedilij) y participó en “Vení que te cuento”. Conoció otros países, se formó en narración, hizo espectáculos.
Cuando sus hijos comenzaron el jardín, las mamás y las maestras le pidieron que narrara. “Vos podés haber estudiado, pero es el público el que te dice si sos narradora”, afirma. Luego, llegaron otros desafíos: contar para niños con ceguera, en el instituto Helen Keller. Y armó el ciclo “Contar para no olvidar”, con autores prohibidos durante la dictadura.
Desde hace 16 años realiza “Río cuentero”, en Río Ceballos, junto a la artista Karina Filoni, sumando música y canto. Además, preside la Biblioteca Popular Sarmiento.
Narrar en pandemia
Barbieri marca que al inicio de la pandemia fue muy difícil contar historias desde una pantalla. “No podía renunciar a mirar a los ojos a las personas. Los que hacemos actividades presenciales necesitamos del otro, ese ida y vuelta”, apunta.
Por eso se negaba a hacer videos y a utilizar las redes sociales. Pero tuvo que reinventarse con el mismo cariño, responsabilidad y respeto con que prepara una función presencial. “Fue un desafío. Mis hijos me ayudaron con la tecnología y adapté una parte de mi casa como escenografía. Se volvió una necesidad”, relata. Abrió su canal de YouTube y empezó a transmitir por Facebook.
Jardines, escuelas y espacios de lectura comenzaron a pedirle que narrara para ellos desde lo virtual. Y hasta participó en ciclos para Canadá y Colombia.
Dónde encontrarla. Nadina está también en las redes sociales. "Soy una tejedora de redes y me gusta que me enreden", asegura la narradora. En Facebook, su cuenta es nadina.barbieri. Y en YouTube, Nadina Barbieri.
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