Lo que parecía sólo un consejo de abuelas ahora tiene el respaldo de la ciencia: pasar al menos dos horas por día al aire libre puede reducir el riesgo de desarrollar miopía en la infancia y la adolescencia.
La afirmación surge de una investigación liderada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), publicada en la revista científica Acta Ophthalmologica, que analizó datos de más de 16 mil chicos de entre 6 y 18 años.
Cuánto tiempo y qué tipo de luz se necesita
La clave no está sólo en salir al patio, sino en la exposición a luz natural con una intensidad superior a los 10.000 lux, que es muy superior a la luz artificial que se encuentra en espacios cerrados.
“Recomendamos al menos dos horas diarias de exposición al aire libre, con luz intensa, para maximizar los efectos protectores contra la miopía”, explicó el investigador Miguel Ángel Sánchez Tena, del Departamento de Optometría y Visión de la UCM.
Este efecto protector se observó en niños que tuvieron una diferencia media en la longitud del globo ocular (longitud axial) de -0,08 mm por año, y una mejora del equivalente esférico de +0,16 dioptrías por año. Dichos cambios se mantuvieron por hasta tres años.
La luz natural como aliada de la salud visual
La miopía, que provoca visión borrosa de lejos, afecta a un porcentaje cada vez mayor de niños y adolescentes, especialmente en zonas urbanas donde el tiempo al aire libre es limitado.
El estudio también muestra que en regiones con más intensidad de luz solar, por geografía o clima, los efectos protectores se potencian. Por el contrario, en ciudades densamente pobladas, donde hay menos espacios verdes, los beneficios pueden reducirse.
“Los factores ambientales, como la intensidad de la luz, son determinantes en la aparición o no de la miopía”, añadió Cristina Álvarez Peregrina, también investigadora del estudio.
Qué pueden hacer padres, escuelas y gobiernos
Para los autores, esta información debe ser tenida en cuenta en políticas de salud pública, pero también en el día a día de las familias. Incentivar el juego y las actividades al aire libre podría tener un efecto preventivo real frente a una afección visual que muchas veces se subestima.
La evidencia también abre la puerta a nuevas investigaciones: cuánto tiempo es óptimo, qué niveles mínimos de luz se necesitan y cómo adaptar estas recomendaciones a zonas con menos acceso a espacios abiertos.
Además de la Universidad Complutense de Madrid, participaron en el trabajo la Universidad de Sevilla y el Instituto Superior de Educación y Ciencias de Lisboa.
Por qué esta investigación importa
Esta publicación cumple con criterios de alta confiabilidad: se trata de un metaanálisis revisado por pares, realizado por universidades reconocidas, publicado en una revista científica indexada y con un número significativo de participantes.
El enfoque preventivo es clave: si la tendencia actual no se revierte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2050, la mitad de la población mundial será miope. Un dato más que suficiente para empezar a mirar al sol… aunque sea de reojo, y con los ojos bien abiertos.