Eran las 2.30 de la madrugada cuando, casi por casualidad, me encontré en el parque Sarmiento, en el sector de avenida Deodoro Roca. El lugar, conocido por ser punto de encuentro de los amantes del “tuning”, bullía con una energía que contrastaba con la quietud de la noche. La escena que se desarrollaba ante mis ojos era igual de reveladora.
Lo supe después. Luego, este viernes a la madrugada se llevó a cabo un operativo de control en el sector de Deodoro Roca, dentro del parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba. El dispositivo, denominado “Operativo Tuning”, fue implementado de manera conjunta por personal de la Policía de Córdoba y la Municipalidad, específicamente del Área de Fiscalización y Control.
En el lugar se produjo el control de un total de 93 personas, 50 vehículos y 25 motocicletas en el lapso de las 5 horas que duro el mismo. De los vehículos inspeccionados, 15 fueron trasladados, mientras que 11 motocicletas también fueron retiradas del lugar.
La música retumbaba en el aire, proveniente de los altavoces de los autos estacionados. Cada vehículo parecía competir por ser el centro de atención, con sus luces neón parpadeantes y sus motores rugiendo. Las personas, en su mayoría jóvenes, se agrupaban en pequeños círculos, charlando, riendo o simplemente observando el espectáculo. El ambiente era festivo, pero también caótico.
Un centenar de motos y autos entraban y salían del lugar sin ningún tipo de orden. Las normas de tránsito parecían no existir. Motos con uno o incluso dos ocupantes zigzagueaban entre los autos, algunas yendo en contramano, otras sin luces y la mayoría sin cascos. Los “willis” —esas maniobras en las que las motos se elevan sobre la rueda trasera— eran moneda común. La velocidad, claramente excesiva para una zona con límite de 40 km/h, añadía un componente de peligro que era imposible ignorar.
El Parque Sarmiento, aunque iluminado, no escapaba a la sombra que proyectaban los árboles y la vegetación. La luz de las farolas se filtraba entre las hojas, creando un juego de claroscuros que dificultaba la visibilidad. Para quienes transitaban por el lugar, ya fuera a pie o en vehículo, el escenario era desconcertante. La oscuridad, combinada con el movimiento constante de motos y autos, convertía cada paso en un riesgo difícil de calcular.
Todo contribuía a crear una atmósfera que, aunque peligrosa, era indudablemente magnética. Sin embargo, era imposible no pensar en los riesgos: un error de cálculo, un exceso de confianza, y la fiesta podía convertirse en tragedia.
El operativo, de carácter interfuerzas, contó con la participación activa del Ministerio de Seguridad de la provincia. Juan Pablo Quinteros, ministro de Seguridad, se refirió al fenómeno del “Tuning” como una práctica que viene creciendo de manera exponencial y que representa un desafío para el ordenamiento del tránsito y la seguridad vial. El ministro destacó que estos operativos suelen generar situaciones de tensión y violencia, lo que requiere un apoyo policial constante. “Sabemos que se generan hechos violentos en los procedimientos, y por eso requieren apoyo policial. Pareciera que revelarse a los controles o tratar de evadirlos termina siendo el motivo y fin de esta práctica”, señaló.
Eso no se adivinaba antes, cuando la madrugada avanzaba y las motos no dejaban de entrar y salir, los autos no dejaban de rugir, y la música no dejaba de sonar.
En el operativo se labraron cuatro actas por alcoholemia, evidenciando la presencia de conductores bajo los efectos del alcohol. Los traslados de los vehículos y motocicletas fueron realizados por personal municipal, en coordinación con las fuerzas policiales.